Northvolt, fabricante sueco de baterías para vehículos eléctricos, anunció este jueves que se declaró en bancarrota. Esta decisión “permitirá a la empresa reestructurar su deuda, adaptar su negocio a las necesidades de sus clientes y garantizar una base sostenible para seguir operando”, dijo la empresa en un comunicado, añadiendo que su actividad continuaría con normalidad.
Lo hizo en Estados Unidos ya que la protección de sus activos le es más favorable al otro lado del Atlántico. Así, este movimiento le permite acceder a 145 millones de dólares de financiación, garantizados con sus activos, y a 100 millones de dólares de financiación de clientes.
De esperanzadora pionera a luchar por su supervivencia
Northvolt lleva varias semanas buscando inversores que le ayuden a refinanciarse a corto plazo y evitar la quiebra definitiva. El grupo espera completar su reestructuración a finales del primer trimestre de 2025, y mientras tanto evaluará “propuestas de inversión” de inversores “estratégicos y financieros”, así como de sus actuales accionistas y clientes.
En cuestión de meses, Northvolt pasó de ser la mejor baza europea para librarse de la dependencia de las baterías chinas y asiáticas para vehículos eléctricos, con gigafactorías previstas a ambos lados del Atlántico, a ser una empresa que lucha por mantenerse a flote, lastrada por problemas de producción, la pérdida de un cliente importante y la falta de financiación.
A finales de septiembre, anunció la supresión de 1.600 de sus 6.500 puestos de trabajo y la congelación del desarrollo de su principal centro de producción en Skelleftea, en el norte de Suecia, para adaptarse a su tensa situación financiera. Además, BMW, uno de sus principales accionistas, ha cancelado un contrato de 2.000 millones de euros. Northvolt no parecía capaz de fabricar la batería solicitada por BMW ni en términos de calidad ni de cantidad.
Aunque este procedimiento no signifique la quiebra, es esencialmente un concurso de acreedores ampliado para evitar la liquidación de la empresa, las perspectivas de recuperación del mercado de vehículos eléctricos para la química NMC (níquel manganeso cobalto), la favorita de las marcas europeas por su mayor densidad energética, son poco probables. Los fabricantes prefieren ahora la química LFP (litio hierro fosfato), menos densa energéticamente pero mucho más barata.
Fundada en 2016 con Peter Carlsson, un ex de Tesla, al frente, Northvolt era considerada como una de las grandes esperanzas europeas en materia de baterías en un momento en el que Europa intenta alcanzar a los gigantes asiáticos, chinos (CATL, BYD) y coreanos (LG) en particular.
Pero el grupo ha acumulado retrasos de producción en los últimos meses y ha decidido reorientar su actividad únicamente hacia la producción de celdas de baterías, abandonando el resto de la cadena de producción (cátodos, reciclaje, etc.).
El principal accionista de Northvolt es el fabricante alemán de automóviles Volkswagen (21% de participación) y que también atraviesa dificultades, pero también participan en la empresa gigantes alemanes como BMW o Siemens.
Las esperanzas de Europa de poder librarse del dominio asiático en el campo de las baterías recaen ahora sobre la francesa ACC (Automotive Cells Company). Esta sigue contando con el apoyo de Stellantis, Mercedes-Benz y TotalEnergies. Sin embargo, la empresa también está sufriendo las consecuencias de una industria naciente. La producción de celdas sigue siendo limitada.
En septiembre pasado alcanzaron los 1.500 módulos, el equivalente para equipar de media unos 140 coches eléctricos. La producción total de este año debería permitir equipar unos 2.000 coches, entre ellos los Peugeot E-3008 y E-5008, así como el Opel Grandland eléctrico.
Esto ha provocado la suspensión de proyectos de inversión en Alemania e Italia. El objetivo inicial de ACC sigue siendo equipar el 15% de los coches eléctricos en Europa de aquí a 2030.
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