1,4 millones de personas tienen problemas de salud mental graves con un grado variable de discapacidad. Y un 3% de la población española tiene serias dificultades a la hora de conducir por desórdenes psicológicos. De estos, 340.000 están en edad de trabajar y necesitan un coche para moverse.
El vehículo propio se convierte así en una importante herramienta para que consigan no solo la integración laboral que buscan, sino la autonomía a la que cualquier persona aspiraría. Aquí es donde entran en juego la enfermedad, las renovaciones del carnet, y la conducción. Y sobre todo la valentía de dejar atrás el miedo para ponerse al volante.
El coche como un derecho básico a la movilidad de la ciudadanía
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho personas en el mundo (lo que equivale a 970 millones de personas) padece un trastorno mental. Los más comunes son la ansiedad y los trastornos depresivos, que en 2020 aumentaron considerablemente debido a la pandemia de la Covid-19.
Y pesar de lo frecuentes que son, aún siguen siendo un tabú. Algunas de las personas que las padecen cuentan, afortunadamente, con apoyo psicosocial por parte de las instituciones para poder llevar una vida lo más normalizada posible. Y eso incluye un trabajo, y lo que es aún mucho mejor, un carnet de conducir que les permita o trabajar, o llevar una vida autónoma. O las dos cosas.
Y es que la conducción del vehículo privado es considerado un derecho de las personas y la Directiva 2006/126/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 20 de Diciembre de 2006, sobre el permiso de conducción, pone de manifiesto la importancia de los medios de transporte individuales, destacando la necesidad de adoptar disposiciones específicas que favorezcan el acceso de las personas con discapacidad a la conducción de vehículos.
Por las consecuencias tan importantes en la esfera personal, laboral, social, e incluso económica que puede tener el denegar el permiso o restringir la circulación a una persona por alteraciones psicofísicas, la evaluación de su capacidad para conducir debe ser rigurosa. El objetivo es garantizar la obtención o la prórroga de un permiso adaptado a sus condiciones o por el contrario informar negativamente en el caso de que no cumple los requisitos.
La odisea de obtener el carnet de conducir con un trastorno psicológico
En el este último caso, no todas las enfermedades se consideran un factor de riesgo de siniestro, ni todas se asocian al mismo nivel de riesgo, explica el Ministerio de Sanidad y la DGT en su Protocolo de Exploración médico-psicológica para Centros de Reconocimiento de Conductores (CRC).
"Además generalmente, cuando la enfermedad está controlada y existe un buen cumplimiento del tratamiento el riesgo se reduce considerablemente", menciona el protocolo.
Se debe tener en cuenta que cada individuo es único, y según apunta este manual, que "las diferencias en la forma de presentación de una enfermedad entre unas personas y otras, el momento evolutivo, la respuesta al tratamiento, el tipo de fármaco empleado, la asociación a otros problemas (consumo de alcohol, otras sustancias, etc.), hacen necesaria la valoración de la aptitud de las personas que conducen de forma individualizada".
En España la evaluación de la aptitud psicofísica para conducir la realizan los CRC, centros que tienen encomendada una importante labor preventiva. Sus profesionales de medicina, psicología y oftalmología deben realizar una labor de cribado para determinar si el riesgo vial de la persona conductora que padece una alteración o una enfermedad es "asumible" y si dicho riesgo se puede reducir con medidas preventivas.
Obtener un carnet de conducir, o mantenerlo cuando se sufren problemas de salud mental supone un reto importante para la persona y con frecuencia un motivo de preocupación para las y los profesionales encargados de su tratamiento y control, especialmente cuando se trata de un uso profesional del vehículo.
"Hay que tener en cuenta que el ciudadano declara decir la verdad y no ocultar ninguna enfermedad o deficiencia a la hora de ser reconocido en el CRC. Se realiza una anamnesis que debe ser respondida con veracidad", detalla a Motorpasión Bonifacio Martín, Doctor en Psicología y Seguridad Vial y secretario general de la Asociación Española de Centros Médico Psicotécnicos.
Los CRC disponen de baterías de test (mini-mental, test del reloj, …), además de las pruebas informatizadas de coordinación bimanual visomotriz y de la velocidad de anticipación, cuya ejecución permite valorar la aptitud y capacidad mental para la conducción. El juicio clínico se complementa con la actitud y comportamiento del conductor o aspirante en la realización de las pruebas que se le practican, detalla el doctor Martín.
En estos casos, el periodo de vigencia del carnet de conducir es menor al ordinario como ocurre con otras afecciones médicas: "Cuando, excepcionalmente, y con dictamen favorable de un neurólogo o psiquiatra, los trastornos no impidan la conducción, el periodo de vigencia del permiso o licencia será como máximo de un año en la mayoría de los trastornos y a criterio facultativo en otros, pero siempre con informe favorable".
Miguel Ángel es Técnico de Apoyo a la Inserción Laboral en el Centro de Rehabilitación Laboral de Móstoles de Grupo Exter -un centro concertado con la Comunidad de Madrid- y su principal cometido es que las personas con enfermedad mental que acuden puedan acceder al mercado laboral y mantener sus empleos. Aquí, el vehículo es una importante herramienta de trabajo.
Nos cuenta que los usuarios del centro tienen que renovar su carnet cada dos años de media, y que el diagnóstico y sobre todo la medicación juegan un papel fundamental a la hora de conducir. "Hacen el trámite de renovación de manera autónoma", explica. Sin embargo, para obtenerlo necesitan un informe favorable del psiquiatra, algo que les genera mucho miedo, reconoce. A pesar de ello, la mayoría no tienen problema para obtenerlo.
"Todo fue bien hasta que me diagnosticaron"
Guillermo (nombre ficticio), de 52 años, es usuario del Centro de Rehabilitación de Móstoles. Se sacó el carnet con 22 años, y tuvo su primer brote de esquizofrenia con 27 años.
La esquizofrenia, una condición con frecuencia incapacitante y muy estigmatizada, se caracteriza por distorsiones inapropiadas y/o intrusivas del pensamiento, de la percepción y del afecto pero que no afecta a la consciencia ni a las capacidades intelectuales. Se calcula que en 2021 se registraron alrededor de 207.600 casos en España y afecta al 1 % de la población adulta en Europa.
"Siempre he sido respetuoso con la carretera. Todo fue bien hasta los 27 años, cuando me diagnosticaron. Al principio no podía conducir y mi familia no me dejaba". Tras un periodo de parón, retomó la conducción y ahora usa el coche para ir a trabajar, ir a visitar a familiares viajar... Se siente cómodo conduciendo y le gusta, aunque reconoce que al principio le provoca cierto nerviosismo.
Entre la medicación que toma se encuentran los antidepresivos, por ello necesita el informe de un psiquiatra para obtener la renovación de carnet cada año. En tratamientos como el de la depresión, generalmente se utilizan fármacos antidepresivos que a veces al inicio se asocian a otros que ayudan a controlar la ansiedad, el insomnio, etc.
Problema añadido: cualquier incidente burocrático o laboral relacionado con la renovación puede dejar a Guillermo -y a cualquier persona- sin informe (en este caso no buscaron una sustituta para su psiquiatra una vez se dio de baja, por lo que tuvo que pasar por una odisea administrativa para lograrlo).
"Llevo mucho tiempo estable y ya me conocen, por lo que no suelo tener problemas para renovar el carnet más allá de este caso", relata a Motorpasión.
Una de las razones que le empujó a dejar a un lado el miedo a conducir fue la libertad de poder viajar de forma autónoma, sin depender de transporte público. Un buen progreso de su enfermedad y los informes favorables de su psiquiatra hicieron el resto.
Cómo afectan las enfermedades psicológicas a la conducción
Las enfermedades y deficiencias que son causa de denegación o de establecimiento de condiciones restrictivas para la conducción se contienen en el Anexo IV del Reglamento General de Conductores: delirium, demencia, trastornos amnésicos y otros trastornos cognoscitivos, esquizofrenia o trastorno delirante, trastornos del estado de ánimo, de la personalidad o del control de impulsos, de desarrollo intelectual o trastornos por déficit de atención cuya gravedad implique riesgo para la conducción.
En general, no deben existir trastornos disociativos, adaptativos u otros problemas objeto de atención clínica que sean funcionalmente incapacitantes para la conducción.
La DGT especifica que, cuando excepcionalmente exista dictamen de un psiquiatra o psicólogo favorable a la obtención o prórroga, se podrá reducir el período de vigencia del permiso o licencia según criterio facultativo.
Como hemos apuntado anteriormente, el riesgo varía en función de la enfermedad que se padezca, del momento evolutivo del paciente y de la existencia o no de deterioro en la capacidad para percibir el entorno de circulación, en la atención, memoria, control de los impulsos...
"El médico me ponía muchos sedantes. No podía coger el coche"
Muchas enfermedades mentales bien en momentos puntuales o bien en períodos de tiempo más largos pueden hacer desaconsejable o incluso impedir que el paciente conduzca: depresión, ansiedad, esquizofrenia, Trastorno Obsesivo Compulsivo, trastornos de personalidad...
En general, con el tratamiento los pacientes que padecen un trastorno mental mejoran. Deben, eso sí, consultar al médico la conveniencia de conducir.
Según datos de la DGT, cerca del 30 % de los conductores están en tratamiento con algún fármaco y más de la mitad de los conductores en tratamiento toman dos o mas fármacos simultáneamente.
Entre los medicamentos que pueden disminuir la capacidad para conducir están los que se utilizan para tratar el insomnio, la ansiedad, la psicosis, la depresión, la epilepsia, el párkinson, el dolor, las alergias, la gripe y catarro o las alteraciones de los ojos.
Estos fármacos pueden tener efectos adversos, a los que el conductor tiene que prestar especial atención, como somnolencia, dificultad para concentrarse o para permanecer alerta, alteraciones de la visión, sensación de vértigo, lentitud de reacción, alteraciones de la coordinación, sensación de inestabilidad, mareos...
Las principales recomendaciones sanitarias establecen que se debe evitar conducir "cuando aparezca la sensación de apatía, desmotivación o fatiga", limitar la conducción a trayectos conocidos y conducir en compañía de personas en las que se pueda apoyar.
Algunas veces la medicación imposibilita la conducción, pero muchas personas con enfermedad mental consiguen estabilizarse tras un laborioso camino, y llevar una vida lo más 'normal' (si es que existe ese término) posible.
Es el caso de Antonio (nombre ficticio), que tras más de 20 años en tratamiento psiquiátrico -prefirió no compartir detalles- puede ver la incidencia de la enfermedad mental con perspectiva. Antiguo usuario del Centro de Inserción sociolaboral de Móstoles, accedió a un trabajo como repartidor para un supermercado que le dio la estabilidad laboral que necesitaba, pues estuvo cerca de nueve años ejerciendo esta profesión.
Antonio se sacó el carnet a los 18, cuando aún no había sido diagnosticado. "Por aquel entonces fue cuando empecé a ver que algo pasaba y acudí a un psiquiatra". A la hora de conducir, uno de los principales obstáculos, nos cuenta, es la medicación:
"Tuve un médico que me ponía muchos sedantes de mañana, y en mi primer trabajo tenía que levantarme muy pronto y lo pasaba muy mal. Lo hablé con el médico y me aconsejó que no cogiera el coche". Así que tuvo que estar varios años sin conducir.
Por fortuna, solo se encontró en esta situación una vez -dosis muy altas de medicación- en la que estaba al inicio del tratamiento. Un cambio de medicación y menos sedantes fueron la clave para retomar una conducción más segura.
Ahora, Antonio utiliza el coche a diario para ir a trabajar o irse de vacaciones y la medicación que toma es mínima. "Conducir me ayuda a centrarme. Cuando me siento ansioso coger el coche hace que me tenga que centrar en la tarea de conducir y me obliga a dejar a un lado esa ansiedad", relata a Motorpasión.
Cuando es la ansiedad la que 'ataca'
El problema de salud mental más frecuentemente registrado en las historias clínicas de atención primaria es el trastorno de ansiedad. Según datos del Ministerio de Salud, afecta al 6,7% de población con tarjeta sanitaria. Es un problema con frecuencia relativamente estable entre los 35 y 84 años, y a la hora de enfrentarse a una tarea como es la conducción, puede aparecer de forma recurrente.
Elena Asenjo es psicóloga. Apunta a que la complejidad de estas patologías aumenta cuando se trata de personas cuya profesión es la conducción y son responsables o bien de mercancías o de personas.
"Están expuestos a exceso de responsabilidad. La sensación de estar en peligro y de temer por tu vida cuando eres tu el responsable de vidas genera inseguridad, ansiedad, ataques de pánico y miedos que se retroalimentan", detalla a Motorpasión Asenjo.
Las consultas más frecuentes, indica, tienen que ver con cómo gestionar estas inseguridades para evitar que deriven en ataques de pánico o situaciones incapacitantes. "Es importante ir a terapia y combinar el apoyo psicológico y psiquiátrico. Otras veces los propios profesionales de la salud recomiendan una baja laboral hasta que mejore el cuadro".
Lo primero detectar qué pensamientos irracionales y negativos están interfiriendo para modificarlos y sustituirlos por otros más adaptativos, realistas y racionales. La respiración y relajación también hacen un trabajo muy efectivo a la hora de enfrentarse a la conducción.
Carmen (nombre ficticio) tiene 59 años. Se sacó el carnet a los 18, y por entonces aún no había sido diagnosticada, ya que su Trastorno Obsesivo Compulsivo con la limpieza comenzaría muchos años después.
Su TOC le impide llevar una vida normal, ya que cualquier gesto como tocar superficies o dejar sus pertenencias -sobre todo en hospitales- se convierte en un ritual cíclico de limpieza de manos. En casa, tareas como poner la lavadora se alargan más de lo esperable.
Para Carmen la conducción no es una necesidad en su día a día, pero desde hace años lo enfrenta como un desafío: "Me entra pánico ir a sitios lejos de casa y que no conozco, sobre todo a la autopista". Aún así conduce sola para hacer recados, ir al centro de reinserción o comprar.
Las enfermedades mentales no son algo excepcional. Se estima que una de cada cuatro personas tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida, y la OMS advierte que serán la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030. También desde esta organización calculan que los países gastan en promedio solo el 2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental.
Destinar fondos públicos a programas de inclusión sociolaboral, a la salud mental, a sensibilizar en torno a la enfermedad mental y contra la estigmatización y simplificar la burocracia en cuanto a la renovación del carnet de conducir son políticas que al final, nos acabarán beneficiando a todos.