Entrar en un coche que “huele a nuevo” es un auténtico placer. La comodidad y el confort influyen de forma notable en la seguridad y, además, se ofrece tanto al propio conductor como a los pasajeros una sensación positiva y agradable al entrar en el vehículo.
Imagínate ahora el caso contrario, meterse en un coche sucio, lleno de polvo o con mal olor. Solamente la sensación de incomodidad hace que la conducción se convierta en insegura. Estamos deseando llegar al destino para salir de esa caja de virus en la que se ha convertido el habitáculo del coche. En definitiva, mantener el coche limpio va mucho más allá de una mera cuestión de estética.
Exposición total
Y es que nuestro coche está expuesto literalmente “a todo”: desde temperaturas extremas, tanto de calor como de frío, a fenómenos meteorológicos, pasando por la suciedad debida a la polución, los desagradables excrementos de aves o insectos pegados a la carrocería. Y así hasta una lista tan interminable como nos queramos imaginar.
Toda esta suciedad produce un daño en los materiales, en muchos casos, irreversible. Algunos de estos elementos dan lugar a procesos químicos que provocan la degradación y pérdida de propiedades de la carrocería y de los elementos más expuestos, como neumáticos o faros.
Neumáticos, faros y carrocería, los más perjudicados
El sol, por ejemplo, es muy agresivo con los plásticos. Ocasiona que estos se vuelvan blanquecinos, y frágiles, mermando propiedades tan importantes como la flexibilidad en paragolpes o transparencia en faros.
Los excrementos de los pájaros pueden causar daños irreparables sobre la capa más superficial de la pintura. Están compuestos por ácido úrico, el cual puede desencadenar una reacción química que dejará un rastro imborrable en la carrocería si no se elimina a tiempo, sobre todo, si se combina con el sol.
Un mal mantenimiento nos sale caro
Sí, si ponemos en un lado de una balanza el coste de un lavado a tiempo y en el otro lado una reparación de carrocería, la inclinación en coste es clara hacia la segunda opción. Y, a nivel preventivo, es mucho más sencillo invertir cinco minutos en lavar el coche que una semana en un taller para que nos lo pinten.
Todos los elementos más expuestos aceleran su degradación
De otra parte, los vehículos de hoy en día incorporan una serie de cámaras y sensores cuyo funcionamiento puede ser alterado por la suciedad y afectar a la propia conducción.
Por último, no hay que olvidar que la visión del conductor es fundamental en la conducción, retrovisores o parabrisas sucio, limpiaparabrisas en mal estado o endurecidos son consecuencias claras de un mal mantenimiento.
El interior, ¿un nido de bacterias?
El interior del vehículo a priori no ofrece unas condiciones de higiene óptimas, ya que se trata de un espacio reducido, con una ventilación muy limitada y expuesto a un amplio rango de temperaturas y exposición solar.
Si a todo esto sumamos el ir y venir de los pasajeros que pasan por nuestro coche, unas veces más limpios y otras menos, si llevamos de pasajeros a nuestras mascotas o si dentro del coche se come o incluso se fuma, el cóctel es explosivo y la amalgama de olores, en algún caso, inaguantable.
Los gérmenes, bacterias y virus se acumulan en el habitáculo. Algunos estudios aseguran que el número de gérmenes por centímetro cuadrado en una sillita de coche infantil llega a doblar a los que se puedan encontrar en un inodoro. En estas investigaciones, se encontraron un promedio de 356 gérmenes por centímetro cuadrado en la palanca de cambios, que es un 25 % más de gérmenes que cualquier otro lugar en su automóvil.
Buscar el mejor sitio para aparcar
Aunque es cierto que no siempre tenemos las mejores opciones, a la hora de aparcar más allá de la cercanía al lugar donde vayamos, podemos tener en cuenta otros factores que ayuden a preservar nuestra carrocería.
Por ejemplo, elegir la sombra y, si es posible, que no sea debajo de un árbol. Algunos árboles pueden desprender resina o melaza y esta puede ir a parar a nuestro vehículo, donde luego cuesta mucho quitarla. Esto sin contar todos los desechos de los habitantes de cada árbol.
Las alfombrillas y tapicería, contacto estrecho
Dentro del vehículo, estos dos lugares son, sin duda, en los que más suciedad se concentra. Las alfombrillas, por ejemplo, soportan continuamente la suciedad que llevamos en nuestros zapatos.
Estas deben ser limpiadas con frecuencia, aspirando la suciedad y, si es factible, limpiándolas con agua a presión y dejándolas secar. En este sentido, las alfombrillas de goma tienen una limpieza más sencilla, aunque sean menos estéticas.
Una tapicería limpia es sinónimo de comodidad y salud
Por debajo de las alfombrillas está la moqueta, que también acumula suciedad, en este caso una buena aspiración puede ser suficiente, al igual que en la tapicería. Respecto a esta última, en función del uso que se le dé al coche, nos podemos plantear utilizar fundas protectoras, mucho más sencillas de lavar y reemplazar.
Las tapicerías de cuero tienen una limpieza más sencilla, se pueden limpiar con una bayeta húmeda tras aspirarlas. Ahora bien, existen una serie de productos que se deben aplicar periódicamente para mantener el brillo y el olor agradable.
Filtros, la salud del interior
El aire que respiramos en el interior del vehículo entra a través de una serie de filtros, el más conocido es el que comúnmente llamamos “filtro de polen”.
Este filtro retiene las partículas de polvo y polen para que no entren en circulación en el sistema de climatización y ventilación, además de filtrar otros gases que provienen del exterior, como pueda ser el propio humo desprendido por otros vehículos.
Los filtros mejoran la higiene y la salud, algo muy importante para personas alérgicas en ciertos periodos del año. Por este motivo, es crucial mantenerlos adecuadamente siguiendo estrictamente el calendario de revisiones. Eso, sí, en función del uso que se haga del vehículo, por ejemplo, desplazarse habitualmente por carreteras de tierra, habría que aumentar la periodicidad de los controles.
Un mal mantenimiento del filtro repercute en la salud de los pasajeros
Los síntomas de que tenemos el filtro sucio pueden ser desde el mal olor hasta el poco caudal del aire acondicionado. Otra señal de agotamiento del filtro es cuando cuesta mucho que los cristales se desempañen.
En resumen, hoy puede ser un buen día para echar un ojo al estado del coche y, si es necesario, invertir un poco de tiempo en la limpieza. Como hemos visto, también es invertir en seguridad.
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