Una de las obras de ingeniería más brutales en Europa está en Noruega: el túnel de Lærdal (Lærdalstunnelen) que, con 24,5 km, es el túnel de carretera más largo del mundo y conecta las ciudades de Oslo y Bergen sin necesidad de coger un ferry. En coche, se recorre en poco más de 20 minutos y tiene unas características que lo hacen muy particular.
Además de disponer de un complejo sistema de ventilación para que la calidad del aire sea la óptima, en el túnel de Lærdal la iluminación es crucial para evitar accidentes. Pero sin duda lo más curioso es que incluye pequeñas cavernas en las que se han celebrado incluso bodas.
En la salud y en la enfermedad, hasta que la claustrofobia nos separe…
El túnel de Lærdal, en la E-16, es la única carretera que une Aurland y Lærdal en el corazón de la provincia noruega de Sogn, además de hacer posible conectar las ciudades de Oslo y Bergen sin necesidad de cruzar complicados pasos de montaña (sobre todo en invierno) o de tener que coger un ferry. Y es que la orografía de Noruega es especialmente complicada.
La construcción del “Lærdalstunnelen” comenzó en 1995 y finalizó en 2000, abriéndose al tráfico el 27 de noviembre de ese mismo año. Su gran longitud dio pie a estudios sobre la psicología del conductor, cuyos resultados se utilizaron para desarrollar el diseño del túnel y evitar tanto las distracciones de los conductores como su posible desorientación y/o agobio.
Así, para mayor seguridad, el túnel está dividido en cuatro secciones que albergan varios cambios de dirección e incluye 15 apartaderos o espacios donde poder parar si es necesario.
También cuenta con varias cavernas iluminadas en blanco que dan sensación de amplitud y rompen con la monotonía, hay bandas de rodadura en los extremos de los carriles y está señalizado para que los conductores sepan cuántos kilómetros faltan para salir casi en todo momento.
Además, su iluminación es muy peculiar: antes de llegar al propio túnel de Lærdal una breve pasarela permitirá que la vista se acostumbre y, una vez en su interior, una combinación específica de luces amarillas y azules instaladas cada seis kilómetros hará que los conductores estén más atentos.
Por seguridad, no faltan teléfonos de emergencia conectados a la policía, los bomberos y los servicios de asistencia médica así como radares de velocidad. En su día, el coste total del proyecto fue de unos 150 millones de dólares.
Hoy en día lo recorren cientos de conductores a diario y turistas que buscan los tesoros medievales de Laerdal o los paisajes incomparables de los Fiordos.