
"Un 25 %, sin excepciones ni exenciones": Donald Trump ha sido tajante con los anunciados aranceles al aluminio y al acero: se aplicarán a todas las importaciones lo que incluye Canadá o México. Una medida que pretende ser proteccionista pero que supone un tiro en el pie para la industria del automóvil en EEUU.
Así lo consideran desde Ford y General Motors: estos impuestos de importación supondrán más costes para las marcas estadounidenses en una tesitura ya complicada con muchos frentes abiertos. También coches más caros para los compradores.
"Lo que estamos viendo son muchos costes y mucho caos"
Hace una semana la Casa Blanca anunció los nuevos aranceles para el acero y el aluminio importados, que se fijará en un 25 %. Entrarán en vigor el 12 de marzo. Estas nuevas tasas afectarán especialmente a Canadá, principal suministrador de ambos materiales a EEUU. También a México, Brasil o algunos países europeos como Reino Unido.
Trump los califica de "aranceles aduaneros recíprocos": su objetivo es alinear la tributación de las importaciones con el de la exportaciones propias. Pero esta medida afectará directamente a los fabricantes de coches. Una industria que, en teoría, Trump prometió que iba a proteger.
Una medida que favorece a la competencia europea y asiática. El CEO de Ford, Jim Farley, ha mostrado abiertamente su preocupación por la imposición de estos aranceles. "El presidente Trump ha hablado mucho sobre fortalecer nuestra industria del automóvil, traer más producción aquí, más innovación a Estados Unidos. Sin embargo, hasta ahora lo que estamos viendo son muchos costes y mucho caos para las marcas automotrices", detalló en una conferencia de Wolfe Research según recoge Automotive News.
"A largo plazo, un arancel del 25 % en la frontera con México y Canadá abrirá un agujero en la industria estadounidense como nunca hemos visto. Y, francamente, da vía libre a las empresas surcoreanas, japonesas y europeas que están trayendo entre un millón y medio y dos millones de vehículos a EEUU, que no estarán sujetos a esos aranceles mexicanos y canadienses", apunta.
Una opinión que comparte General Motors, que ya está tomando medidas para mitigar estos nuevos aranceles, a base de reducir el inventario de importación. La consultora Anderson Economic Group considera que será "un triple golpe para la industria del automóvil".
Las marcas de coches están atravesando una profunda crisis derivada de la transición al coche eléctrico. Inmersas en plena política de recorte de gastos, sumar impuestos más elevados a materiales esenciales para la fabricación de los automóviles supone añadir más piedras a su maltrecha mochila. Si bien Ford ha mejorado sus beneficios respecto a 2023, el incremento está por debajo de sus expectativas.
Sin excepción siendo ahora excepción. Esta situación de las marca de coches se deriva precisamente de una medida adoptada por Trump durante su primer mandato. Su Ejecutivo impuso aranceles del 25 % al acero y del 10 % al aluminio, pero concediendo excepciones a varios países. Canadá y México entre ellos. Esto se recogió en el Acuerdo Comercial de Estados Unidos, México y Canadá (USMCA por sus siglas en inglés).
Gracias a esta excepción los fabricante de coches de EEUU firmaron grandes inversiones en estos dos países vecinos, donde se conciben piezas y componentes. Éstos cruzan la frontera varias veces durante del proceso de fabricación, lo que supone aplicar ese arancel en cada ocasión. Los coches están literalmente hechos casi al completo de acero o aluminio.
Aranceles más caros para los coches importados. Para equilibrar la balanza, sobre la mesa de Trump también está imponer aranceles más elevados a los coches importados a EEUU. Una medida que sí que ve con buenos ojos Jim Farley:" Aplaudimos la idea del presidente Trump de examinar todas las importaciones de vehículos a Estados Unidos. Las políticas comerciales integrales son imperativas para lograr la visión del presidente de fortalecer la industria automotriz estadounidense".
Actualmente, los coches que se importan a EEUU van gravados al 2,5 %, a excepción de los chinos que tienen uno específico mucho más elevado. Una tarifa bastante más baja que la que aplica Europa, que es del 10 % (a excepción de los modelos chinos eléctricos que suman adicionales). La cuarta parte de los coches que se venden en EEUU son importados, excluyendo de los mismos a los concebidos en Canadá o México.
Así, y como ocurre con las materias primas como el acero y aluminio, la intención de EEUU es equiparar el impuesto de importación que se aplica a los coches, lo que se traduce en una ventaja para las marcas norteamericanas pues los importados repercutirán la tasa en el precio y serán más caros. De momento lo único que se ha detallado es que se impondrán desde el 2 de abril, pero no la tarifa exacta así como los países afectados.