Los gobiernos de medio mundo (y sus industrias) tratan aún de hacer la digestión de la guerra tarifaria que ha emprendido Donald Trump en aras de la seguridad nacional estadounidense. Un 25 % de impuestos sobre el acero importado y un 10 % sobre el aluminio, con exenciones para México, Canadá y como novedad, Australia.
Europa respondió a la amenaza con más aranceles antes de que Trump la materializara a golpe de pluma, y tras preguntarse si esta medida proteccionista afectaría al viejo continente, Trump habló en Twitter, amenazando con gravar los coches europeos. Mientras, los fabricantes de automóviles anuncian posibles despidos en Estados Unidos.
"La Unión Europea, maravillosos países que nos tratan muy mal"
El Twitter de Trump es como un salvoconducto para que pueda dar salida al torrente de ideas, amenazas y decisiones que va tomando a lo largo del día sin necesidad de dar una rueda de prensa cada vez que quiere expresar algo al mundo. Horas después de que la jefa de comercio de la Unión Europea, Cecilia Malmstrom, dijera que no tenía "claridad inmediata" sobre si el bloque se libraría de los aranceles planificados en Estados Unidos, el presidente Donald Trump estableció sus condiciones y se dirigió a Europa: Cuidado con lo que hacéis que no os libráis, fue el mensaje.
La Unión Europea, países maravillosos que tratan muy mal a Estados Unidos en el comercio, se quejan de las tarifas sobre acero y aluminio. Si dejan caer sus terribles barreras y aranceles a los productos estadounidenses que entran, nosotros también dejaremos caer las nuestras. Un gran déficit. Si no, gravamos los coches etc. ¡Razonable!
El desaire de Trump se produjo tras una reunión que Malmstrom calificó como "sincera" pero infructuosas con el representante comercial de Estados Unidos Robert Lighthizer en Bruselas el sábado, según informa Automotive News Europe.
Canadá y México se han salvado por el proceso de negociación en el que se encuentra el NAFTA, y Australia también ha obtenido la exención tras una conversación con Trump "muy buena y productiva", en palabras del primer ministro australiano, Malcolm Turnbull. Un superávit comercial con Estados Unidos y el cierre de una alianza estratégica y militar pueden estar detrás.
Europa y los fabricantes de automóviles, en pie de guerra y a contrarreloj
Malmstrom descartó la amenaza del presidente estadounidense de imponer aranceles a las importaciones de automóviles y prometió "hacer frente a los agresores", añadiendo que una brecha transatlántica cada vez mayor sobre el proteccionismo podría escalar hasta convertirse en una guerra comercial.
El bloque europeo alega que es un aliado de los Estados Unidos y que cualquier gravamen por razones de seguridad no está justificado. Malmstrom argumentó que Europa impone un gravamen del 10 % a las importaciones de automóviles de Estados Unidos, mientras que los Estados Unidos cobran un 25 % de impuestos sobre camiones y furgonetas, y hasta un 40 % sobre algunas prendas, dijo.
Mientras, fabricantes como Volvo o BMW están advirtiendo de lo que ocurrirá si estos aranceles se llevan a cabo. Según el Wall Street Journal, Volvo podría plantearse recortar sus inversiones en Estados Unidos, específicamente en su planta de Carolina del Sur, mientras que BMW, Volskwagen y Daimler se reparten la producción además de en Carolina del Sur, en Alabama y en Tennessee.
En total se emplean a alrededor de 36.500 estadounideses, que podrían ver sus puestos marchar hacia México o Europa. "Si enfrentamos barreras arancelarias, tendrá un impacto en los empleos en los Estados Unidos", dijo el CEO de BMW, Harald Krüger, a los periodistas en el Salón de Ginebra esta semana.
Todo depende de qué países comulguen con el gasto militar que les exige Trump a sus 'aliados'. La cuenta atrás ya ha comenzado, pues en unos días se aplicarán los aranceles. Ni Wall Street ni el propio Partido Republicano han tendido la mano al embiste aislacionista. Bienvenidos a un nuevo capítulo de nuestra historia.