La DGT se ha posicionado ante lo que denominan 'nueva normalidad': un escenario en el que tendremos que decir adiós a la vida antes del virus y adaptarnos para convivir con él. En este sentido, el organismo ha emitido una serie de consejos, en función de las secuelas, para aquellos conductores que han sufrido COVID-19.
Y es que el virus puede tener serias consecuencias sobre la aptitud psico-física para conducir.
Secuelas que no se deben dejar pasar a la hora de conducir
Según explica la DGT, la infección por coronavirus se expresa con un cuadro clínico de mayor o menor gravedad que altera la calidad de vida y puede afectar a la capacidad de conducir, o agravar patologías previamente controladas elevando el riesgo de siniestro vial.
¿Cómo se manifiesta? Los principales síntomas son fiebre, tos, dolor de garganta, ausencia de gusto, debilidad muscular, SDRA (síndrome de dificultad respiratoria aguda), mareos, malestar, visión borrosa, náuseas, diarrea o fallo renal.
Algunas veces se acompaña de alteraciones cardiovasculares, del metabolismo de la glucosa, del nivel de conciencia e incluso, en los cuadros más graves, puede provocar un accidente cerebrovascular, neuralgia, fenómenos trombóticos o fallo multiorgánico.
Sobra recordar que, si hay síntomas compatibles con la enfermedad o se ha confirmado a través de una prueba, el aislamiento domiciliario es prioritario. Éste se mantendrá hasta transcurridos tres días desde la resolución de la fiebre y del cuadro clínico con un mínimo de 10 días desde el inicio de los síntomas, según directrices actualizadas del Ministerio de Sanidad.
Los expertos en salud mental señalan un incremento del estrés, dificultades de concentración o insomnio que pueden repercutir en la seguridad incrementando el riesgo de accidente. Por ello la DGT hace una serie de recomendaciones en función de las secuelas, muchas incompatibles con la conducción:
- Debilidad, fatiga, dolor muscular y articular: evitar viajes largos y hacer periodos de descanso de conducción con movilización de extremidades. También ayuda planificar los trayectos y compartir el tiempo de conducción.
- Insuficiencia respiratoria: realizar una ventilación adecuada del vehículo, impedir que se fume en el interior o evitar las horas de mayor calor.
- Alteraciones cognitivas (afectan a la toma de decisiones, proceso de información): evitar conducir hasta recuperar la capacidad y haber desaparecido el estado confusional.
- Enfermedades cardiovasculares o metabólicas anteriores a la COVID-19. Pueden aparecer alteraciones y complicaciones con procesos como hipoglucemia en caso de diabetes, mareos o pérdida de conocimiento por arritmias. En todos estos casos es conveniente no conducir hasta estabilizar el proceso.
- Problemas de visión (borrosa, ojo seco...): es recomendable consultar al oftalmólogo y evitar conducir en horas de iluminación extrema.
- Síntomas neurológicos (mareo, alteración de conciencia, temblores, ataxia...): en este caso se recomienda no conducir e informar al médico de cabecera para descartar trastornos del sistema nervioso.
- En caso de ser un conductor profesional o usar el vehículo como una herramienta de trabajo, antes de volver a conducir se debe hablar con el médico de cabecera para considerar alternativas.
El conductor que solo ha pasado por el confinamiento y que no ha presentado síntomas debe volver a conducir de forma progresiva, evitando largos periodos al volante, según recomiendan desde la Sociedad Española de Medicina de Tráfico.
Otro aspecto importante de cara a la prevención es desinfectar el coche, sobre todo si lo comparten varias personas.
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