En el paraíso de las infraestructuras gigantes están pensando que carreteras más pequeñas son carreteras más seguras

Parece natural pensar que si vemos una carretera ancha, nos sentiremos más seguros para circular a una velocidad más elevada que si se tratara de una más estrecha. Y en EEUU tienen carreteras más anchas que en España: aquí el ancho mínimo es de 3,5 metros, y allí 3,65.

Este factor se ha vinculado con una mayor mortalidad en áreas urbanas y suburbanas: cuanto más ancho es un carril, más se acelera, y ni los radares ni los controles policiales ni las campañas de concienciación parecen poder frenarlo. La solución: hacer las carreteras más pequeñas.

"Todos sabemos que la gente conduce más rápido en carriles más anchos, pero necesitamos que los ingenieros lo digan"

En el mundo, solo China supera a EEUU en cuanto a número de carreteras de alta capacidad, con unos 150.000 y 96.000 kilómetros respectivamente. Es un país de pick-ups enormes en el que la red de transporte público es muy deficitaria fuera delas grandes urbes. Una concienzuda reflexión del urbanista estadounidense Jeff Speck defiende la necesidad de se reconozca oficialmente que las carreteras anchas matan más que las estrechas. En ella recoge muchos estudios que han analizado esta relación directa coinciden en que en las vías de 3 metros estudiadas no se produjo un aumento de los accidentes, de hecho disminuyeron.

Otro estudio determinó que el aumento del ancho de los carriles podría ser el responsable de aproximadamente 900 muertes adicionales por año. A más velocidad, más probabilidad de muerte en un accidente. Aquí se señala que cuatro de las cinco ciudades estadounidenses más mortíferas para caminar se encuentran actualmente en Florida. Y las autoridades han tratado de atajarlo de todas las maneras posibles menos a nivel de ingeniería.

¿Qué pasaría si estos carriles se redujeran a 3 metros de ancho, como se propone? Tres cosas. En primer lugar, los coches circularían con más precaución. En segundo lugar, habría aproximadamente dos metros y medio disponibles a cada lado de la calle para crear carriles para bicicletas protegidos, protegidos por bordillos sólidos. En tercer lugar, la presencia de estos carriles para bicicletas haría que las aceras fueran más seguras para caminar.

El problema, analiza Speck, es que se necesitan más ingenieros que alcen la voz respecto a este problema, y mientras 'solo' sean investigadores y doctores los que elaboren estos estudios, no habrá un cambio efectivo. "Cada carril urbano de 3,65 metros que no se reduzca a 3 representa una forma de negligencia criminal; cada lesión y muerte, tal vez evitables, no evitadas, por elección propia", sentencia este experto.

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