Desde esta semana, tres radares de tramo ya sancionan a los conductores que superen el límite de velocidad. Durante el periodo de pruebas, en los que solo se han mandado cartas de notificación sin efectos legales, la DGT ofrece una conclusión que seguro que más de uno no se esperaba: ¡apenas multan!
Un informe interno dice que entre septiembre de 2010 y noviembre de 2011 el número de conductores por encima del límite ha bajado del 11,7% al 4%. Durante el plazo de pruebas de diciembre hasta el pasado lunes, solo habrían caído el 6% de los conductores, y casi todos por excesos muy bajos del límite.
De hecho, los que han sido cazados hasta 160 km/h han sido el 0,03%, es decir, que de cada 10.000 conductores, solo 3 se habrían llevado una receta para reducir su velocitis aguda. Esto nos lleva a una conclusión determinante: recaudan poco, pero son eficaces para la función para la que se instalaron, es decir, hacer respetar los límites.
En todo artículo que hemos publicado sobre los radares de tramo, siempre he leído comentarios acerca de si era una medida recaudatoria, injustificable, o injusta, etc. Los resultados contradicen esas opiniones. Son justos porque solo se sanciona al que ha superado el límite de velocidad de media a lo largo de un tramo corto, en el que no hay salidas.
Es decir, que si en un tramo limitado a 100 km/h hemos entrado a 120 por despiste, solo hay que reducir el trote por debajo de 100 para que la media resultante no supere esos 100 km/h, y aquí no ha pasado nada. En cambio, un cinemómetro puntual sí es más punitivo con los despistes y los “despistes” (todos sabéis a qué me refiero).
En la DGT están comprobando que como los radares tienen una función disuasoria y son eficaces, se han animado a poner más. De hecho, son mucho más eficaces reduciendo velocidad que los radares de punto fijo, aunque esos recauden más, no consiguen reducir tanto los excesos de velocidad, porque una vez superados, basta con acelerar de nuevo.
Bajo mi punto de vista, los controles de velocidad son eficaces si reducen la velocidad, no si multan más. Por lo tanto, aquí el ánimo recaudatorio es muy discutible. De momento todos los radares de tramo que se han instalado, no están en eternas rectas donde nunca pasan nada, sino en puntos conflictivos como túneles o rondas de circunvalación.
¿Qué es más importante, la seguridad vial o la recaudación? Pues lo primero, y en eso creo que estamos todos de acuerdo. Si los radares de tramo son más útiles que los convencionales para lo primero, y son menos eficientes poniendo multas, yo creo que todos salimos ganando, excepto los que tengan demasiada prisa, ¿no es cierto?
A fin de cuentas, los radares explotan una debilidad de la condición humana, el valor del dinero. Alguien que por motivos de seguridad o su bienestar no quiere acatar una norma, siempre estará más dispuesto a colaborar si le amenazan el bolsillo (que tiene más importancia en la escala de valores). Y al final, como pensamos con el bolsillo, acabamos colaborando.
Vía | El Norte de Castilla
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