El Opel Corsa-e es el primer coche eléctrico en la era moderna de Opel, ahora propiedad del Grupo PSA. La sexta generación del Opel Corsa y su correspondiente versión eléctrica comparte con el Peugeot e-208 toda la plataforma modular e-CMP, pero antes, mucho antes de que existieran estas sinergias, Opel ya contó en sus filas con coches de cero emisiones.
El primero de todos y al que hoy podemos llamar ancestro del Opel Corsa-E es al Opel Kadett Impuls I, un coche eléctrico que nació a finales del siglo XX como vehículo experimental y laboratorio de las tecnologías de electrificación.
Opel Kadett Impuls I: el precursor del Opel Corsa-e
Hace tres décadas no podíamos ni imaginarnos cómo iba a cambiar el mundo de la automoción. En apenas unos años hemos pasado de no preocuparnos lo más mínimo por las emisiones contaminantes a que el universo de los coches verse precisamente en torno a la necesidad por descarbonizar los catálogos de los fabricantes.
La expansión de los vehículos electrificados, híbridos y eléctricos ya es imparable, pero aun así hace algunos años hubo fabricantes que se preocuparon por experimentar con la propulsión eléctrica. Hace algún tiempo hablamos sobre el Mercedes-Benz 190 E Elektro, un compatriota alemán 100% eléctrico con la misma finalidad que el Opel Kaddet Impuls I: la experimentación.
Basado sobre exactamente la misma plataforma que el Kadett de producción, el Opel Kaddet Impuls I nació hace 30 años con la intención de crear un coche urbano que no tuviera emisiones contaminantes, al tiempo que pudiera fabricarse con la tecnología disponible en ese momento.
Con prácticamente nadie preocupándose en aquel momento en cómo crear coches eléctricos baratos, Opel pensó que la mejor manera de implantar la movilidad eléctrica era utilizando materiales, técnicas y soluciones ya conocidos. La otra parte del reto que se propuso la marca fue que tanto la habitabilidad como el espacio de carga no se vieran mermadas con la transformación.
De esta manera el Kadett Impuls I nació de la colaboración de Opel con la empresa energética RWE y los fabricantes de baterías SAFT. La criatura tenía un motor eléctrico de 100V DC que movía las ruedas delanteras con una fuerza de unos nada sorprendentes 16 kW (22 CV). Las prestaciones obviamente también eran discretas con un 0-50 km/h en 10 segundos y 100 km/h de velocidad punta
Este movimiento se conseguía gracias a la energía almacenada en un paquete de baterías de níquel-cadmio alojado en la parte inferior del vano motor y con el sistema de recarga bajo el suelo del maletero. En total, sólo las baterías alcanzaban un peso de 310 kg y podían albergar una energía de 14,3 kWh, ocupando 170 litros de espacio.
En total, el Opel Kadett Impuls I podía recorrer una distancia por recarga completa de hasta 80 km, en teoría para la época más que suficientes para realizar desplazamientos cotidianos en entornos urbanos. El tiempo de recarga estimado se cifraba en 5 horas.
El peso del conjunto en orden de marcha era de 1.000 kg, bastante elevado para la época y sobre todo teniendo en cuenta que el Kadett E de combustión sobre el que se basaba tenía un peso de 840 kg. Finalmente sí se perdió algo de espacio interior, reduciendo en 60 litros el volumen del maletero (330 litros) y 140 kg de capacidad de carga (350 kg).
Según los datos de la marca, el Kadett Impuls I contaba con frenada regenerativa parcial para recuperar energía cinética en deceleraciones. También apuntan que podía afrontar sin problema pendientes de hasta el 25%, aunque seguramente a una velocidad bastante limitada.
La estirpe de eléctricos de Opel
Si bien el Opel Kadett Impuls I fue el precursor del actual Opel Corsa-e, no fue el primer coche eléctrico de experimentación de la marca del rayo.
Antes del Impuls I también hicieron acto de presencia otros vehículos como el Opel Kadett B Stir-Lec I de 1968, equipado con baterías de plomo-ácido que se recargaban gracias a la producción de energía de un motor de combustión Stirling colocado en la parte trasera. Sí, en su caso el Kadett B Stir-Lec I fue un coche eléctrico de rango extendido y al que podemos considerar como el precursor del Opel Ampera.
Pero no vino solo, puesto que Opel en la segunda mitad del siglo XX estuvo bastante activa en materia de electrificación. Tres años después, en 1971, apareció el Opel Elektro GT. En este caso hablamos de un coche eléctrico puro nacido para la competición.
El Elektro GT conducido por Georg von Opel (nieto del fundador de la marca) consiguió batir hasta seis récords mundiales, alcanzando una velocidad máxima de hasta 188 km/h. Para conseguirlo, la mecánica recurría a dos motores eléctricos en serie con una potencia total de 88 kW (120 CV) y un paquete de baterías de níquel-cadmio. Su autonomía eléctrica total era de 44 km a 100 km/h de velocidad constante.
Aparte de estos, también hubo otras iniciativas más ambiciosas. Tras el Kadett Impuls I llegó el Opel Impuls II sobre la base del Opel Astra F con carrocería familiar y una potencia máxima de 115 CV y 128 Nm de par motor. Más tarde apareció el Opel Impuls III, creando en este caso 10 unidades sobre la plataforma del Opel Astra Familiar destinadas a su experimentación en la isla alemana de Rügen, enclave donde también se destinó el Mercedes-Benz 190 E Elektro.
Después de aquellos llegaron en 1992 el Opel Twin en forma de prototipo y el Opel Combo Plus de 1995. Una estirpe de Opel eléctricos que ahora culmina con la llegada del Opel Corsa-e y sus 136 CV de potencia, además de 330 km de autonomía en ciclo WLTP gracias a una batería de 50 kWh. Su precio parte de 29.900 euros, y estamos deseando probarlo.
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