En eso consiste la nueva propuesta de la Unión Europea que eliminaría el impuesto de matriculación, para sustituirlo por un gravamen en función del nivel de contaminación del automóvil adquirido.
En España el precio de compra de un vehículo nuevo incluye un 28% en impuestos, el impuesto de matriculación supone un 12% al que debe añadírsele el 16% del IVA. Las diferencias con el resto de países son notables. En Luxemburgo, por ejemplo, los impuestos suponen sólo un 15% del precio franco de fábrica.
Bruselas dejará un periodo transitorio de entre cinco y diez años para que los países vayan adaptándose a la nueva norma. La armonización también permitirá la adquisición de vehículos nuevos en países distintos del de residencia, y se estima que los precios se igualarán en toda Europa. Además, al pagar más cuanto mayor sea la emisión de CO2 la venta de modelos con motores de mayor cilindrada y de gasolina se verán perjudicados, frente a los modelos más pequeños y menos contaminantes.
Vía | El Mundo