Carlos Sainz pone rumbo a su décimo Dakar, posiblemente uno de los más duros

2017 tiene que ser el año de Peugeot y de Carlos Sainz. El piloto español ha presentado hoy su proyecto para el Dakar 2017. Un proyecto sólido por el que Peugeot ha apostado muy fuerte y en el que no se han escatimado en gastos. El español llega a Sudamérica con miles de kilómetros de test en los que se ha puesto a prueba la fiabilidad del 3008 DKR en las condiciones más extremas.

No obstante, Sainz se ha mostrado cauto con los 9.000 kilómetros de recorrido que tiene por delante. Más allá del rendimiento del coche, el de 2017 será un Dakar de condiciones muy extremas, una raid que exigirá mucho tanto física como psicológicamente a los pilotos; no en balde, lo ha diseñado un hombre que conoce muy bien el terreno, Marc Coma.

Para ello, el madrileño se ha entrenado a conciencia. De hecho, ha confesado que está durmiendo en una tienda de campaña para ir aclimatándose a las condiciones con las que se va a encontrar en Asunción a principios del mes de enero.

Un 3008 DKR mejorado y a punto

El nuevo 3008 DKR apuesta por una visión extrema del nuevo SUV de la marca del león. Con múltiples mejoras técnicas entre las que destaca unas suspensiones revisadas, la introducción de un sistema de climatización y la adaptación del motor a la nueva normativa, Peugeot confía en haber mejorado su arma lo suficiente para mantenerse por delante de sus rivales.

"Es el mismo coche mejorado en fiabilidad. Suspensiones y geometría para hacerlo más robusto. Más fiable y competitivo. Creo que Peugeot ha hecho un buen trabajo y esperamos demostrarlo en el Dakar".

Sainz se ha mostrado tranquilo con el rendimiento del coche respecto a uno de sus principales rivales: los Toyota. Después de ver a los Toyotas en la Baja Aragón el español ha comentado que tienen cerca de 60-70 caballos de diferencia respecto a ellos.

Con la experiencia como bandera

Sin pensar en que podría estar en camino de su último Dakar, Sainz solo piensa en el reto que supone este año. Junto a su hombre de confianza, Lucas Cruz, se encamina a su décima participación en una de las competiciones más exigente del mundo y con objetivos cuanto menos ambiciosos.

Terminar el raid no es una opción, es prácticamente obligación tras la prematura retirada del año pasado. El objetivo, según ha explicado, es evitar abrir pista en las etapas claves y disfrutar de la experiencia un año más.

"¿Qué necesidad tengo? Es lo que me gusta y me divierte, me compensa, si no, no lo haría. Nadie me obliga".

En un segundo plano queda en este caso su hijo, Carlos. El piloto de Toro Rosso -que nunca ha ocultado su afición por los rallyes- tendrá que asumir el papel de observador que su padre tiene durante la larga temporada de Fórmula 1.

Con la vista puesta en la victoria, Carlos Sainz partirá camino a Paraguay a finales de año. Tiene las armas y tiene las manos para llevar al 3008 DKR hasta la victoria, tan solo tiene que contar con ese factor suerte que en tantas ocasiones ha echado en falta.

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