Decidir qué lado de la carretera es el indicado para circular es una tarea imposible. Si preguntamos en Reino Unido, Japón, Australia o la India (aunque hay muchísimos más países en África, Asia y Caribe), nos dirán que, por supuesto, conducir por la izquierda y llevar el volante a la derecha es lo lógico, mientras que nosotros defenderemos siempre que el carril derecho es el más apropiado. Cuestión de costumbres, supongo.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando decides afrontar por primera vez el reto de conducir "por el otro lado"? ¿Tan difícil es? ¿Es peligroso? ¿Cómo lo hago? Pues hoy os vamos a contar precisamente cómo es la experiencia de montarse en un coche con el volante "en el lado erróneo". Ni es tan complicado como lo pintan, ni resulta tan antinatural como podríamos imaginar. Vente con nosotros y te lo contamos con pelos y señales.
Todo comienza con unas vacaciones en Edimburgo, Escocia, donde como bien sabéis se conduce "al revés", como en todo el territorio británico. Nos disponemos a conocer las Highlands y decidimos alquilar un flamante Vauxhall Corsa (sí, aquí los Opel son Vauxhall) para los casi 1.000 kilómetros que tenemos por delante.
Primero, elige la puerta correcta
Aunque parezca una tontería, el primer instinto de alguien que lleva años conduciendo en España es subirse al coche por la puerta del lado izquierdo. Ni siquiera lo piensas, pero vas directo. Casi antes de abrir la puerta ya se te ha quedado cara de bobo, porque te das cuenta de que, efectivamente, el volante no está ahí. ¡Empezamos pronto!
Desde un primer momento te sientes raro sentado al otro lado del coche. La disposición de mandos es idéntica, pero eres tú el que ve el mundo de otra manera. "¿Están los pedales también al revés?", es una de las preguntas recurrentes de todo el que no ha conducido aquí nunca. Pues no, afortunadamente los pedales están colocados igual que aquí. Eso sí, ahora el túnel central, que en España te queda a la derecha, está a la izquierda, y no sabes muy bien qué hacer con el pie izquierdo, el del pedal de embrague.
Una vez colocados espejos, asiento y volante, arrancas el pequeño motor del Corsa y echas la mano a la palanca de cambios para descubrir que accionarla con la mano izquierda no es tan antinatural como te han hecho creer. ¿Nunca has tenido necesidad, por alguna circunstancia poco habitual, de meter marcha con la mano izquierda? Pues esto es lo mismo, pero todo el rato.
En Marcha, pero al revés
Digamos que la primera vez que te incorporas al tráfico tienes un ligero cacao en la cabeza. Una parte de tu cerebro te dice que no estás yendo por donde deberías, mientras otra se da cuenta de que estás circulando como el resto del tráfico, así que tan mal no lo estarás haciendo. Afortunadamente, el resto de coches suponen una guía perfecta. Siguiendo el tráfico es mucho más fácil dar los primeros pasos y centrar la mente.
Los cruces y rotondas son quizá lo que más temor provoca a priori para un conductor que se estrena en esto de conducir por la izquierda, pero lo cierto es que en cuanto afrontas un par de cada, los esquemas quedan claros. No, no me voy a meter en sentido contrario en la rotonda (sobre todo porque el carril te suele encauzar ya hacia la dirección que debes seguir).
Donde sí hay más problema, y ocurre lo mismo como peatón en un paso de cebra (no sabes para dónde mirar), es a la hora de dirigir la mirada cuando llegas a una intersección o una rotonda. Tu sentido común te dice que debes mirar hacia la izquierda, por puro hábito, pero debes forzarte a cambiar el chip y empezar a mirar, siempre, hacia la derecha, porque es por donde te vendrá un autobús de doble piso a la que te descuides.
También toca cambiar de mentalidad cuando entramos en autovía, ya que aquí el carril lento es el izquierdo y el de adelantamiento, el derecho. Cierto es, además, que después de un rato circulando por ciudad, tras apenas diez minutos conduciendo por la izquierda, supone un gran respiro "enganchar" un carril y dejar descansar la mente durante un rato.
Pasan unos cuantos minutos clavado en el carril lento y entonces me digo, "¡cómo gustaría a muchos en España circular por el carril izquierdo con total libertad!", aunque rápidamente cambio de idea. "Seguro que irían todos por la derecha", me digo.
Al final, pan comido
Resulta que esto de conducir por la izquierda no es para tanto. Toda la vida pensando que debe ser una odisea y, una vez que lo pruebas, te parece lo más normal del mundo. Sí, es cierto que vas sentado al otro lado del coche, cambias de marcha con la otra mano, ocupas el carril contrario y te adelantan por la derecha, pero al final resulta algo intuitivo.
Donde puede que no estés del todo cómodo es en carreteras secundarias, ya que el tráfico que viene de frente te parece que pasa muy cerca (por alguna extraña razón, ya que conduciendo por la derecha te los cruzas de igual forma). Y, por último, a la hora de aparcar también puede resultar algo raro eso de estar sentado al otro lado, aunque como todo, es cuestión de práctica.
El día que tengas que conducir por la izquierda, no te lo pienses, ni te quedes luego con las ganas, aunque si realmente te da miedo la experiencia, tampoco te pierdes nada. Al final, no es más que conducir.
Fotos | Paul Townsend (flickr), Hernán Piñera (flickr)
En Circula Seguro | ¿Qué pasaría si hoy tuviésemos que empezar a circular por la izquierda?