Aunque en principio se resistió, el invierno ya está aquí con sus bajas temperaturas matutinas, sus heladas y los problemas asociados a esta estación tan hogareña. En el coche, empezamos a tener ya preocupaciones como mantener una temperatura agradable en el habitáculo, queremos despejar los cristales de vaho y condensación, nos empezamos a preocupar por la adherencia sobre el asfalto, y deberíamos, también, dedicar tiempo a pensar en el anticongelante.
El anticongelante es un líquido que a veces se confunde con el refrigerante, pero que realmente es una característica que viene "de serie" en el líquido refrigerante. Aquí hay un poco de lío en cuanto a terminología, por eso lo primero que hemos de hacer es tener claro de qué líquido estamos hablando.
¿Refrigerante o anticongelante?
El motor de combustión necesita mantener una temperatura de funcionamiento constante y óptima para no estropearse, o incluso fundirse si las cosas se ponen tórridas. Para ello dispone de un circuito de refrigeración líquida por el que transcurre nuestro amigo, el líquido refrigerante. Este líquido está tiene diversos componentes, y cada uno de ellos hace una función.
Lo que ha de hacer es cumplir una serie de requisitos, entre otros debe tener una buena capacidad calorífica, debe ser lo suficientemente fluido en su rango útil de temperaturas, debe cuidar y limpiar todo el circuito de refrigeración, y no debe congelarse. Esto está dicho de manera muy resumida, pero viene al pelo para lo que queremos contar. El líquido refrigerante debe circular sin resistencia, no se debe congelar a temperaturas "usuales", ni debe evaporarse a temperaturas de uso normal.
Por eso ese líquido se suele componer de un anticongelante concentrado, que se ha diluido previamente en agua destilada. Contiene aditivos que favorecen su fluidez, que limpian y mantienen perfecto el circuito de refrigeración. Por tanto es un líquido polivalente, pero sobre todo, vital para que el motor dure muchos años.
¿Qué ocurre si nos quedamos sin suficiente líquido anticongelante?
Lo primero es que es muy raro que haya fugas de anticongelante. El circuito de refrigeración suele estar ultra protegido y ser muy estanco, así que es rarísimo ver cómo el nivel de líquido baja de forma perceptible. De todos modos, conviene controlar de cuando en vez que el nivel de líquido se mantiene donde debe estar (ahora lo vemos), al igual que debemos controlar los demás líquidos, las presiones de los neumáticos,...
Si nos quedamos con poco líquido refrigerante... la llevamos clara. El líquido debe permanecer entre las marcas de máximo y mínimo siempre, y si controlamos que baja paulatinamente, debemos rellenar el depósito. Si se pierde a "buena velocidad", es decir, si lo notamos claramente, hemos de acudir a un especialista a que revisen el circuito.
Para rellenar el refrigerante, deberíamos consultar el manual del coche para saber qué producto conviene rellenar, ya que si por cualquier cosa nos equivocamos (rellenamos de orgánico sobre inorgánico, por ejemplo), obtendremos una pasta bastante poco saludable para el coche (de cabeza al taller).
Como nota al margen, hay que recordar que el líquido refrigerante se debe cambiar cada dos años, lo que ocurre es que suele estar incluido en las revisiones de mantenimiento, y nosotros no solemos prestar atención a ese hecho.
Y en realidad, ¿a qué se refiere lo de anticongelante?
Puede que, dado que el motor del coche opera a temperaturas en torno a los 90 ºC, nos preguntemos a santo de qué necesitamos anticongelantes. Pues bien, en realidad no es nada que afecte al motor en sí de forma directa, pero sí indirecta, pues con las bajas temperaturas invernales podemos sufrir congelación... en el circuito de refrigeración.
Es decir, con temperaturas realmente bajas, el líquido refrigerante se congelaría si no dispone de suficiente capacidad anticongelante. Y si no hay buena refrigeración, el motor sufre, se rompe, o se muere. Así que es fundamental que exista este anticongelante.
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Foto | Tino Rossini
