Como la nieve o el hielo, la lluvia o la niebla, el viento puede resultar muy peligroso, si no más, durante la conducción. Por ello la DGT recuerda una serie de consejos a tener en cuenta cuando esta inclemencia meteorológica entra en la ecuación.
Si bien no es exclusiva del invierno, se suele dar con frecuencia en los meses más fríos del año. Y es especialmente peligroso si sopla lateralmente a ráfagas o rachas fuertes. Además, el aire puede además ocasionar varios efectos mientras se conduce, como es el efecto pantalla o el efecto tijera.
Viento lateral: ojo a la dirección y la velocidad
Las ráfagas de viento, esencialmente si son laterales respecto a la vía, pueden desestabilizar un coche o moto, y otros vehículos ligeros, lo que se traduce en una modificación de la trayectoria "en décimas de segundo", pudiendo lanzar los mismos contra otro vehículo, los elementos de protección de la vía o fuera de la carretera.
Por este motivo, tal y como recuerda la DGT, hay que prestar especial atención cuando el viento sopla fuerte y lo hace a rachas, ya que nuestro hacer al volante puede ayudar a neutralizar sus efectos y así evitar un posible accidente, siendo claves elementos como la dirección o aspectos como la velocidad.
- Observa el entorno: lo primero es detectar la dirección e intensidad a la que sopla el viento. Para ello nos podemos valer de las mangas de viento (anemoscopios) que a veces se ubican en los laterales de la carretera o bien en la vegetación (árboles o arbustos que estén en la mediana o en las inmediaciones de la vía).
- Agarra con firmeza el volante: si observamos fuertes rachas de viento, que también se pueden apreciar porque puede empujar el coche o la motocicleta, lo aconsejable es sujetar firmemente el volante con las dos manos y, de necesitarlo, hacer ligeras y suaves correcciones en contra de la dirección del viento.
- Evita movimientos bruscos al volante: como con nieve, lluvia o hielo, los movimiento bruscos en la dirección del automóvil no son amigos del aire, pues pueden favorecer los bandazos.
- Reduce la velocidad: una velocidad elevada tampoco es buena compañera del viento. La DGT recomienda adecuarla a la fuerza del viento, que básicamente se traduce en reducirla, pues cuanto más despacio se circule menor será el desplazamiento lateral en caso de ser golpeados por una ráfaga de aire.
Asimismo es recomendable circular con un régimen alto de revoluciones, pues el control aumenta sobre el coche. Para ello podemos bajar la marcha, reduciendo a una menor a la habitual. En los coches automáticos también se puede gestionar ya sea desde la palanca o levas para asegurar una mayor retención.
- Circula por el centro de carril: dado que el viento lateral puede desplazarnos, ya sea a otro carril o fuera de la carretera, lo ideal es intentar discurrir por el centro del vial. Una máxima que hay que cumplir especialmente en carreteras convencionales, ya que si disponen de un solo carril por sentido puede arrastrarnos a la dirección contraria y se puede sufrir una colisión frontal.
- Baca no, cofres sí: lo ideal es no llevar equipaje en el techo o por ejemplo bicicletas, ya que afecta a la aerodinámica y hace el coche aún más inestable. No obstante, si no tenemos más remedio que portar carga más allá del maletero, lo ideal es hacerlo en cofres o baúles cerrados, pues están diseñados para ofrecer la menor resistencia posible.
El aire en carretera y sus efectos al volante
El viento en carretera puede favorecer dos efectos durante la conducción que son especialmente peligrosos: el efecto pantalla y el efecto tijera. Así se producen y así pueden evitarse.
Efecto pantalla
Cuando el viento sopla en dirección lateral respecto a la carretera, es decir perpendicular a la misma, se puede producir este efecto en determinadas situaciones como por ejemplo al adelantar un vehículo voluminoso, pero también al atravesar un túnel o al pasar un edificio, pues operan de parapetos.
En el caso de adelantar un camión o un autobús, éste nos tapa el viento lateral en caso de soplar desde la derecha. De esta manera, primeramente nuestro coche puede modificar su trayectoria lateralmente hacia el camión al dejar de estar afectado por la ráfaga, para después lanzarnos en la dirección a la que sopla cuando lo rebasamos.
Por ello, lo aconsejable es modificar ligeramente la dirección tanto al empezar a adelantar al camión como al salir de su cobertura, para lo que se debe estar prevenido. En el primer caso lo suyo es corregir la trayectoria separándonos del vehículo y en el segundo en contra de la dirección del aire para que no nos arrastre.
Y lo mismo se aplica al entrar en un túnel o salir del mismo, realizando idénticos movimientos al volante.
Efecto tijera
Otro de los efectos que puede producir un viento fuerte es el llamado efecto tijera, aunque solo se aplica en caso de llevar un remolque o de los vehículos articulados.
Básicamente este efecto puede hacer que el remolque se gire hacia el coche o cabeza tractora al ser golpeado por el viento lateralmente e incluso puede llegar a volcar.
Y esto es tremendamente peligroso, ya que el remolque puede impactar contra otros vehículos al invadir otro carril, además de que impide que el vehículo siga circulando, aumentando el riesgo de alcance.
Si bien para minimizar este efecto podemos reducir la velocidad hasta que notemos que podemos tirar de él sin que nos desestabilice, también la tecnología ayuda a evitarlo.
Es el caso de los coches equipados con ESP, un sistema que, por cierto, es obligatorio en Europa desde noviembre de 2014 en todos los coches y furgonetas de nueva fabricación.
El ESP, o control de estabilidad, no solo evita posibles pérdidas de adherencia: esta tecnología también detecta cualquier signo de inestabilidad, lo que incluye un golpe de viento lateral. Así, si hace lo propio, actúa sobre los frenos de forma automática, ajustando la velocidad para evitar el temido giro del remolque o que el mismo vuelque.
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