Es oficial, Elon Musk ya no está interesado en hacerse con Twitter. Este fin de semana, el CEO de Tesla ha transmitido a la Comisión del Mercado de Valores de EEUU que cancelaba definitivamente su operación de compra sobre la conocida red social.
En el escrito presentado por sus abogados ante la autoridad bursátil estadounidense, Musk justifica su retirada alegando que la compañía tecnológica no estaba cumpliendo con algunos puntos del acuerdo de adquisición, como aportar la información sobre la cantidad de cuentas falsas y bots publicitarios que se mantienen en activo.
La noticia no ha sido del agrado de los responsables de Twitter, quienes anuncian que tomarán medidas legales para obligar al multimillonario a cumplir con su palabra y abonar los 44.000 millones de dólares acordados entre ambas partes.
Sólo dos salidas: pagar... o pagar aún más
La compra de Twitter por parte de Elon Musk comenzó a fraguarse a principios de abril cuando este último consiguió convertirse en el accionista mayoritario de la compañía. Apenas dos semanas después, la red del pájaro azul ya tenía encima de la mesa la cuantiosa oferta que finalmente aceptaría.
Dicho acuerdo contiene una exigencia que ahora el empresario sudafricano utiliza como 'caballo de batalla': para hacer efectiva la compra, Twitter debe demostrar que los bots y los perfiles falsos representan menos del 5% del total de las cuentas activas. De lo contrario, se entiende que el trato queda invalidado por culpa de la tecnológica.
Según el equipo legal de Musk hasta ahora Twitter ha desoído las múltiples peticiones para acceder a esta información, la cual consideran clave a fin de conocer con detalle el rendimiento de la empresa californiana. De hecho los abogados recalcan que los escasos datos recibidos no permiten "realizar el análisis sobre el spam que el Sr. Musk deseaba hacer".
Por su parte, al amenazar con los tribunales los directivos de la red de mensajes cortos buscan o bien que Musk cumpla con su palabra y abone los 44.000 millones acordados, o bien (en el peor de los casos) que su cambio de parecer le salga caro.
En este sentido, otras dos cláusulas juegan en contra del CEO de Tesla. En primer lugar, aquella que obliga a quien rompa lo pactado a pagar 1.000 millones de dólares a la otra parte como compensación. Y en segundo lugar figura otra que permitiría a Twitter forzar la consumación del acuerdo mediante una sentencia judicial.
De una u otra manera, parece que Elon Musk tiene muchas papeletas para salir perdiendo en este tira y afloja. Una negociación en la cual la misma Tesla hace acto de presencia, pues parte de los 44.000 millones de dólares en juego procede de créditos bancarios avalados con acciones de la marca de Fremont.
No obstante un hipotético fracaso de la operación no pondría en peligro la marcha de Tesla ya que, aun perdiendo esas acciones comprometidas (cuyo valor alcanza los 62.500 millones de dólares) Musk seguiría siendo su accionista principal y podría, por tanto, seguir llenando el mundo con sus coches eléctricos.