La planta del Grupo PSA (ahora parte de Stellantis) en Trémery, al Este de Francia, se convirtió en el epicentro mundial de los coches diésel en los 90. Desde su creación en 1979, se han fabricado aquí más de 50 millones de motores térmicos, tanto gasolina como diésel.
Sin embargo, desde 2018 la fábrica empezó a desandar el camino que había tomado, mirando hacia la electrificación. Este año se prevé que la producción de motores eléctricos se duplique, hasta las 180.000 unidades, para llegar a las 900.000 al año para 2025.
Un cambio de paradigma que ¿afectará al empleo?
Desde que explotara el Dieselgate en 2015, el diésel ha ido perdiendo la batalla progresivamente en todo el mundo. En Europa son muchos los fabricantes que han puesto fecha a su fin, entre ellos el Grupo PSA, que ahora forma parte de Stellantis junto a FCA.
A finales de 2020, el director de producto del Grupo PSA, Laurent Blanchet, aseguró que para 2025 ya no ofrecerán motores diésel en los vehículos nuevos del grupo. Un año antes ya se había anunciado que la planta de Trémery debería alcanzar una capacidad de producción de 900.000 motores eléctricos al año a medio plazo.
Según ha publicado Reuters, en Trémery trabajan 3.000 personas, y se teme que la transición de motores térmicos a eléctricos implique prescindir de personal. Recordemos que los motores eléctricos precisan de una quinta parte de elementos que los térmicos.
Sin embargo, las declaraciones que recoge la agencia de noticias de un representante del sindicato muestran una visión optimista: existe un riesgo de que se necesite menos personal, pero cree que esta transición podría tener lugar "de manera bastante natural".
Las fábricas que dieron la espalda al diésel en 2020
La fábrica de Renault en Cleon, a norte de Francia, también ha dicho adiós a las líneas de producción de motores diésel, y según explica Reuters, los motores híbridos y eléctricos ocupan dos edificios completos, mientras que solo la mitad de uno de los edificios se dedica a la producción de motores diésel.
Por su parte Volkswagen vio en 2020 salir de su línea de ensamblaje de Zwickau, en Baja Sajonia, a su último coche de combustión: la séptima generación Golf R Estate. En Zwickau se han fabricado vehículos desde 1904, y desde 2020 se dedica en exclusiva al ensamblaje de coches eléctricos.
La siguiente en la lista de Volkswagen es la de Emden, al noroeste de Alemania, donde el consorcio invertirá 1.000 millones de euros para convertirla en "una de las plantas de coches eléctricos más avanzadas de la historia".
Y qué decir de la centenaria planta de BMW en Múnich. También a finales de 2020 la firma bávara anunció que aquí se dejarán de fabricar motores de combustión de 4, 6, 8 y 12 cilindros para fabricar vehículos eléctricos de próxima generación con una inversión de 400 millones de euros hasta 2026.
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