En Semana Santa y al volante, practica las virtudes teologales y no cometas pecados capitales

En este artículo no vamos a hablar de religión, sino de conducción. Hoy comienza la versión extendida de las vacaciones de Semana Santa para algunos. Para otros serán más cortas, pero para todos los que vais a viajar en automóvil, va esta reflexión personal.

Ya os hemos dado algunos consejos para que el viaje no sea una penitencia y otros para planificar rutas alternativas. Aquí vamos a hablar de actitudes al volante. Formas de comportamiento cuyo incumplimiento os puede dejar en una cuneta con pupita, y cuya observancia harán del viaje algo placentero y, sobre todo, más seguro.

h2. Los pecados capitales al volante

Lujuria. Si vas con tu pareja, deja las muestras de afecto y las manos sobre el volante mientras estás en la carretera. No hay nada que distraiga más que las subidas de temperatura emocional y asexual. El viaje es para llegar y volver. Tiempo hay para los pecados de la carne.

Pereza. No dejes nada para el final por pereza. Si has de revisar el estado de los neumáticos, preparar el equipaje, llenar el depósito, limpiar los cristales del coche, y cualquier otro preparativo, mejor antes que después. Tu estrés lo agradecerá y tu necesaria tranquilidad al volante también.

Gula. Las comidas copiosas, mejor durante la estancia en el punto de destino. Viajando hay que comer poco, incluso quedándose con algo de hambre, beber agua para estar hidratado y el alcohol ni mencionarlo. Las malas digestiones, la deshidratación y las melopeas, disminuyen –y hasta anulan— la capacidad de reacción.

Ira. Si hay algo que sobra conduciendo es la ira. Lo habitual es que en estos días lleves pasajeros, normalmente familiares, pareja y amigos. Ya que se dan a priori todos los elementos para ser feliz con tan grata compañía, no lo estropees con discusiones absurdas y menos por la faena que te haya podido hacer otro conductor. Convierte tu coche durante el viaje en el templo del buen rollo. Relajado y de buen humor, se conduce mejor.

Envidia. Mala compañera también para ir de copiloto. Si tu economía no da para más y tienes el coche que tienes, siente orgullo de lo que has conseguido con tu esfuerzo presente, y futuro si aún debes dinero a la financiera. Si un coche más potente te pide paso, en vez de acordarte de la familia del otro conductor, en particular de su madre, déjale pasar. Si es otro con un pelotilla que no anda ni para atrás y te pide paso –un envidioso— se amable y déjale pasar también. No pierdes nada.

Avaricia. Podemos ver en Wikipedia que la avaricia es una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Si ves andando o en otro coche un ser angelical y tentador, no pierdas el tiempo deseando lo que no has sido capaz de conseguir. Confórmate con tu pareja. Si está gorda o se ha puesto fea, haberlo pensado antes. Mira a la carretera, que es donde has de mirar.

Soberbia. Aunque a veces todos lo pensamos, no somos el mejor conductor del mundo y por ello nos equivocamos al volante más veces de las que somos capaces de reconocer. Admite tus errores, pide disculpas si es necesario, y ten la conciencia de que te queda más por aprender de lo que te ha dado tiempo a conocer. La carretera está llena de listos. No seas tú uno de ellos.

h2. Las virtudes teologales al volante

Fe. Esta palabra tan corta proviene del latín “fider” y significa confiar. Confía pues en las señales de tráfico, que son una magnífica fuente de información. Si antes de una curva ves señales terrenales de que es un punto delicado, seguro que abordarla a fondo no es la mejor solución. Si en un tramo normal ves señalización de color amarillo, seguro que está ahí por algo.

Esperanza. Dijo Santo Tomás de Aquino que la esperanza es una virtud infusa que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de conseguir la vida eterna. Como no vamos a tomar la frase en sentido literal, con conseguir llegar y volver entero, me conformo. Sí, hay que tener esperanza en que el viaje va a ser una maravilla, pero para eso hemos de poner todo de nuestra parte, empezando por respetar las normas de circulación. A Dios rogando, con el mazo dando.

Caridad. Esta es la virtud que más buenos resultados puede acarrear. Ten caridad con esos conductores que llevan el volante clavado en el diodeno, los de la "L" o con señales manifiestas de torpeza. Poner nervioso a un conductor torpe, con poca experiencia o de avanzada edad no conduce a nada bueno. Si eres mejor conductor que el prójimo, demuestra eso con humildad. Puedes evitar un accidente.

Muchas veces la seguridad es un tema de actitud que no de aptitud conduciendo. Actitud positiva y cívica a la hora de viajar. Después de tamaño sermón del “pater” Delco, lo que si os deseo a todos es que disfrutéis de vuestro tiempo libre, de conducir vuestro trasto paladeando cada kilómetro con serenidad y que descanséis. Volved con las pilas puestas, orgullosos de no ser pecadores compulsivos al volante y demostrando educación.

Imagen | nikoretro, Stig Nygaard, eyeliam, muffinswonderland

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