La relación de Toyota con el mundo de la competición es amplia y muy intensa. Muchos han sido los éxitos de la marca en disciplinas muy diversas, como por ejemplo los rallyes, de los que hablaremos en otra ocasión, pero primero quería hablar de un proyecto que nació exclusivamente para el asalto a la victoria en las 24 Horas de Le Mans, una prueba más que mítica.
Esta prueba es el máximo exponente de la resistencia aplicada a las carreras, y es un reto del máximo nivel para los prototipos y pilotos. Sin entrar en detalles de la historia de la mítica prueba, nos situamos en 1994 para ver el desarrollo previo de Toyota de cara a las carreras de Resistencia. Es el momento en que el reglamento cambió y se suprimió el Grupo C, que venía de años atrás cuando la FIA consideró dividir los coches en clases, como el Grupo A y Grupo B de rallyes.
Oficialmente, 1992 fue el último año de los Grupo C, pero pudieron participar hasta el mismo 1994. Pero en Toyota tenía las miras puestas más adelante, y además estaban recabando información para el diseño de un prototipo que, aunque oficialmente sería diseñado para disputar las carreras de resistencia de la época, realmente nacía para conquistar Le Mans.
Toyota GT-One, nacido para vencer en Le Mans
El Toyota GT-One nació dentro de la categoría GT1, y como es lógico los objetivos en la primera aparición del prototipo en LeMans serían modestas aunque ambiciosas: no esperaban vencer en la primera participación pero sí conseguir una buena clasificación y continuar el desarrollo tecnológico. La expectación fue bastante intensa pues el Toyota GT-One era muy innovador estéticamente, por no hablar de su parte mecánica.
Era el motor Toyota R36V de 3,6 litros de cubicaje que se heredaba directamente de los antiguos Grupo C, y ofrecía unas cifras impresionantes: 8 cilindros en V, los 3579 c.c. comentados, posición central longitudinal. Se trataba de un motor sobrealimentado por dos turbocompresores Garrett que daban un total de 600 CV a 6000 rpm y un mosntruoso par motor de 350 Nm a, también, 6000 rpm. Como era normal, la propulsión era trasera y la caja de cambios, manual de 6 velocidades. Con esta base el GT-One era capaz de alcanzar los 380 km/h en las largas rectas del circuito.
Un GT más rápido que algunos LMP
Muchos diréis: "Toyota no venció en las 24 Horas de Le Mans". Cierto, pero el hecho de estar inscrito en una categoría GT y plantearse posible disputar la victoria general da una idea del nivel que este prototipo llegó a conseguir. Hoy en día estamos acostumbrados a otro tipo de competición, y eso que hablamos de hace apenas 13 años.
La carrera de 1998 prometía. El GT-One empezaba los tests con buen pie, clasificando para la parrilla de salida en segundo, séptimo y noveno lugares respectivamente para los tres coches inscritos. No puedo dejar de recordar que estos coches cumplían la normativa de GT del momento y que por tanto estaban colocados en lugares impensables de la parrilla, solo superados por el Mercedes Benz GLK GTR. Eso ya, por si solo, fue un éxito.
La carrera fue complicada, como siempre lo es Le Mans, y durante el transcurso de la misma uno de los GT-One sufrió un fuerte accidente, mientras que otra de las unidades sufriría problemas mecánicos. La tercera unidad consiguió terminar la prueba en novena posición. Objetivo cumplido: en 1998 se consiguió la experiencia y kilometraje necesarios para mejorar.
Tras ver que los coches GT superaban a los de la clase LMP (la superior), los organismos reguladores (FIA y ACO) tuvieron que modificar el reglamento, algo que les encanta hacer, pero que en las 24 Horas de Le Mans es necesario por seguridad: las diferentes clases deben rendir de una manera determinada, hay límites a ese rendimiento.
Los cambios implicaban el nacimiento de la clase LMGTP, que eliminaba a Porsche (se retiró) y forzaba a Nissan a subir a LMP. Mercedes y Toyota se adaptaron a la nueva categoría. No fue nada mal, ya que Toyota consiguió dar un paso adelante y dominar las clasificaciones. Salían primero, segundo y octavos para la carrera. Y sí, de nuevo por delante de los LMP. Había posibilidades de vencer.
Victoria en LMGTP, segundos en la clasificación general
Fue posible ganar. Fue posible y de hecho el Toyota GT-One es vencedor en 1999 en la categoría LMGTP de las 24 Horas de Le Mans. Se consiguió una victoria, pero no LA victoria, el objetivo de Toyota Team Europe. Objetivo ambicioso como pocos y que demuestra la capacidad y la ilusión de un equipo para conseguir el máximo.
Durante la carrera en 1999, el mal estado del firme fue demasiado para los Michelin que montaban los GT-One, y dos de las unidades sufrieron pinchazos y consiguientes salidas de pista y abandonos. Sin embargo, el coche conducido por Uko Katayama y sus compañeros, Keiichi Tsuchiya y Toshio Suzuki se mantenía líder de la prueba, manteniendo a raya a los LMP y superando ampliamente los problemas mecánicos de sus competidores, Mercedes y Audi.
Los neumáticos, su degradación, obligarían al GT-One de Katayama a entrar en boxes para un último cambio no previsto, hueco que aprovecharía el BMW de la categoría superior para pescar la victoria. Las posibilidades estuvieron ahí y Toyota demostró que en un año de diseño y dos intentos habían estado a punto de vencer la prueba más dura del mundo.
¿Qué sacamos de esto? Pues que las soluciones tecnológicas, la mecánica, el motor... eran ideales para Le Mans. Las carreras son así, pero podemos estar seguros de que cuando Toyota vuelva a la carga en Le Mans, como parece seguro de cara a 2012, tendrá mucha más experiencia que cuando nació el GT-One. ¡Será emocionante!
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