Ya sabíamos que las ratas eran capaces de jugar al escondite, utilizar herramientas y orientarse en un laberinto para conseguir comida. Pero nunca habríamos imaginado que fueran capaces de conducir. Sí, literalmente conducir, coches a su escala, pero conducir al fin y al cabo. Y lo mejor de todo es que les encanta.
La revista New Scientist recogía los resultados de este extraño experimento llevado a cabo por un equipo de neurobiólogos de la Universidad de Richmond (Virginia) y publicado en la revista Behavioral Brain Research en 2019. El experimento demostraba que el cerebro de estos roedores es aún más flexible de lo que se pensaba. Y ahora, un nuevo estudio sugiere que las ratas disfrutan conduciendo como el que más. Si hasta dan acelerones impacientes por salir a conducir.
¿Te gusta conducir?
El trabajo de la investigadora Kelly Lambert, la neurocientífica de la Universidad de Richmond que desarrolló el experimento inicial, y su equipo aún tiene mucho que desvelar. En el verano de 2020, en plena pandemia de Covid-19, Kelly Lambert “notó algo inusual” en las ratas.
Las tres ratas entrenadas para conducir se abalanzaron hacia la jaula, “saltando como hace mi perro cuando le preguntas si quiere salir a pasear”, escribió en The Conversation.
Se preguntó si nunca había notado este comportamiento o si las ratas estaban anticipando el placer de otro paseo en sus coches a escala. “En cualquier caso, parecían sentir algo positivo, quizá excitación y anticipación”, afirma.
Así, Kelly Lambert realizó nuevas pruebas para determinar si las ratas realizaban una tarea, como conducir, simplemente por una recompensa física, como comida, o por una recompensa emocional, es decir, porque les hacía sentir bien, por ejemplo.
En sus experimentos, las ratas debían conducir hasta su recompensa, unos cereales Froot Loops. En el nuevo estudio se les dio varias rutas posibles, una muy corta y otra mucho más larga.
Dos de los tres roedores escogieron el camino largo. No sólo eso, sino que en otras pruebas las ratas se subían al coche e inmediatamente pisaban el acelerador antes de que el vehículo volviera a posarse en el suelo. “Esta respuesta sugiere que las ratas disfrutan tanto del viaje como del destino”, afirma Lambert. Un poco como nosotros y nuestro amor por los coches, a pesar de todo, y por conducir.
En su primer estudio, Lambert y el equipo ya habían detectado que aprender a conducir, por complejo que fuera, parecía relajar a las ratas. Llegaron a esa conclusión midiendo los niveles de dos hormonas segregadas por sus organismos, la corticosterona, un marcador de estrés, y la dehidroepiandrosterona, un andrógeno conocido como la hormona de la juventud y asociada a la reducción de los efectos del estrés.
Foto | Kelly Lambert, CC BY-ND