Hoy en día se habla de la Fórmula Uno como de un deporte del más alto nivel tanto tecnológico como de preparación física. Es un deporte profesionalizado totalmente, en el que sus pilotos no se suelen “desmadrar”, o por lo menos, no trasciendo, salvo el caso de Raikkonen, yo creo que más por mala suerte que otra cosa, aunque se corra sus juergas. Hace 40 años, las cosas eran bien distintas, y se podían conseguir cosas que hoy nos parecen increíbles. Eran otros tiempos y había de todo.
Uno de los pilotos más impactantes que ha habido en la Fórmula Uno es, sin duda, James Hunt, o Hunt “the Shunt”, como se le conocía entonces por su extraña tendencia destroza-coches en las fórmulas inferiores a la Fórmula Uno. Este personaje, indisciplinado sin caer en lo desagradable, todo lo contrario a un profesional concienciado con su oficio (opuesto totalmente al estilo metódico de Niki Lauda), amigo de las fiestas y de vivir la vida intensamente, consiguió proclamarse campeón del mundo de Fórmula Uno en 1976, el año del accidente de Lauda en Nürburgring, a los mandos de un McLaren.
Lo llamaban el último boheimo de la Fórmula Uno, un personaje único e irrepetible. Desde luego, la F1 actual me encanta, y más este año, que he visto enormes adelantamientos y cosas que no veía hace tiempo, pero la F1 artesana de antaño debía ser realmente emocionante. Pena que no la haya vivido, o que no sepa dónde puedo revivirla.
Fuente | GP Encyclopedia