Después del estudio que afirmaba que los "hombres de verdad" no compran coches eléctricos, llega el que afirma que los ciclistas son, en general, mejores personas que los conductores.
Basado en el concepto del bien común, este estudio analiza la relación entre éste y la movilidad, y las variables psicológicas que de ellas se desprenden. ¿La conclusión? Los ciclistas están más interesados en el bien común, y son mejores vecinos que los conductores de vehículos privados.
El coche nos aísla de nuestro entorno
El estudio, publicado en el 'Journal of Environmental Psychology', parte de la base de que la orientación hacia el bien común se considera un componente básico de la cohesión social y se ha demostrado que beneficia tanto a las comunidades sociales como a sus residentes.
Así, se utilizan cuatro factores para definir el bien común: participación política, participación social, solidaridad vecinal y ayuda a los vecinos. Y resulta que los conductores están menos interesados en esas cuatro cosas.
Para llevar a cabo la investigación se analizaron encuestas anuales entre 2014 y 2019 de una muestra representativa de la población general alemana (en EEUU sería complicado hacerlo, puesto que en las 50 ciudades más grandes, solo el 1 % usaba en 2016 su bicicleta para ir al trabajo).
"Andar en bicicleta [en un entorno urbano] en lugar de conducir se asoció positivamente con la orientación hacia el bien común en todos los modelos", detalla el estudio. En él, los autores explican que, debido al diseño de los automóviles, las interacciones que los pasajeros tienen con su entorno directo se reducen significativamente: no se captan los ruidos del barrio, ni los olores, y el conductor se mueve metido dentro de una burbuja que le impide interactuar y lo aísla.
Así, los ciclistas consiguen un mayor apego emocional con las personas de su barrio, así como una reducción del tráfico, disminución del ruido y reducción de la contaminación y un aumento del bienestar físico y mental.
Los datos quieren servir de guía para la planificación urbanística y para fomentar un modo de transporte más sosegado y ecológico.. En España, el 60 % de nuestros desplazamientos son por la llamada “movilidad obligada” (trabajo y estudios, que sigue siendo en medios de transporte privados frente a una minoría que elige el transporte público.