Esta es la historia de cómo un puñado de hombres con sus Opel y Mercedes ayudaron a que la Guerra Fría no acabara en distopía nuclear

En esta helada noche de febrero no hay luna ni tampoco tráfico en la carretera. Al volante de su Trabant, Hans ya está cansado y aún le queda un trecho para llegar a Dresden. Surgiendo de la oscuridad, ve en el retrovisor un faro. “En moto por este tiempo, ya hay que tener ganas” pensó.

El faro se fue acercando rápidamente. La moto adelantó a Hans a una velocidad inusualmente alta, incluso para una moto. Y el piloto trasero rojo desapareció en la oscuridad. No le dio tiempo a ver si era una MZ o una vieja BMW.

A bordo de “la moto”, el jefe de misión, sentado detrás, ordena apagar los faros y tomar la siguiente salida. El copiloto, delante, comprueba una última vez con el jefe de misión la ruta a seguir. Sí, la moto en cuestión no era tal, sino un Opel Senator de la británica BRIXMIS en misión en la República Democrática de Alemania, la RDA o antigua Alemania del Este. Al otro lado del Telón de Acero.

La escena en la que al pobre Hans le adelanta “una moto” no es sacada de una novela de John Le Carré o de Ian Fleming, era algo relativamente común en la antigua RDA. En el punto más álgido de la Guerra Fría, un pequeño grupo de soldados británicos, estadounidenses y franceses se pasaban el día conduciendo por territorio enemigo y espiando a las fuerzas soviéticas.

Eran las únicas fuerzas occidentales que se acercaban regularmente al enemigo. En ocasiones, se acercaban incluso demasiado. Esos hombres, con sus Opel Senator, Mercedes y demás coches preparados como lo haría Q para James Bond ayudaron a que la “Guerra Fría se mantuviese fría”, como dijo uno de los ex militares que participó en esas misiones.

Las Misiones Militares de Enlace en Alemania

Oficialmente, eran simples misiones de enlace, pero pronto se convirtieron en una excusa para espiar al enemigo. Y esas misiones se mantuvieron durante 43 años porque, lógicamente, la Unión Soviética también tenía misiones de enlace en la República Federal de Alemania. Y a todos les interesaba que se mantuvieran.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas se reparten lo que queda de Alemania como habían acordado en 1944. Alemania es finalmente dividida en cuatro sectores. Al este, la Unión Soviética tomaría el control, mientras que la franja oeste se repartiría entre estadounidenses (al sur), británicos (al norte) y franceses (a lo largo de las fronteras francesas y de Luxemburgo). Berlín seguiría el mismo destino, también dividida en cuatro zonas de ocupación.

En Londres, en octubre de 1944, los Aliados acuerdan crear misiones de enlace entre las diferentes zonas de ocupación. El objetivo inicial era el de ocuparse de cuestiones relativas a la ocupación en cada zona. Desde la caza de nazis escapados hasta problemas relacionados con las sepulturas de los soldados, el tránsito y acogida de refugiados pasando por el intercambio de prisioneros, las misiones de enlace no tenían por vocación espiar al enemigo.

Pero no fue hasta 1946, cuando la Unión Soviética aceptó firmar los acuerdos con los tres Aliados occidentales por separado, que se puso en marcha. Así, Francia tendría 18 salvoconductos para su misión mientras que los británicos obtendrían 31 salvoconductos y los estadounidenses sólo 14. En frente, la URSS tenía n total de 63 pases. Oeste y Este tenían la misma cantidad de salvoconductos.

Al principio, las misiones de enlace cumplen con el objetivo inicial, pero pronto aparecen tensiones y todos los implicados se dan cuenta que pueden sacarle partido a esas incursiones en territorio enemigo. Y con más razón aún a partir del bloqueo de Berlín de 1948 y la creación de las dos Alemanias en 1949.

Así, Este y Oeste estaban ya claramente enfrentados antes de entrar en la década de los años 50. La desconfianza mutua y el miedo constante a la guerra nuclear provocaron la paranoia y la sospecha de los años de la Guerra Fría. Las misiones de enlace se volvieron entonces vitales.

A lo largo de cuatro décadas, funcionaron cuatro misiones de enlace militar: la USMLM estadounidense, la MMLF francesa, la SOXMIS soviética y la BRIXMIS británica.

El principio de las cuatro misiones era el mismo: el derecho a vagar por Alemania Oriental para las potencias occidentales, y por Alemania Occidental para sus homólogos soviéticos, aparentemente como funcionarios de enlace entre las potencias para poder eludir la autoridad gubernamental en una Alemania dividida. Los integrantes de las misiones tenían prácticamente inmunidad diplomática.

Estas misiones se convirtieron pronto en misiones de espionaje. Como podían circular por prácticamente todo el territorio, salvo algunas zonas de exclusión previstas desde el inicio (y otras creadas de forma temporal), británicos, franceses y estadounidenses se dedicaron entonces a vigilar los movimientos de tropas, las instalaciones más o menos militares, la industria pesada y todo lo que creían interesante.

Por ejemplo, si se cruzaban con un convoy militar, apuntaban con qué material se habían cruzado (cañones, carros de combate, simple transporte de tropas, etc), apuntaban las matrículas de todos los vehículos militares y obviamente tomaban fotos y vídeos. En algunas salidas, buscaban posibles instalaciones secretas del ejército rojo, sitios de lanzamiento de misiles, material, como blindaje de tanques o un trozo del asfalto de una pista de aterrizaje, etc.

También interactuaban, en ocasiones, con los habitantes locales. En RDA, muchos de ellos estaban deseosos de dar información sobre las tropas soviéticas, pero nunca sobre las alemanas. De ese modo, en Occidente se sabía si la URSS se preparaba para un ataque o si había posibles tensiones internas.

Por ejemplo, en 1968, Occidente supo de antemano que la URSS enviaría tanques a Checoslovaquia para sofocar las revueltas que amenazaban con tumbar el régimen comunista local.

De no saberlo con certeza -simplemente basándose en las fotos de los aviones espías que veían movimientos de tropa-, el Oeste podría haber pensado que se preparaban para atacar Alemania Federal. Sin embargo, gracias a las misiones de enlace pudieron confirmar que la RFA estaba a salvo. Del mismo modo supieron que la Unión Soviética no invadiría Polonia en las revueltas de 1981.

Y para hacer todo eso se necesitaban coches. Coches un tanto especiales.

Opel y Mercedes, los coches favoritos de las misiones de enlace USMLM, FMLM, BRIXMIS y SOXMIS

Ford Galaxie de la USMLM

Los coches utilizados en esas misiones tenían todos una serie de características comunes. Eran de color verde mate militar. Las matrículas, enormes y de color amarillo, debían llevar la bandera del país y un número. Y es que la tripulación de los coches eran todos militares (ejército de tierra y del aire) y debían vestir el uniforme correspondiente, pero no podían ir armados. Y es que sin uniforme o con un coche civil, se consideraría espionaje.

Cada país tenía una preferencia para los coches, pero las modificaciones eran bastante similares en casi todos los casos. Los estadounidenses optaron por modelos de su país, como los Ford Fairlane y Galaxie de policía, Ford Bronco y Jeep Wagoneer, aunque en los últimos años optaron por el Mercedes Clase G y algún que otro potente Mercedes Clase S.

Jeep Wagoneer

Los muelles de los coches eran sustituidos por unos más fuertes, mientras que amortiguadores Koni sustituían a los originales. Debajo del coche, placas de acero protegían el motor y la transmisión, así como el depósito de gasolina. Con el tiempo, los faros halógenos sustituyeron a los faros originales. También equipaban luces militares y faros infrarrojos, para ser más discretos, e interruptores a bordo para apagar todas las luces de golpe, sólo las delanteras o sólo las traseras e incluso sólo las de un lado para así simular que lo que se veía era una moto.

Los franceses, por su parte, se mantuvieron casi siempre fieles a los Mercedes desde los inicios. Desde los Mercedes 190 de los años 50 hasta los Mercedes Clase G pasando por los 280 E tipo W123. Al igual que sus homólogos norteamericanos, estos Mercedes tenían la suspensión reforzada y contaban con un depósito adicional de gasolina en el maletero.

Las misiones podían durar de tres a siete días, en los que acamparían en zonas remotas, más o menos escondidos. Y no siempre se podía ir a repostar a una gasolinera local. Si lo hacían, delatarían su posición y posible destino. En un país en el que había un agente de la Stasi para 180 habitantes y se fomentaba la delación, lo más probable es que el empleado de la gasolinera llamaría a la Stasi para avisar de la presencia de una misión.

El habitáculo también era modificado sustancialmente. Había lámparas de lectura en los dos asientos de la derecha (delante para el observador, detrás para el jefe de misión). Las ventanillas traseras y laterales podían oscurecerse con cortinas opacas de color marrón y beige.

El asiento trasero se cortó para liberar la plaza izquierda y aumentar así el volumen de carga para llevar todo el equipo de observación y supervivencia. Porque no lo olvidemos, se adentraban en territorio enemigo, sin armas, incomunicados y sin posibilidad de rescate rápido en caso de problema gordo.

Pero sin duda los coches más espectaculares e interesantes de estas misiones eran los Opel de la BRIXMIS británica. Los primeros años, los británicos utilizaron un camión, un Humber Box Body 4x4, para luego decantarse por las berlinas Opel Käpitan. También usaron Land Rover Defender en ocasiones, pero se mantuvieron fiel a Opel. Si bien los Defender eran ideales para acceder a zonas sin caminos o con caminos en muy mal estado, eran lentos en carretera.

Así, la BRIXMIS decidió comprar unos cuantos Opel Admiral, una berlina grande y el tope de gama de la marca equipada con un 6 cilindros de 2.4 litros.  Además del blindaje general, los faros adicionales y militares, depósito suplementario y el resto de equipamiento, la altura libre era superior a la de cualquier Admiral. Estos Opel equipaban muelles y amortiguadores de todoterreno, así como una tracción integral Ferguson (Ferguson Formula).

Ferguson llevaba desarrollando una tracción integral para turismos desde los años 50. En 1966, Jensen se mostró interesado y la incorporó a su gama, en el Jensen FF (versión de tracción integral del Interceptor).

En medio de los Trabant, los coches de las misiones de enlace eran muy discretos...

Cuando el Opel Admiral dejó de fabricarse, las BRIXMIS optaron por el Opel Senator (versión larga y de gama alta del Opel Rekord) animado entonces por un 6 cilindros de 3.0 litros y 180 CV. Los Opel Senator recibían entonces las mismas modificaciones (protecciones, tracción integral Ferguson).

Curiosamente, tanto británicos como franceses probaron un tiempo los Range Rover, pero en ambos casos, los descartaron rápidamente por la falta de fiabilidad del coche en misiones de este tipo (fallaban piezas mecánicas, no arrancaba si había fuertes heladas, consumía demasiado).

En los años 80, todas las misiones occidentales empezaron a cambiar algunas de sus berlinas por el Mercedes Geländewagen, el Clase G. Primero en versión corta de tres puertas, no era todo lo práctica que querían, y luego con chasis largo y cinco puertas. Eso sí, en ambas carrocerías, siempre era el 280 GE, con el motor era el 6 cilindros de 2.7 litros que, de serie, entregaba 156 CV.

Se podría pensar que preparaban los motores, al fin y al cabo el 280 GE con el que Jacky Ickx y Claude Brasseur ganaron el París-Dakar en 1983 desarrollaba 220 CV, pero no era el caso. Por una parte, más potencia habría implicado un aumento del consumo y, por otra parte, frente a una horda de Trabant, Wartburg y Lada, cualquier modelo occidental era rápido como un avión.

La llegada del Clase G, no significó el fin de las berlinas. Los franceses, por ejemplo, mantuvieron algunos Mercedes 280E, mientras que los británicos mantuvieron los Opel Senator y probaron alguna que otra unidad de Audi 100 Quattro que, al parecer, no les convenció.

En cuanto a los soviéticos, hay poca documentación sobre los coches que utilizaban en las primeras décadas. Si bien a partir de los años 70 empezaron a utilizar Opel Ascona, Opel Rekord, Isuzu Trooper y, cómo no, Mercedes Clase E (W123).

Noviembre de 1986, el jefe del contraespionaje de la RFA se cruzó con un Isuzu de la SOXMIS soviética en sector francés y decidió bloquearlos de forma un tanto enérgica.

Sin embargo, a diferencia del aspecto militar que habían impuesto a los coches occidentales, las misiones soviéticas en RFA sólo tenían la matrícula amarilla con la bandera de la URSS para diferenciarles de cualquier coche civil que podía circular por la campiña alemana. Eran de todos los colores posibles, cual coche civil.

El espionaje como forma de comunicación peligrosa

A pesar de tener una inmunidad diplomática, las misiones occidentales en RDA eran algo peligroso. En primer lugar porque la Stasi perseguía a todas las misiones que veía e intentaba expulsarlos por todos los medios posibles. Al fin y al cabo nadie le había pedido su opinión a la RDA acerca de esas misiones, ni soviéticos ni occidentales. En segundo lugar, la tropa soviética no tenía ni idea de que iba todo. Sólo veían a un coche militar del enemigo cerca y por tanto  el deber de detenerlo. Y en tercer lugar, en la práctica eran espías. Con uniformes, pero tenían una labor de espionaje.

Un camión del ejército alemán oriental se empotró deliberadamente contra un coche de la MMLF. El adjudant chef Mariotti, que iba al volante, fue la primera víctima mortal de estas misiones

Así, en los 43 años que duraron esas misiones dos militares fallecieron en RDA en el marco de una de esas misiones. El adjudant chef Mariotti, del ejército francés, fue asesinado en 1984 en una emboscada de la Stasi con la aprobación tácita de los soviéticos. Un camión de un convoy militar alemán se empotró deliberadamente de frente contra el Mercedes de la MMFL.

Estados Unidos también perdió un hombre. El mayor Arthur Nicholson fue asesinado en 1985 por un centinela soviético. Éste le disparó sin avisar ni intentar arrestarle. Lo vio, apunto y disparó. Así, sin más. Fue la última víctima oficial de la Guerra Fría.

Con la caída del muro de Berlín en 1989, el colapso de la Unión Soviética al año siguiente y la reunificación de Alemania, las misiones de enlace cesaron oficialmente en 1990. En realidad, los viajes en la antigua RDA durarían hasta 1993, para asegurarse que los dirigentes de la nueva Rusia retiraban realmente sus tropas de Alemania.

La policía militar estadounidense controlando las credenciales de un coche de la SOXMIS. (Foto: usarmygermany.com)

Al final, estos militares, de ambos bandos, con sus fiel Opel y Mercedes, ayudaron a que la "Guerra fría no se volviese caliente", que no terminase en distopía nuclear. Más que en cualquier otra misión de espionaje, gracias a ellos, Oeste y Este sabían qué estaba haciendo el otro bando en Europa y contribuyeron así a que los ánimos no se caldearan más de la cuenta. Finalmente y aunque el enlace no fuera el previsto originalmente, de cierto modo funcionó.

Fuentes | BRIXMIS Association, Secret de la Guerre Froide, Forces.net, ColdWarSpies y Spycraft101.

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