Hace días que arrancó la campaña sobre accidentes de tráfico con la que la DGT vuelve a los años 90: dureza en el mensaje, crudeza en las formas. "En un accidente de tráfico, ¿quién prefieres ser: quien vive o quien muere?", inquiere una voz algo rasposa mientras asistimos desde el sofá a una orgía de luces azules, amarillas y rojas, mantas isotérmicas y pasillos de hospital manchados de una sangre que salpica en el alma.
La campaña sitúa al espectador ante un dilema absurdo de base: quién prefieres ser en un siniestro vial, un fallecido o un herido. Obviamente la respuesta esperada es la de mejor prevenir que lamentar, pero las formas empleadas en la campaña son tan agresivas que uno viendo el spot en su casita ya es que casi prefiere que lo maten a que lo asusten de esta manera.
Para muestra, las dos películas que ha previsto la DGT en paralelo para ilustrar qué ocurre cuando uno muere en un mal llamado accidente de tráfico, y qué sucede cuando uno sobrevive al siniestro vial. A continuación vemos las piezas más largas para cada una de las dos opciones, y luego se han preparado piezas más cortas y spots de formato breve, para insertar a modo de flash recordatorio. La campaña está en radio, cine, tele, papel, internet y soportes exteriores.
Morir o sobrevivir, esa es la cuestión
Lo positivo de esta campaña de la DGT es que visibiliza por fin a la mayor parte de las víctimas de tráfico: aquellas que no mueren sobre el asfalto, pero quedan heridas de por vida. A nivel psicológico, lo primero. A nivel físico, muchas veces también. Si en el mundo se registran cada año 1,25 millones de fallecidos viales, no hay que olvidar que en torno a 50 millones de personas quedan heridas de diversa consideración.
Asimismo, la DGT visibiliza a los familiares y allegados de las víctimas de tráfico. Se calcula que por cada víctima directa sufren a un alrededor un centenar de personas, entre parientes, amigos y conocidos. Si uno se mata en la carretera, deja tras de sí un reguero de gente llorando. Si queda herido, también.
Todo esto, en unas películas donde la víctima es también el verdugo. La DGT ha querido entrar a degüello contra los causantes de los siniestros viales, y eso es positivo también. Se da tregua al mantra "evita que te maten" que nos dejaba a todos con cara de "y a mí qué me cuentan, si yo intento hacer las cosas bien", y se pone el acento sobre la idea "oye, no mates a la gente (ni te mates tú tampoco)".
Lo negativo viene dado por las formas empleadas, y no estamos hablando de los vergonzosos errores ortotipográficos que se ven en los subtítulos, que los hay, sino de la concepción del proyecto. Algo huele a prisas en el reino de la DGT con motivo de la campaña #VivoMuerto, y toca preguntarse por qué.
El momento de la campaña #VivoMuerto de la DGT
¿Susto o muerte? La campaña ha llegado oportunamente antes del puente de Todos los Santos, como los niños que dicen lo de "truco o trato", y se repetirá en cada ocasión en la que haya desplazamientos masivos por carretera. Tiene su lógica. Hay desplazamientos masivos, como los de Navidad o los de Semana Santa, que incluso se utilizan como barómetro, a nivel estadístico.
Y las estadísticas, precisamente, son las que motivan este giro radical. Decía al presentar la campaña a los medios el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que en esta ocasión han querido alejarse de las ideas que utilizaron en las últimas campañas: mostrar las consecuencias de la siniestralidad vial. Ahora, con unas cifras de mortalidad en alarmante ascenso, han sacado a pasear la artillería pesada. Vuelta a la idea de 'Las imprudencias se pagan cada vez más'.
Sí, es una pena que ni en el archivo de la DGT se conserve una copia mejor.
En 1992 la DGT sorprendió con esta campaña, que incluso tiraba de actores británicos doblados al español ¿para dar verosimilitud? a las escenas más truculentas que se habían visto nunca en un spot de la DGT. El año anterior, por ejemplo, el lema era algo tan naíf y cursi como 'La vida es el viaje más hermoso'.
Y de repente, sangre y llantos a la hora de comer, cuando la televisión dominaba de forma abrumadora el universo de los medios de comunicación.
El entonces director de la DGT, Miguel María Muñoz, explicó que esta línea dura se inspiraba en los buenos resultados estadísticos que se cosecharon con campañas similares en países como Australia, Canadá o Reino Unido.
"Cuanto más fuerte sea el impacto, más fuerte será la mella que haga sobre los conductores", explicó Muñoz a los medios, y sea como fuere la DGT vio recortar cifras de fallecidos en sus estadísticas. Si las carreteras y los vehículos mejoraron como no lo habían hecho antes de aquel momento disruptivo, eso es algo que nunca quedará suficientemente reflejado en la historia oficial.
Ahora Pere Navarro recoge el fruto de la semilla que sembró Muñoz y se toca la testa con una gorra de plato, en el afán de dar su merecido a los conductores más peligrosos de la carretera. Toca impactarlos con esas cosas que seguramente ni se han planteado cada vez que pisan a fondo, beben o cogen el móvil.
Hasta aquí, es una idea coherente. Si en el pasado funcionó y las estadísticas bajaron de forma evidente, ¿cómo no va a funcionar ahora?
El problema es el target. La DGT de Pere Navarro dispara al conductor con bala de plata, pero con escopeta de feria. Quien ve estos anuncios quizá no necesita el impacto, más que nada porque sus valores ya son proclives a la conducción segura y lo único que hace es reafirmarse en sus convicciones.
¿Y cómo reacciona el conductor que sí necesita los anuncios de la DGT? Con una gran probabilidad se reafirmará en sus convicciones, porque cambiar de opinión cuesta algo más que un impacto, que dos o que tres. Y, de hecho, es posible que a partir del tercer impacto el sujeto desconecte y decida que los sermones no le van. Es lo que tienen la polarización de los valores y el refuerzo de las convicciones.
La solución pasa por la reeducación bien estructurada. De nada sirve el impacto si este no viene arropado por un conjunto de acciones que sirvan para canalizar el cambio de actitud del conductor que causa siniestros viales. De hecho, el impacto es un paso más —necesario, pero sólo uno más— en una cadena que incluye la asunción de responsabilidades por parte del conductor que causa siniestros viales, así como la información veraz y completa acerca de los siniestros viales.
Esto lo saben perfectamente en la DGT, más que nada porque esa es la base de muchas actividades formativas, pero esta consideración se ha quedado fuera en estos anuncios. Ya lo dicen, ya, que las prisas son malas consejeras...
Si quieres más información, o si quieres pasarlo mal mientras la DGT te muestra su dedo más acusador, visita la web de esta campaña: #VivoMuerto.
En ese microsite, aparte de los vídeos que has visto, te darán cuatro datos sobre los factores que se encuentran con mayor frecuencia en los siniestros viales: el uso del móvil y el consumo de alcohol y otras drogas, además de la velocidad como factor concurrente en los siniestros viales mortales. No esperes nada más de un espacio que podría haber sido aprovechado de un modo más eficaz.
En resumen: muchas lucecitas, mucho impacto visual... y demasiado trabajo de una gente muy válida que hay en la DGT, en la Guardia Civil, en el Samur y en los Bomberos, para tener al final un resultado que se queda en la superficie, no llega a quien debe llegar y por tanto es complicado que logre su propósito. Una lástima.