Con parte del país en alerta por las fuertes lluvias que se esperan los próximos días de la mano de un nuevo temporal o DANA, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), lo ideal es permanecer atento a las predicciones y recomendaciones y, en la medida de lo posible, evitar conducir si nos encontramos en zonas afectadas.
Pero para quienes no tengan otro remedio que coger el coche, la DGT recuerda las claves para conducir con fuertes lluvias de forma segura y cómo actuar en caso de vernos sorprendidos al volante por una riada o inundación.
Riadas y aquaplaning: cómo conducir con seguridad con fuertes lluvias
Según Tráfico, con lluvia el riesgo de sufrir un accidente puede aumentar hasta un 70 %, ya que entre otras cosas la visibilidad se reduce drásticamente. Además, hemos de tener en cuenta que los neumáticos presentan menor adherencia ante el asfalto mojado, lo que nos lleva al riego de sufrir el peligroso aquaplaning.
Así, ante previsión de fuertes lluvias es esencial tener siempre nuestro coche a punto, y realizar un mantenimiento adecuado de elementos como las luces, el parabrisas y los limpias.
No podemos olvidar prestar atención a los neumáticos: cerciorarse de forma periódica de su buen estado siempre es imprescindible para circular con seguridad. Más con lluvia, pues si no tienen la presión adecuada o están más desgastados de lo que deberían, desalojarán peor el agua, aumentando el riesgo de aquaplaning.
Cabe recordar que los factores que producen aquaplaning o incrementan su riesgo principalmente son cuatro: la cantidad de agua de la calzada, la velocidad a la que se circula, la profundidad del surco del neumático y/o una presión inadecuada del mismo.
Por tanto, con lluvia siempre debemos seguir dos máximas: suavidad al volante y mantener una velocidad reducida. Debemos tratar la dirección con mimo evitando dar volantazos, además de frenar o acelerar de forma suave y progresiva.
Además, hemos de tener en cuenta que el asfalto no siempre desaloja correctamente el agua, o bien si hay irregularidades en el firme se pueden formar charcos o balsas. Por este motivo, lo adecuado es ir muy atento a la carretera y evitar zonas que presenten agua acumulada, pues el riesgo de sufrir cualquier percance aumenta de forma exponencial.
Pero, ¿y si nos sorprende una riada al volante? Como apunta la DGT, las lluvias torrenciales pueden convertir un cauce que habitualmente está seco en un peligroso torrente que anegue la calzada. Por tanto, hay que actuar rápido, pero con determinación.
Evitar ponernos en riesgo y evaluar la situación es clave: si la corriente es fuerte el agua podría haber socavado el fondo, por lo que evitaremos en todo momento entrar en las zonas que estén inundadas, ya que estas podrían estar mucho más profundas de lo habitual, o de lo que aparentan a simple vista.
Aunque factores como el propio peso del vehículo, la fuerza y la velocidad de la corriente o la inclinación del terreno (entre otros) influirán, siempre hemos de tener presente que, por norma general, si el agua supera la altura de la mitad de las ruedas, el coche será arrastrado por el agua sin control.
Aquí no queda otra que salir por todos los medios del vehículo cuanto antes (o por la ventanilla o por la puerta) y subir al techo para ser más visibles y accesibles de cara al rescate.
Pero como siempre, mejor prevenir que curar: en caso de que estés conduciendo y te encuentres la calzada anegada, llama al 112 para alertar a las autoridades del problema. Después, da la vuelta con precaución y busca una ruta alternativa para llegar a tu destino.