Cuando en 2014, la ciudad de Hamburgo anunció que quería eliminar progresivamente los coches de sus calles a lo largo de las dos siguientes décadas, parecía algo imposible. Incluso irreal en un país donde la industria del automóvil tiene tanto peso. Sin embargo, tan solo tres años después, muchas otras grandes ciudades han emprendido un camino similar.
Oslo está progresivamente borrando los coches de su centro eliminando las plazas de aparcamiento. Así de sencillo. Y aunque haya muchas ciudades que intentan limitar la proliferación de coches en sus centros, especialmente cuando se dan picos de contaminación, muy pocos son los lugares del mundo en los que el coche está totalmente prohibido. Aún así, hemos encontrado tres curiosos ejemplos en los que todo está hecho para que no quieras circular en coche.
Cambiar los hábitos
Eliminar el coche de una ciudad o pueblo no es tan sencillo como parece. De entrada, porque no se puede obligar a la gente a cambiar de hábito y a renunciar a uno de los mayores instrumentos de libertad personal. Y luego, también hay toda una industria detrás con cientos de miles de personas que viven de ello y ningún gobierno se atreverá a quitarles ese trabajo del día a la mañana. Lo que sí se puede hacer es potenciar sistemas alternativos, provocar cambios de hábitos y la industria ya se autorregulará, con mayor o menor facilidad.
En Lyon (Francia), no se prohíbe la entrada al centro en coche. Es más, si decides hacerlo prácticamente sólo podrás aparcar en los parkings públicos. Esa es la primera medida para disuadirte de ir hasta allí en coche. En lugar de prohibir, se ha reorganizado la ciudad y dado alternativas eficaces -reducción de carriles para coches, aparcamientos públicos alrededor del centro, sistema de bicicletas públicas, mejor transporte urbano, etc- para que los habitantes de la región ya no sientan la necesidad de acudir al centro en coche. Y funciona.
No se puede eliminar del todo el automóvil
Así ningún gobierno local pretende realmente eliminar el automóvil. Fijarse un objetivo y trabajar por ello es ya un gran paso para cambiar las mentalidades. Y se empieza poco a poco. Existen varios ejemplos de cómo se puede influir en el cambio de hábitos del público. Evidentemente, tenemos el ejemplo de Amsterdam, la capital europea de las bicicletas y más recientemente el de Copenhague.
En la capital danesa y desde 2016 hay oficialmente más bicicletas que coches. ¿Cómo lo han conseguido? Una fiscalidad estatal muy fuerte sobre los turismos y una inversión masiva -aunque muy inferior al de una carretera convencional- en infraestructuras específicas para las bicis han provocado el auge de las bicis. Aún así, no pueden eliminar por completo el automóvil: las ventas de turismos en Dinamarca llevan tres años consecutivos de crecimiento, señal de que el automóvil aún tiene muchos días por delante.
No es tan sencillo eliminar del día a la mañana el coche de las ciudades y de nuestras vidas. Aún así, existen ciudades y lugares en el mundo donde no se puede circular en coche. Y no, no hablamos ni de Venecia ni de la isla de Hydra o de cualquier otro lugar turístico, como Zermatt en Suiza o la isla de Catalina en California. Estas tres ciudades son verdaderos núcleos de población que demuestran que no todo está perdido para el automóvil; nos enseñan que existe un futuro combinando sostenibilidad y automóvil.
Louvain-la-Neuve (Bélgica)
La ciudad de Louvain-la-Neuve se diseñó desde el principio para ser una ciudad sin coche. Nacida de eventos trágicos -la expulsión de la comunidad francófona de la ciudad universitaria de Leuven (en Flandres) en 1968- se decidió la construcción de otra ciudad a 35 km de Bruselas para acoger a los expulsados.
Así, la nueva Universidad Católica de Louvain -fundada en 1425- será diseñada por el arquitecto Raymond Lemaire inspirándose en los modelos de ciudades italianas del Renacimiento, con sus calles rectas y donde todo el mundo se movía a pie, dejando los caballos fuera de la ecuación.
La construcción comenzó en 1971 y la UCL abre en octubre de 1972. Pero a diferencia de las ciudades del Renacimiento, Lemaire y su equipo no dejaron fuera del cuadro al automóvil. Éste existe y está presente, pero no lo ves. Todo son párkings en la periferia del campus universitario y las calles que lo cruzan son subterráneas.
Actualmente, la ciudad cuenta con más de 21.000 habitantes y no todos son estudiantes. Mucha gente gente de Bruselas se vino a Louvain-la-Neuve atraídos por una ciudad “sin coches”, donde todo es accesible andando. Y la ciudad crece con, por ejemplo, un parque científico donde el I+D es el rey -el primero que abrió en Bélgica- o la presencia del Museo Hergé.
Roosevelt Island (New York)
Roosevelt Island es una de las joyas de Nueva York que poca gente fuera de la ciudad conoce. Situado entre Queens y la isla de Manhattan, este barrio neoyorquino está libre de coches. Sí, en una ciudad dominada por los taxis, ya sean amarillos o verdes, y los que usan Uber, existe un rincón donde no se puede circular con coche. O casi.
La planificación urbana de la isla, a finales de los años 60 y principios de los 70 no incluyó el uso masivo del automóvil ya que el acceso en coche a la isla complicado: solo hay un puente de acceso, inaugurado en 1955, y une la isla únicamente con Queens.
Los 12.000 habitantes de la isla pueden tener coche y acceder a la isla en coche, pero más allá de los parkings habilitados, su coche particular no les sirve de absolutamente para nada una vez en la isla de 3,2 km de largo (aunque de sólo 243 metros de ancho).
Este islote de paz y tranquilidad en la única ciudad del mundo que realmente no duerme nunca, empieza a atraer inversores y familias de alto poder adquisitivo a medida que los pisos de protección oficial dejan de serlo y los contratos de renta controlada van caducando. Así, con el tiempo Roosevelt Island perderá su identidad cosmopolita y tranquila, se quejan algunos residentes.
Vauban (Alemania)
El distrito de Vauban, en la ciudad alemana de Friburgo, está atrapada en un rincón sur del país, entre las fronteras con Francia y Suiza. Este distrito nuevo fue diseñado desde cero sobre lo que era una antigua base militar. Fue construida en 1937 para la Wermacht y en manos del ejército francés hasta 1994 (de ahí el nombre de Vauban, en referencia al arquitecto militar francés del Siglo XVII).
Y la mejor manera de dar una nueva vida a una zona de tan oscuro pasado era transformarlo en un modelo de ciudad sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Lógicamente, el respeto por el medio ambiente pasa también por prohibir el coche.
Así, las calles de Vauban, que cuenta ahora con cerca de 5.000 habitantes, están prohibidas a los coches (solo pueden acceder unos minutos para descargar algo pesado). De hecho, el 57 % de los residentes que antes tenían coche vendieron el suyo al instalarse en Vauban. Las bicis y el transporte público son allí alternativas eficaces.
Pero, una vez más, no se prohiben los coches. De hecho, si quieres tener un coche (o dos o más) y vivir en Vauban, puedes. La única condición es que al llegar al distrito tendrás que aparcarlo en uno de los parkings que hay alrededor. Y cada plaza de parking cuesta 20.000 euros.
En Motorpasión | Cómo Lyon ha sacado los coches del centro sin prohibirlos