Poco a poco, la dependencia de los combustibles fósiles para poder desplazarnos en nuestros vehículos tiene que ser cada vez menos. Para ello, la tecnología avanza a pasos agigantados pero sin embargo, la sociedad no es capaz de asimilar tan rápidamente estos cambios.
En la actualidad, disponemos de vehículos tanto híbridos como eléctricos pero las infraestructuras que deben darle servicio no evolucionan tan rápido como se esperaba. Dos son las razones fundamentales: por una parte, el miedo de las personas en lanzarse hacia una tecnología nueva y que todavía se encuentro en los primeros estados de desarrollo y, por otro lado, el momento económico no es el propicio para que se invierta en mejorar las instalaciones actuales.
El paso del motor de combustión al eléctrico pasa por el híbrido
El futuro son los vehículos cien por cien eléctricos, o también, los de pila de combustible que nos permitirán desplazarnos contaminando lo menos posible. Para ello es necesario que la autonomía sea la suficiente como para poder ir de un sitio a otro como hacemos actualmente y también, que las estaciones de recarga proliferen y esta se pueda hacer mucho más rápido que en la actualidad.
Hoy en día, la autonomía de los eléctricos se sitúa en torno a los casi 200 kilómetros y el tiempo de carga estándar es superior a las seis horas. Cuando podamos realizar recorridos de, por ejemplo, 500 kilómetros con una sola carga y podamos cambiar las baterías en una estación a tal efecto o la recarga se pueda completar en media hora, el vehículo eléctrico será una realidad.
Hasta entonces, el presente pasa por los vehículos híbridos, que sin dejar a un lado los motores de combustión, permiten reducir su consumo, contaminar menos y además, evolucionar los sistemas que hasta ahora se vienen utilizando: motores eléctricos, baterías, frenadas regenerativas...
Los primeros híbridos solamente complementaban al motor eléctrico. Luego han podido empezar a desplazarse con la carga que acumulan en sus baterías, suficientes para hacer una decena de kilómetros. El siguiente paso en la escala es que el motor de combustión alimente únicamente el motor eléctrico, consiguiendo que su efectividad sea mucho mayor (siempre es más sencillo mover algo mucho más ligero y más eficiente como un propulsor eléctrico) y podamos aumentar la autonomía en uso eléctrico. Y al final, conseguir deshacernos del motor como lo conocemos hoy en día.