Tras seis meses de paros y protestas entre junio y diciembre del año pasado, el colectivo de los examinadores de Tráfico consiguió que el Gobierno escuchase sus demandas. Éstas se centraban fundamentalmente en un aumento salarial, al que el Ejecutivo accedió y que se incluyó en los Presupuestos Generales de 2018, aprobados el pasado julio. No obstante, el año está cerca de llegar a su fin y este incremento en la nómina de los examinadores brilla por su ausencia, por lo que amenazan con ir de nuevo a la huelga.
Así lo ha confirmado la Asociación de Examinadores de Tráfico (Asextra), que el pasado mes de julio se reunió con el director general de la DGT, Pere Navarro, el cual aseguró que sus demandas quedarían pronto satisfechas: "El 13 de agosto me voy de vacaciones y el tema del complemento específico, es una de las tareas que haré antes de irme", prometió durante el encuentro.
Pero ni el 13 de agosto vieron complacida esta principal demanda, sobre la mesa pusieron otras muchas como reducción de jornada, jornada de verano o una mejora en el sistema de inspecciones, ni tampoco lo está a fecha de hoy. Con 2018 a punto de llegar a su fin, los examinadores temen que la promesa no se haga efectiva, ya que una vez empiece 2019, lo presupuestado en 2018 dejará de tener vigencia.
Discriminación salarial
Según se recogió en los Presupuestos de 2018, el aumento se fijaría en 250 euros mensuales que, repartido en 14 pagas, suponía un total anual de 3.500 euros. Además, el texto recogía que el incremento tendría carácter retroactivo desde el 1 de enero de 2018.
En definitiva, el Gobierno no ha cumplido las exigencias ya presupuestadas, que, tal y como expone Asextra, tenían como fin acabar con la "discriminación salarial que vienen soportando desde hace diez años" de los examinadores y examinadores-coordinadores.
De esta manera, la asociación amenaza con nuevos paros que están convocados para el próximo 10 de diciembre y que se alargarán hasta el inicio de las vacaciones de Navidad de los examinadores a finales del mismo mes.
Déficit de examinadores
Los nuevos paros supondrán un grave problema de gestión para Tráfico y para las autoescuelas, ya que actualmente y sin estar en huelga, ya se están realizando menos exámenes prácticos de lo que debieran. Actualmente la plantilla de este funcionariado está entorno a los 800 examinadores, aunque efectivos (entre vacaciones y bajas de larga duración) son entre 600 y 700.
La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) ya había advertido el año pasado del déficit de examinadores de la DGT, considerando que el número óptimo de examinadores debería ser de 943 trabajadores, una estimación realizada sobre las necesidades de cada provincia.
A ello se sumó que durante dicha huelga, el sector de las autoescuelas cifró pérdidas por valor de 80 millones de euros. Por ello, la Asamblea de Trabajadores Asalariados de Autoescuelas de Cataluña (ATAAC) ya ha avisado al Gobierno que si no hace efectiva la demanda de los examinadores, también se sumarán a la huelga.
Este sindicato considera, según publica La Vanguardia, que el Ejecutivo está "volviendo a jugar con fuego" al "pasarse los acuerdos con el colectivo de examinadores por el forro".
"Esto parece el día de la marmota. La DGT y la Administración Pública nos han tomado como rehenes a nosotros y a los alumnos por su falta de competencia al abordar la problemática del colectivo de examinadores y sus justas reivindicaciones. El malestar es profundo porque ahora mismo no sabemos hacia donde vamos", expone la ATAAC.
Un problema endémico
Las demandas de los examinadores vienen de largo: en 2015 ya fueron a la huelga por no ver satisfechos aumentos de sueldo que habían sido concedidos en 2007, pero no disfrutados por todos los trabajadores.
De nuevo, en 2017, se sucedieron varios paros entre junio y diciembre. De nuevo la exigencia se centraba en un incremento salarial, el cual demanda a sazón de la peligrosidad que entraña su puesto (accidentes y amenazas de los aspirantes), así como las penosidades que según el colectivo supone este trabajo: largas jornadas, exposición a malas condiciones ambientales etc.
La huelga, como ya ocurrió en 2015, es sólo la punta del iceberg. La mala gestión y las condiciones de los examinadores es un problema endémico que parece no tener fin. Veremos si la amenaza de los nuevos paros se salda con el cumplimiento de estas promesas ya presupuestadas o si efectivamente van de nuevo a la huelga en estos últimos compases del año.