El RACE y Goodyear han realizado en la sede de Cidaut, Valladolid, un crash test para mostrar el peligro que suponen algunos hábitos comunes para millones de viajeros españoles, como viajar con los pies apoyados sobre el salpicadero o con el respaldo recostado, en el caso de los copilotos, así como transportar objetos sueltos en habitáculo o llevar el cinturón de seguridad mal puesto (o incluso sin él), entre otros.
Las pruebas de impacto se han llevado a raíz de los resultados arrojados por una encuesta en la que se ponía de manifiesto el elevado porcentaje de automovilistas que llevan a cabo algunas de las prácticas mencionadas, a pesar de las advertencias de la DGT y la Guardia Civil o de la vigilancia que ejerce Tráfico por medio de Pegasus.
Los objetos sueltos dentro del vehículo constituyen un grave riesgo. En caso de choque o frenazo brusco se convierten en un peligroso proyectil, como en este caso 😢. https://t.co/K7Sxbz0JSk
— Dir. Gral. Tráfico (@DGTes) 25 de septiembre de 2018
¿#SabesQue una posición incorrecta del copiloto agravará sus lesiones en caso de frenazo o #accidente🚑?
— Guardia Civil 🇪🇸 (@guardiacivil) 7 de noviembre de 2018
Aunque sea sancionable💶...#NoEsPorLaMultapic.twitter.com/v4zJblxDYU
Las graves consecuencias de una mala 'praxis'
En base a los datos recopilados, en la prueba de impacto se colocó un dummie en el asiento del conductor sujeto con cinturón de seguridad holgado, en una posición cercana al volante; al copiloto, con el respaldo recostado y las piernas en el salpicadero; y al pasajero trasero izquierdo, sin cinturón de seguridad y sujetando en sus brazos a un bebé, y se sometió el vehículo a un impacto frontal a 56 km/h.
Se trata de un impacto a una velocidad que, si bien apenas supera la máxima permitida en ciudad, puede significar consecuencias devastadoras. En el caso del conductor, la presión ejercida por el ocupante trasero supera las dos toneladas y las aceleraciones de cuello y cabeza superan los niveles máximos que se pueden soportar.
Si atendemos al copiloto, la compresión del tórax supera el doble del límite tolerable por una persona, con causa mortal. La cabeza del dummie golpea contra las piernas, y también supera los niveles máximos, mientras las piernas, por su parte, impactan con la luna delantera y la rompen, con daños graves.
En lo que respecta al ocupante trasero, la fuerza que proyecta el adulto es de 3,5 toneladas métricas, aplastando al bebé contra el asiento delantero, primero, y al conductor contra el volante, a continuación. Además, durante la llamada fase de rebote, el ocupante vuela por el habitáculo, se golpea también contra el techo y finaliza el impacto sobre el cuerpo del bebé.
Según las cifras del club de automovilistas, las posibilidad de muerte en caso de sufrir un accidente de tráfico y no llevar el cinturón de seguridad puesto se incrementa en un 300% y de padecer lesiones medulares, en 1.300%. Además, la multa con la que se castiga esta infracción es de 200 euros y la detracción de tres puntos del carné de conducir.
La posición ideal y cómo colocar el cinturón y el reposacabezas
Tras mostrar el peligro que conlleva una mala praxis en el coche, el RACE y Goodyear recuerdan que siempre se debe llevar puesto el cinturón de seguridad (sin quitarse la banda diagonal), independientemente del tipo de vía, evitando ropas gruesas para tratar de que quede lo más ceñido al cuerpo posible.
Asimismo, cabe recordar que debe coincidir en altura la parte superior de la cabeza y el reposacabezas, de modo que la parte posterior de la cabeza quede a unos 4 cm.
El respaldo del asiento debe colocarse con una inclinación máxima de 90º + 25º, teniendo en cuenta que cuanto más vertical está, más seguro es. La postura ideal es aquella en la que, con la espalda bien apoyada en el respaldo y con el brazo extendido, la muñeca llegue a apoyar sobre la parte superior del volante.
Finalmente, respecto a colocar los pies en el salpicadero, ambas instituciones inciden en el peligro que conlleva esta posición toda vez que airbag y cinturón pierden su funcionalidad e incluso provocan mayores daños, amén del riesgo de sufrir el denominado efecto submarino.
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