Las escuelas de pilotaje o las simples jornadas donde aprender y mejorar la conducción de tu deportivo son habituales en las marcas de prestigio. Todas proponen algo que va desde los cursillos de iniciación hasta cursos completos, como en el caso de Porsche y Ferrari. Porsche tiene incluso escuelas permanentes en circuitos internacionales como Silverstone o el trazado Bugatti de Le Mans.
Las marcas premium también lo ofrecen, todos conocemos las propuestas de BMW, Audi y Mercedes-AMG, sin embargo las marcas generalistas no acostumbran a proponer este tipo de actividades. Y menos en España. Renault Sport, por ejemplo, propone cursillos y tandas (incluso con algunas jornadas dedicadas al pilotaje de un monoplaza), pero sólo en Francia y Bélgica. En España, Volkswagen es la única marca que ofrece una experiencia en circuito donde aprenderás algo que podrás poner en práctica todos los días.
Volkswagen Driving y Experience y Escuela R
La Volkswagen Driving Experience es el programa que engloba todas las actividades de conducción de Volkswagen. Su objetivo es mejorar las habilidades de los conductores al volante, haciendo hincapié en distintos aspectos de la conducción, en todo tipo de terrenos, desde asfalto hasta tierra, barro, hielo o nieve. Por supuesto, lo hace con modelos de su marca, siendo una oportunidad única para algunos de experimentar en vivo cómo funcionan algunos de los equipamientos tecnológicos de los modelos de la marca.
Dentro de la Volkswagen Driving Experience nos encontramos con la Escuela R. Si bien en los cursillos de la Driving Experience das un par de vueltas al circuito en el que se celebre, es una jornada en la que se tocan muchos aspectos y pruebas las últimas novedades de la marca (también hay un apartado de conducción off-road).
La Escuela R, por su parte, está orientada exclusivamente a la conducción en circuito. No para que te conviertas en piloto, sino para que mientras disfrutas también aprendas gestos y técnicas que te ayudarán en la conducción de todos los días. Y cuando es gente de la talla de Luis Villamil quien te explica qué hacer y qué no hacer con un volante, pues le escuchas. Y es que los instructores son todos pilotos profesionales, como Marta Suria, o ex pilotos profesionales. Hasta Luis Moya nos da algunos consejos, aunque no participa en los talleres prácticos. Tuvimos la oportunidad de asistir a la última jornada del año de la Escuela R en el circuito de Montmeló, tras su paso por Ascari en el mes de junio.
Mucha práctica y apenas teoríca
Nada más empezar la media jornada, porque no dura más que eso, das una vuelta al circuito con un instructor a tu lado para que pueda ver cómo te desenvuelves y así determinar los puntos a corregir o a mejorar. Hay que reconocer que tienen una cierta dosis de coraje -o inconsciencia- para sentarse al lado de un desconocido y que te dé una vuelta a Montmeló. Una vez ese trámite efectuado, el cual te abre el apetito de circuito, la experiencia se divide en una parte teórica donde te recuerdan cómo sentarte correctamente al volante, los diferentes tipos de curvas y cómo abordarlas, y una parte práctica dividida en 4 talleres.
El orden de los tres primeros talleres no altera el resultado del producto final: tú, dando vueltas a Montmeló al volante de un Scirocco R y de un Golf R. Sí, porque lo haces con los dos coches. En el paddock tendrás que dar unas vueltas lo más rápido posible al trazado más ratonero que te puedas imaginar. Debe ser por eso que irónicamente le llaman Mickey Mouse... El objetivo de esto no es tirar cuántos más conos mejor, sino entender y poner en práctica la teoría de la posición de las manos en el volante, cómo se gira y recordarte que debes mirar lejos para anticipar. Hablando claro, tienes que girar sin cruzar los brazos y mirar siempre una o dos curvas delante de la que vas a tomar. Si lo haces mal, se te acumula la faena y te comes los conos.
El segundo taller ya lo haces en pista. Al final de la recta principal, al volante de un Volkswagen Polo GTI, sales desde parado acelerando a fondo y debes efectuar una frenada de emergencia al final del muro. Unos conos te marcan donde frenar y un muro de conos simulan el obstáculo. La idea es enseñar al público que no debe tener miedo a frenar con todas sus fuerzas y de golpe ante un obstáculo que no puedes evitar con seguridad. A la más mínima duda, te comes los conos.
El tercer taller lo haces en la curva de La Caixa. Sales de la recta y entras en la curva. La dificultad reside en que aprendes las bases de la frenada regresiva. Pisas muy fuerte antes de la curva, para cargar el morro del coche y darle más poder de dirección para enseguida ir aliviando la presión del freno hasta llegar al vértice de la curva y detener el coche justo después. En una vuelta lanzada, es justo cuando volverías a acelerar.
Y es que frenar es lo más importante. "No gana el que frena más tarde, apenas puedes ganar unas pocas décimas en eso", me explicaba Luis Villamil, "sino el que reacelera más fuerte tras la trazada perfecta, ahí puedes ganarle [al adversario] medio segundo o más". Vale, ¿y en la vida real de qué me sirve eso? Aprender a frenar pronto y correctamente te evitará muchos sustos innecesarios en carreteras reviradas, porque si te pasas de frenada, no hay manera de recuperar ese error. En una carrera, pierdes tiempo, pero en una carretera te comes el camión que viene de frente.
¡Todos en pista!
Y llegó la hora de poder aplicar esos ejercicios en pista. Dimos 2 vueltas completas, más una de entrada y otra de salida (ésta refrigerando los frenos), tanto con el Golf R Variant como con el Scirocco R. Por mucho que lo hicieses bien en los ejercicios, en pista no es lo mismo. Pero a la segunda vuelta ya miras lejos, giras correctamente y frenas cuando toca con la presión adecuada. Vamos, que cuando saltas al segundo coche, ya no es para aprender sino para disfrutar de un mini track-day.
¿Se puede trasladar lo aprendido al día a día? Desde luego. Vuelves a tu coche y te sorprendes poniendo el respaldo de tu asiento un poco más vertical, giras el volante cuidándote mucho de no cruzar los brazos y, si conduces habitualmente mucho por ciudad, te acuerdas de mirar mucho más lejos que de costumbre. Si lo haces con gusto e interés, te aseguro que saldrás mejor conductor. Te acordarás de la experiencia durante día (cada vez que te subas al volante) y pondrás en práctica lo que has aprendido.
Por supuesto, hay elementos mejorables. Por ejemplo, he echado en falta un taller donde aprendes a frenar y al mismo tiempo a evitar un obstáculo, tanto sobre seco como sobre una superficie resbaladiza. Otro ejercicio divertido y didáctico sería el del slalom con conos. No hay nada mejor que eso para que aprendamos a mirar lejos y a manejar correctamente el volante. Y por supuesto, más vueltas de circuito. Pero éstas nunca son las suficientes.
Por último, no puedo evitar pensar que por 280 euros (220 euros si eres cliente de Volkswagen) es prácticamente una ganga. Vale que no das todas las vueltas que querrías al circuito y que no lo haces con un Ferrari o un Lamborghini. Pero comparándolo con lo que ofrecen otras empresas que proponen experiencias en circuito con deportivos de lujo y por el mismo precio que Volkswagen, dejan mucho que desear en cuanto a instrucción (inexistente), vueltas (las mismas) y sensaciones en pista (te cortan mucho). En la Escuela R, sin embargo puedes exprimir el coche dentro de tus propios límites y además aprendes algo útil.
Por cierto, este fin de semana la Volkswagen Driving Experience se traslada a Andorra, a la estación de Grandvalira, para unas jornadas altamente recomendables y divertidas de conducción sobre nieve con, de nuevo, el Golf Variant R, entre otros.