Decíamos ayer que el problema de tener sistemas cada vez más conectados entre sí nos lleva a un panorama en el que todo es susceptible de ser hackeado y hasta saboteado. Hoy vamos a ver algunos curiosos ejemplos de lo que podría llegar a suceder si los paneles de mensaje variable cayeran en las manos de quienes no deberían caer.
Por fortuna, no se ha demostrado que ninguno de los ejemplos que siguen se haya visto realmente en la carretera. Pero, ¿quién sabe? A lo mejor no sólo estamos adelantándonos a nuestro tiempo, sino que estamos abriendo unas vías de negocio que hasta ahora nadie se ha atrevido a explorar y que podrían beneficiar a más de uno. La DGT, incluida.
1. Hackeo familiar: todo queda en casa
Por ejemplo, imaginemos que tenemos que contarle algo a una persona que no dispone de los adelantos tecnológicos que nos brinda hoy en día la telefonía móvil. Tanto da que sea una felicitación por el cumpleaños que un mensaje sobre nuestras apetencias gastronómicas:
"Mama, que hoy no me apetecen cocretas para comer."
Se enchufa el mensaje que nos interesa en el panel de mensaje variable et voilà: comunicación entre coche e infraestructura (car-to-X), reconvertida en un uso que verdaderamente nos puede ser útil para nuestro día a día. ¿Quién da más?
2. Hackeo publicitario 1: visite nuestro bar
Aquí vamos un paso más allá, y es que entrar en el panel de mensaje variable y consignar lo que nos venga en gana puede ser toda una inversión de futuro para nuestro negocio, aunque este se quedara anclado en el pasado. Renovarse o morir, ¿no era eso?
Ojo, porque aquí incluso la DGT podría hacer su agosto, alquilando bajo cuerda y por temporadas los paneles de mensaje variable al mejor postor. De esta manera, en un mundo ideal todo ingreso que entrase por esta vía no debería entrar por otras vías que afectaran a los conductores. Lo malo es que como hablamos de hackeos no se reconocerían esas entradas de dinero como algo legal, así que...
3. Hackeo publicitario 2: vendo coche bien de motor
Pero estábamos hablando de las posibilidades que ofrecerían estos ataques para los mismos conductores. ¿Y qué mejor soporte publicitario que el panel de mensaje variable, convenientemente hackeado, para anunciar la venta de nuestro propio coche a quien le pudiera interesar?
Como es obvio, aquí se nos abre un abanico de posibilidades casi infinitas. Todo depende de la bolsa de vendedores que se pueda manejar en cada punto de señalización hackeada y la comisión que cada uno de ellos esté dispuesto a abonar por anunciarse ahí.
4. Hackeo festivalero municipal
Yendo más allá en las posibilidades que nos brindaría un entorno en el que las señales pudieran ser acribilladas desde fuera, otro de los apasionantes retos de futuro que se nos presentan consiste en un uso (fraudulento, por supuesto) de los paneles de mensaje variable por parte de los ayuntamientos, para estimular la participación ciudadana en los festejos municipales.
De alguna forma, también se podrían aprovechar estos sabotajes a la señalización para lanzar un doble mensaje: la conveniencia de participar de forma activa en la vida social de la población, y la necesidad de vigilar con el monumental caos de tráfico que se suele organizar cuando alguien decide montar un sarao de estas características en todo el medio del pueblo.
5. Hackeo puramente informativo
Finalmente, y como ejercicio de honestidad, el hackeo se podría aprovechar para lanzar alguna información de verdadera utilidad para el conductor. Ya que lo de que es "por su seguridad" no acaba de cuajar en el imaginario colectivo, quizá algún mensaje algo más potente podría hacer las delicias de propios y extraños. Como mínimo, se garantizaría que la gente mirara las señales.
O eso, o cualquier otra cosa. Porque si se puede hackear una señal variable, el mensaje que ahí aparezca puede llevarnos a cualquier parte. Literalmente. ¿Qué otras opciones podríamos encontrar?
En Motorpasión | 'Hackear' las señales de la carretera: ¿realidad o ficción?