No siempre la última tecnología es la más eficaz. En el año 2005, Suecia lo demostró en un simulacro de guerra con un sencillo submarino equipado con un tipo de motor diésel que se inventó en el siglo XIX.
El submarino HMS Gotland de la Armada de Suecia “hundió” al todopoderoso portaaviones nuclear USS Ronald Reagan de la Armada de EEUU. Sus silenciosos motores diésel Stirling con tecnología del siglo XIX fueron clave para conseguirlo.
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Estados Unidos tiene algunos de los buques de guerra más impresionantes del mundo. Uno de ellos es el USS Ronald Reagan, un portaaviones de propulsión nuclear que está en servicio de la Armada de EEUU desde el año 2003.
Con 260.000 CV, 3.200 tripulantes y capacidad para transportar 90 aviones y helicópteros, sus números son sencillamente espectaculares. Obviamente, Estados Unidos se gastó mucho dinero en este buque (más de 6.000 millones de dólares) y utilizó la tecnología más moderna que existía en ese momento, por eso fue especialmente llamativo que un sencillo submarino sueco lo ‘hundiese’.
Hay que utilizar las comillas porque no fue un hundimiento real: en un simulacro de guerra, el submarino sueco demostró que habría logrado hundir al USS Ronald Reagan en una hipotética guerra real. Para conseguirlo, el submarino sueco, concretamente el HMS Gotland, utilizó tecnología mucho más antigua y sencilla que el portaaviones estadounidense. Esa fue la clave que le permitió adjudicarse la “batalla” en el simulacro que tuvo lugar en el año 2005.
La mayoría de submarinos utilizan tecnología nuclear para propulsarse. Es lo más eficaz en ese tipo de naves porque permite que el submarino esté sumergido durante más tiempo, ya que los diésel necesitan ‘coger’ aire de la superficie con cierta frecuencia para que su motor de combustión funcione.
Por otro lado, un submarino nuclear es más silencioso que uno diésel, es decir, más difícil de detectar por el enemigo, que utiliza el sonar a diferentes frecuentas para captar cualquier sonido, por mínimo que sea.
Un submarino diésel, por el tipo de mecánica que utiliza, hace más ruido y es más fácil de detectar. En los nucleares, en cambio, no hay pistonudas ni explosiones constantes que hacen saltar el sonar, pero estos submarinos no son indetectables porque su sistema de propulsión nuclear es muy exigente a la hora de refrigerarse y la tecnología que permite hacerlo hace ruido, más leve que el de un motor diésel convencional, pero es ruido, al fin y al cabo.
Para no tener los inconvenientes de los submarinos diésel ni los de los submarinos nucleares, los submarinos Clase Gotland de la Armada de Suecia combinan motores diésel con motores diésel-eléctricos. Son híbridos, pero sus motores diésel no son convencionales, sino de tipo Stirling.
Este tipo de mecánicas deben su nombre a su inventor, Robert Stirling, que concibió el motor Stirling en 1816 como alternativa al motor de vapor. Es un motor de alta eficacia que alcanza su rendimiento óptimo a velocidades bajas, es realmente silencioso y puede funcionar con oxígeno líquido.
Gracias a ello, el submarino Gotland tiene un sistema de propulsión independiente del aire (AIP) y no necesita salir a la superficie para coger oxígeno: lo almacena en estado líquido y eso le permite estar sumergido durante semanas, además de ser menos vulnerable gracias a que no necesita salir a la superficie.
Los dos motores diésel Stirling de propulsión independiente del aire del Gotland pueden propulsar el submarino o recargar sus baterías para suministrar energía a los dos motores diésel-eléctricos MTU, es decir, los motores Stirling también pueden actuar como generadores y permiten extender la autonomía, siempre funcionando en casi total silencio. Con la ventaja que esto último supone en el ámbito militar; en el caso del Gotland, el diseño del casco también está optimizado para ser lo más indetectable posible.
Como el Gotland es casi indetectable para cualquier sonar (activo o pasivo), por lo que pudo acercarse lenta y sigilosamente al USS Ronald Reagan, sin que ningún otro buque lo detectase,y 'hundirlo' en el simulacro de guerra que tuvo lugar en el año 2005.
Lo más curioso es que Estados Unidos había alquilado el submarino sueco para entender mejor su tecnología y desarrollar sistemas que le permitiesen protegerse de este tipo de naves. Lógicamente, las maniobras trataban de ser lo más realistas posibles
Casi 20 años después de ese simulacro, el HMS Gotland sigue en servicio, aunque en 2020 la compañía Saab (ya no hace coches, pero sigue operando en otros sectores, como el militar) se encargó de ponerlo al día.