Parece que las cosas se están poniendo muy serias en Francia. Si hace no demasiado hablábamos sobre la posibilidad de que los coches privados pudieran equipar radares para poner multas de velocidad sin la presencia de un agente de la autoridad, ahora es el cerco impositivo el que se estrecha sobre los vehículos de altas prestaciones.
Según recogen en Independent, el Presidente de la República Emmanuel Macron ha propuesto que los superdeportivos que quieran rodar por las carreteras de nuestro país vecino tengan que pasar por caja (aún más) con un tributo que gravará tanto a los coches de lujo como a los yates o a los metales preciosos.
Los bienes más caros serán aún más caros
Esta medida, destinada a caldear los ánimos de los habitantes más pudientes de Francia, busca que aquellos que más tienen aporten más a las arcas del estado. Al fin y al cabo, los productos sobre los que se aplicará este impuesto especial (al alcance de muy pocos bolsillos) son bienes originados fuera de las fronteras del país galo y que normalmente no repercuten en una aportación a la economía estatal.
De momento no se han concretado las medidas a adoptar y la iniciativa aún tiene que ser aprobada por el Parlamento, pero de confirmarse no será la primera de este tipo que entra en vigor. En Australia ya se estableció este tipo de gravamen que castiga con un 33% sobre su valor a los vehículos con un precio superior a los 55.000 euros.
Esta medida se ha acogido con revuelo por parte de la oposición, pero se contrapone con una de las primeras decisiones cuando asumió la presidencia de abolir el impuesto sobre la riqueza para rentas superiores a 1,3 millones de euros, en vigor desde los años 80 tras la aprobación del Partido Socialista. Aquella medida fue fuertemente criticada por los partidos de la izquierda, y desde entonces Macron se ha esforzado por dejar de ser "el presidente de los ricos"