El verano de 2022 deja cifras muy preocupantes en lo que a siniestralidad vial se refiere. Después de recuperar los niveles de desplazamientos que daban antes de la pandemia del Covid-19, en julio y agosto se han registrado 225 muertes en las carreteras españolas.
Son diez fallecidos más que en el mismo periodo de 2019, el último año de referencia estadístico por ser el anterior al estallido del Coronavirus. Las carreteras convencionales continúan siendo las que más siniestros mortales registran.
El verano de 2022 ha sido más trágico en las carreteras
Los números del verano 2022 contrastan con los buenos datos que dejó 2020 tras registrarse la cifra más baja de fallecidos de la historia. También con los de 2021, el segundo año con la cifra de mortalidad más baja de la historia.
“No son buenos datos. En siniestralidad vial nunca lo son. Vamos a proseguir con la agenda marcada en la Estrategia de Seguridad Vial 2030, que incluye las medidas que deben permitirnos reducir los siniestros de tráfico y sus dramáticas consecuencias”, ha dicho el Ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska tras hacer balance en una rueda de prensa en la que también ha estado presente el máximo responsable de la DGT, Pere Navarro.
El Ministro ha hecho hincapié en que los desplazamientos han aumentado respecto al verano de 2019, registrando 93,4 millones de movimientos de largo recorrido, es decir, 2,2 millones más (un 2,42% más).
La ausencia de restricciones por culpa del Covid-19 y la reanudación de la Operación Paso del Estrecho dos años después han provocado el aumento de los desplazamientos por carretera.
Sin embargo, las víctimas mortales se han incrementado en un porcentaje mayor, puesto que los 225 fallecidos suponen un 4,65% más que en julio y agosto de hace tres años.
Además de haber 10 víctimas mortales más, aumenta en un 7% el número de siniestros mortales, de 198 a 211. En cambio, la cifra de personas heridas hospitalizadas deja una mejor lectura; en 2019 fueron 892 y en 2022 han sido 791: un 11% menos.
De los 225 fallecidos registrados en nuestras carreteras, tres de cada cuatro (173 personas) perdieron la vida en carretera convencional sin separación de sentidos. El resto (52 personas) murieron en autovía y autopistas. En los dos tipos de carreteras, la salida de vía ha sido el siniestro que más víctimas mortales registra, con un 40% del total (91 personas), mientras que la colisión frontal supone el 23% (52 fallecidos).
El 81% de los fallecidos han sido hombres y el 19% mujeres. El perfil más común entre los muertos ha sido el de motorista varón de entre 35 y 44 años que pierde la vida en un siniestro en fin de semana, en carretera secundaria y por salida de la vía, pese a que han muerto seis motoristas menos que en 2019.
En total, han muerto 58 motoristas y dos de ellos no usaban casco en el momento del siniestro. También llama la atención que el 22% de los fallecidos en turismo o furgoneta no utilizaba el cinturón de seguridad en el momento del accidente, mientras que uno de las siete ciclistas que han fallecido tampoco llevaba casco.
Entre los 225 muertos figuran 19 peatones, ocho de ellos perdieron la vida en autopista y autovía y los otros 11 en carretera convencional. Casi todos ellos (15) murieron en el momento del día en el que las condiciones de visibilidad son peores: por la noche, al amanecer o al atardecer; 11 de ellos no llevaban ropa reflectante.
El mismo día que el Gobierno y la DGT han hecho balance de la siniestralidad en las carreteras españolas este verano, se ha anunciado que la educación vial será obligatoria en los colegios e institutos desde este curso, integrándose de manera transversal en otras asignaturas.
De esta forma, la DGT pretende reducir la siniestralidad a través de la educación. Pero tiene otras cuestiones que resolver, como el problema de España con las drogas, puesto que la cifra de positivos en alcohol, cannabis o cocaína no baja, aunque se hacen más controles de alcohol y drogas que el año pasado y la DGT se ha hinchado a poner multas.
Otra de las estrategias de la DGT para rebajar el número de siniestros, es doblar el número de radares de tramo respecto a los que había en 2021. Se han comprado 180 nuevos dispositivos de este tipo, que se suman a los otros 120 convencionales adquiridos este año. En total, 300 radares más que la DGT instalará por nuestra seguridad.
Sea como sea, la cuestión es que los números que deja el verano en materia de siniestralidad vial son peores que en el último año prepandemia, como ha reconocido el Ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska.