Recientemente un delantero del Lyon, Milan Baros, fue trincado por la policía francesa por circular apaciblemente a 271 Km/h con su Ferrari F430 en compañía de un amigo. El límite de velocidad en el país galo es 130 Km/h con buenas condiciones atmosféricas. Ante la inevitable pregunta de por qué iba tan rápido, soltó una respuesta original cuanto menos:
“Quería que mi amigo escuchara el motor del Ferrari”. Con dos cojones. Me gustaría haber visto la cara del policía al oír eso. A esa velocidad, el motor no negaré que no haga ruido, pero el sonido aerodinámico también mete lo suyo, y es mucho más fácil oir el motor apurando la 2ª y 3ª, en plan “quedarse sordo”, sé cómo suena esa maravilla y alto de vueltas de silencioso no tiene nada.
Como apunte curioso, el F430 a 270 Km/h gasta unos 50 litros de gasolina a los 100 Km y emite 1 Kg de CO2 por kilómetro. Al parecer, le confiscaron el coche, el permiso por tres años y tuvo que pagar una multa de 1.500 euros, vamos, calderilla para los sueldos que cobran los futbolistas de su categoría.
Lo siento Milan, no ha colado. Al menos te has llevado el galardón al más rápido de todo el departamento (región en Francia) en lo que va de año. Ocurrió en la A42 entre Ginebra y Lyon.
¿Qué habría pasado si esto acontece en España?
Fuente | La voz de Galicia y Le Blog Auto
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