Elon Musk se da cuenta de que Tesla no puede competir con el coche eléctrico barato chino ni tirando los precios. Su plan es reconvertirla en una empresa de robotaxis
Son tiempos convulsos en Tesla. La marca de Elon Musk parece acumular los fracasos a un ritmo inquietante. Desde un Cybertruck que no ha cumplido las promesas iniciales y cuyos usuarios se están convirtiendo en meme de internet, hasta un descenso de las ventas pasando por el despido de más del 10% de su plantilla, las cosas no parecen muy halagüeñas para Tesla.
Sin embargo, todo iría según lo planeado por el propio Elon Musk, hace una década, para convertir a Tesla en una marca de Inteligencia Artificial. Elon Musk está enterrando la Tesla que conocíamos hasta ahora, para crear algo nuevo.
Tesla ha sido disruptiva en más de una ocasión. Demostró que el coche eléctrico era viable, gracias a su tecnología y a la red de Supercargadores, y que podía ser una operación muy lucrativa. Ha logrado ventas y una imagen de marca aspiracional gracias en gran medida a un crecimiento orgánico en redes y todo ello sin gastar un dólar en publicidad hasta este año. Y ahora quiere ser de nuevo disruptiva.
Reinventando Tesla: de los coches eléctricos a los robotaxis
Se podría pensar que Tesla está experimentado una dosis de realidad al enfrentarse a cada vez más rivales. Por primera vez en su historia, una marca le superó como primer fabricante mundial de coches eléctricos. Fue en el cuarto trimestre de 2023, cuando BYD le superó. Y este primer trimestre de 2024 no ha sido mucho mejor.
En los tres primeros meses del año Tesla entregó 387.000 automóviles en todo el mundo, un 8,5 % menos que los 423.000 vehículos del mismo período del año pasado. Es la primera vez en cuatro años que la marca registra una bajada de ventas. Además, esto ha supuesto un descenso de sus beneficios del 55% y de sus ingresos, un 9%. Eso es un duro golpe para cualquier compañía.
Y si bien sigue liderando, la competencia es cada vez más dura. En China, BYD es intocable. Vende una media de 50.000 coches a la semana, mientras Tesla ronda los 11.000 coches. Y la amenaza que representan los coches chinos no es algo que se tome a la ligera. Hasta el punto de pedir aranceles para los coches chinos.
Además, la cuota de mercado de Tesla en el segmento de los coches eléctricos en Estados Unidos es ahora del 51%, frente al 65% de hace menos de dos años.
En Europa sigue líder, pero la presión de las marcas chinas se está haciendo notar en los segmentos clave de Tesla, los del Model 3 y del Model Y, mientras que en la gama alta (Model S y Model X), está siendo superada por las marcas de lujo europeas.
Junto a un descenso de las ventas, Tesla está despidiendo de forma masiva a sus empleados. Se habla de un 10% de la plantilla, es decir, más de 14.000 personas. Y no es sólo una cuestión de hacer economías o buscar una mayor productividad. Tesla está despidiendo a diestro y siniestro, desde ejecutivos de alto rango hasta la casi totalidad de su equipo encargado del desarrollo de la red de Supercargadores (unas 500 personas). Aunque Musk asegura que seguirá invirtiendo en la expansión de su red de carga, ya se han hecho público casos en los que la construcción de Supercargadores se ha cancelado.
En medio de todo ese ruido mediático, Reuters se hacía eco de la cancelación del proyecto de un coche más asequible, el llamado Model 2, debido a la cada vez más dura competencia de las marcas chinas aseguraba el histórico medio, el cual, por cierto ha ganado el premio Pulitzer este año por destapar los chanchullos de Musk. A cambio, decía Musk, podremos ver su primer robotaxi este año.
Al final, da la sensación que Tesla ha entrado en modo pánico, como titulaba hace poco el Times. Sin embargo, Musk asegura que todo forma parte de su plan estratégico, asegurando que Tesla debería "ser vista como una empresa de Inteligencia Artificial y robótica".
De hecho, siempre ha sido el objetivo de Eon Musk, tal y como explicaba en 2016. Ahora mismo, estaríamos entrando en la fase final de su ‘Gran Plan Maestro’, el ‘Master Plan, Part Deux’ (2016).
En esa carta abierta explica cómo ha levantado Tesla, con el Roadster para ganar notoriedad e inversores (el coche, en realidad no fue rentable). Con ese dinero, crea dos modelos de gama alta que puedan llegar a un gran número de clientes. De nuevo, con los ingresos generados (créditos CO2, inversores), se crea un modelo más generalista. Pero nunca fue cuestión de un coche más asequible.
“En la actualidad [era en 2016], Tesla se dirige a dos segmentos relativamente pequeños de berlinas y SUV premium. Con el Model 3, un futuro SUV compacto y un nuevo tipo de camioneta, planeamos abordar la mayor parte del mercado de consumo. Es poco probable que sea necesario un vehículo de menor coste que el Model 3, debido a la tercera parte del plan que se describe a continuación”.
Añade que “además de los coches, se necesitan otros dos tipos de vehículos eléctricos: camiones pesados y transporte urbano de alta densidad de pasajeros [autobuses]”. Y si bien ha lanzado al mercado de forma limitada el Tesla Semi, no es precisamente disruptivo como lo fueron sus coches.
En cuanto a los autobuses, no cree realmente en ellos, como no cree en el tren y por eso ideó el Hyperloop o The Boring Company, para crear diversión. Y es que al final es más interesante para Tesla que el público use sus coches. No solamente como transporte privado, sino como coche compartido.
Y lo que describe en esa carta abierta es básicamente lo que está ocurriendo, más o menos, ahora. Si bien cita los paneles solares y las baterías como una parte esencial de su plan, la infraestructura de recarga -los Supercargadores- ni los cita. De ahí, que prescinda de su equipo. Ha abierto el camino, ahora le toca a otros llenar las carreteras de cargadores públicos y buscar la manera de que sean rentables.
Está presente en todos los grandes segmentos del mercado, desde el punto de vista estadounidense, y no va a lanzar un Model 2. Al mismo tiempo sigue desarrollando la conducción autónoma usando a los clientes como betatesters.
El problemilla de la conducción autónoma de Tesla que sin sigue pasar del nivel 2
“Desarrollar una capacidad de conducción autónoma 10 veces más segura que la manual mediante el aprendizaje masivo de la flota”, escribía. El muy reciente OK de las autoridades chinas para la comercialización del Autopilot FSD en China va en ese sentido. Mientras que el último paso es “permitir que su coche gane dinero para usted cuando no lo esté utilizando”. O como dijo recientemente, convertir Tesla en "una mezcla entre Airbnb y Uber", aunque el ejemplo de Uber quizá no sea el más acertado desde le punto de vista de la rentabilidad. La compañía tardó 15 años en generar algo de beneficio. Terminó 2023 habiendo ganado más dinero del que gastó en sus operaciones de transporte y reparto por primera vez en su historia.
La idea es que alguien pueda llamar tu Tesla aparcado, tras haberlo marcado en la app como libre, para que sin nadie al volante, lo recoja, lo lleve a su destino y te vuelva a casa. Mientras tanto, no has hecho nada y has ganado unos dólares con ello.
Suena muy bonito, pero el camino de la conducción autónoma de nivel 4 (que no haya nadie al volante) está lleno de rocas. Ford y Volkswagen lo han abandonado. General Motors se ha visto obligada a retirar su servicio Cruise del mercado tras los numerosos y en ocasiones dramáticos incidentes que han ocasionado sus robotaxis.
Correremos un tupido velo sobre los tiempos que maneja Musk, en 2019 aseguraba que Tesla tendría un millón de taxis autónomos en la carretera al año siguiente, para hablar de los quebraderos de cabeza que le está dando el Autopilot FSD, una conducción autónoma de nivel 2, y que es la columna vertebral de ese gran plan de llenar las calles de robotaxis de marca Tesla junto con el desarrollo de la Inteligencia Artificial.
La agencia de seguridad en carretera estadounidense, la NHTSA, considera que el sistema es demasiado perfectible y ha provocado accidentes mortales, mientras la fiscalía federal del país está investigando si podría considerarse un fraude. Mercedes ya vende un sistema de nivel 3 en el feudo de Tesla, mientras la compañía de Musk aún no tiene licencia para probar vehículos sin conductor en California.
El estado actual de la tecnología, del marco regulatorio y la obsesión de Musk por ahorrar costes y dejar en manos de unas cámaras la conducción autónoma en lugar de una combinación de cámaras, RADAR y LiDAR, no parece que vayan en el sentido del plan maestro del magnate sudafricano.
Por otra parte, no podemos pasar por alto que Elon Musk es también experto en generar grandes expectativas de cara para subir el precio de las acciones de Tesla. Aunque el precio de la acción de Tesla es un 2% más alta que hace un año, ha bajado un 31% con respecto al inicio de año.
Todo ese plan, podría no ser así más que una huida hacia adelante. O bien una manera de generar pánico y malestar entre los inversores para que le den un mayor control de la compañía como viene reclamando desde hace meses.
Musk vendió una gran parte de sus acciones en Tesla hace menos de dos años para comprar Twitter. Esto le dejó con sólo el 13% de Tesla, pero ahora quiere el 25% de los derechos a voto de Tesla con la excusa de su cambio de rumbo hacia ser una compañía de Inteligencia Artificial.
"Me siento incómodo haciendo crecer a Tesla para que sea líder en inteligencia artificial y robótica sin tener un 25% de control de voto", escribió en un post en X. "A menos que ese sea el caso, preferiría construir productos fuera de Tesla".
Se pueden interpretar sus declaraciones como genuinas, puede realmente temner perder el control de la compañía que levantó. Pero también pueden sonar como amenaza. O se le da el control o podría acabar con la compañía y buscar otras aventuras. Darle la espalda al mercado rechazando lanzar un Model 2, abandonar el negocio de los cargas públicas -esenciales en el éxito de la marca- y apostarlo todo a una conducción autónoma que la marca a día de hoy no tiene es muy arriesgado. O suicida.
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