Dentro de los avances tecnológicos más inmediatos y realistas, quizá el que más posibilidades abre es el car-to-x (también conocido como car2x o, abreviando todavía un poco más, c2x), una tecnología que sirve para que el vehículo se comunique con su entorno para hacer de la conducción una actividad cada vez más segura y más eficaz.
La tecnología car2x todavía está viviendo su fase de desarrollo inicial, pero las aplicaciones que se han dado a conocer ya dejan en un pasado muy remoto algunos de los problemas más clásicos de la conducción de automóviles: desde los temidos atascos hasta los accidentes por adelantamientos mal realizados, por poner dos ejemplos.
En esencia, el car2x es un concepto por el cual nuestro vehículo utiliza comunicación inalámbrica para consultar y/o enviar datos al resto de los vehículos (lo que se conoce específicamente como car-to-car, car2car o c2c) o al resto del entorno: señales de circulación, centrales de control de tráfico... lo que sea necesario en cada momento. Y esta comunicación sirve de base para que nuestra conducción gane en seguridad, pero también en fluidez.
El car2car, evitando atascos y choques
La tecnología car2car hace realidad el sueño de todo conductor: poder comentarle la jugada al conductor de otro vehículo. Desde siempre y a falta de una herramienta mejor, esa comunicación se había realizado en el mejor de los casos por medio de gruñidos en forma de claxon o de ráfagas de luces, pero en plena era de la comunicación el lenguaje ha ganado proactividad y se ha sofisticado de manera que los mismos coches se pueden poner de acuerdo para, por ejemplo, evitar un atasco.
¿Ciencia ficción? Ni mucho menos. Los expertos en flujos de tráfico saben que no hay nada peor para la fluidez de la circulación que el efecto acordeón, y este normalmente se produce por una mala combinación de dejar poca distancia de seguridad y reaccionar de forma tardía a la formación de una retención. Claro, que si el conductor supiera a tiempo que se está formando una caravana unos metros más adelante...
Ahí entra el papel de la tecnología. Si un coche A envía a un coche B un aviso de tipo "oye, que aquí está frenando todo el mundo" el conductor del coche B puede moderar la velocidad y evitar que al final se produzca una retención de todo punto absurda. La comunicación, al servicio de la fluidez y la seguridad del tráfico.
Otro ejemplo clásico de tecnología car2car sería el aviso para evitar un choque en un adelantamiento, por ejemplo a consecuencia de un retorno al carril incorrecto por culpa del temido ángulo muerto. De nuevo gracias a la comunicación intervehicular, el problema se resolvería con un sencillo "eh, que estoy aquí" transmitido automáticamente de un coche a otro.
El car2x, de un coche... a lo que sea
Se llama car2x por la incógnita de quién puede llegar a ser el receptor del mensaje enviado por el vehículo. No, no es que lance mensajes en una botella como el náufrago de la canción, sino que la tecnología permite que el coche hable con cualquier elemento del entorno.
Pongamos algunos ejemplos. Un conductor pasa frente a un colegio a la hora de la salida. El colegio puede emitir una señal para que los conductores que llevan vehículos equipados con tecnología car2x reciban una señal específica y reduzcan la velocidad. Otra situación en que la tecnología car2x podría dar buenos resultados es cuando en ciudad tenemos un cruce regulado con semáforos donde el car2x puede ayudar a ajustar los ciclos de funcionamiento. Incluso otra aplicación podría venir dada por un vehículo con sed de gasolina que encuentra la estación de servicio más próxima gracias a la red de control del tráfico, que le pasa la información.
Una vez la tecnología esté implantada, las posibilidades que se abren quedan sólo limitadas a la imaginación que queramos echarle. Otra cosa es que los conductores queramos oír lo que nos dicen los demás, pero ahí la tecnología tiene un papel bastante más residual.
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