En la carrera del coche eléctrico entran muchas variables: la situación económica, las preferencias y a quién votes. Y en un país tan polarizado como EEUU, este último factor es el que decide qué coche se compra el ciudadano: los estudios apuntan -qué sorpresa- que es mucho menos probable que un republicano compre un vehículo eléctrico en comparación con un demócrata.
El estilo de vida americano tradicional se lleva en la sangre y los candidatos a la presidencia más impulsivos, como Donald Trump, lo saben y lo explotan. Por eso ha pedido nada menos que 1.000 millones de dólares a las petroleras para financiar su campaña electoral y de paso desmantelar los planes de Joe Biden que impulsan el coche eléctrico y las energías renovables.
"Los coches eléctricos son ridículos"
"Todos ustedes son lo suficientemente ricos como para recaudar 1.000 millones de dólares y llevarme de vuelta a la Casa Blanca". Esto fue lo que le espetó Trump a varios altos ejecutivos de la industria petrolera en su paraíso personal Mar-a-Lago el mes pasado durante una cena, detalla The Washington Post. El candidato a la presidencia está dispuesto a todo con tal de recuperar el poder que ostentó entre 2017 y 2021, y por supuesto las primeras en caer serán las medidas progresistas.
Aquí entran el despliegue del coche eléctrico con el objetivo de cumplir límites de emisiones (que el expresidente ha calificado de "ridículos), revertir medidas medioambientales, el fomento de energías renovables y por descontado rebajar impuestos y aliviar regulaciones a las petroleras.
Esto incluiría fulminar al menos 100 nuevas regulaciones medioambientales que Biden ha puesto en marcha entres años. También se han bloqueado futuras perforaciones petroleras en más de 52.000 kilómetros cuadrados, que se reanudarán si Trump gana las elecciones el próximo 5 de noviembre. Pero ojo, porque con frecuencia las políticas demócratas y las republicanas tienen límites muy débiles. Que Biden haya promocionado medidas ecologistas no quita, como bien apunta The Washington Post, que EEUU esté produciendo ahora más petróleo que cualquier otro país.
Sin embargo los planes de Trump de derogar regulaciones en torno a la tecnología eléctrica chocaría de lleno con las grandes inversiones que ya están haciendo los fabricantes: "Los fabricantes de automóviles necesitan cierto grado de certeza regulatoria por parte del gobierno", dijo John Bozzella, presidente y director ejecutivo de la Alianza para la Innovación Automotriz, que representa a Ford, General Motors, Stellantis, Toyota y otras compañías.
Lo cierto es que a pesar de la desaceleración a nivel global que está experimentando el vehículo eléctrico -sobre todo el EEUU- se han vendido en el país norteamericano cerca de 1,2 millones de coches 100 % eléctricos el año pasado, más del cuádruple que en 2019. Pero no seguirá esta senda si la polarización política no se suaviza. Según una encuesta de Gallup, el 70 % de los republicanos dijeron que "no comprarían" un vehículo eléctrico en el futuro, en comparación con el 27 % de los demócratas, y los estudios de las universidades más importantes confirman que la intención de compra va ligada a las convicciones políticas. La idea de los conservadores es que el coche eléctrico representa la falta de libertad para elegir qué vehículo conducir, y su triunfo sería el de China. Y ya sabemos lo que opina Trump de China.
Foto de Motorpasión generada por stablediffusionweb.com
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