Cuando rastreas a diario la web en busca de información relevante sobre la esfera automotriz, tienes el riesgo de creer que vives en un día de la marmota perpetuo. Según publica Automotive News, investigadores estadounidenses han encontrado modificaciones de software potencialmente ilegales en los automóviles diésel Mercedes-Benz.
Y más específicamente, medios alemanes como Bild am Sonntag afirman que se ha encontrado una función de gestión del motor llamada "Slipguard" que reconoce si el coche se encuentra en un banco de pruebas, así como otra llamada "Bit 15" cuya función exacta desconocemos. ¿Continúa la caza de brujas?
Una pieza más en un largo dominó
Ha sido el diario alemán Bild am Sonntag el que ha destapado el que podría ser el último capítulo del culebrón de la industria de la automoción alemana: las autoridades estadounidenses podrían haber descubierto que los vehículos diésel de Mercedes-Benz están equipados con un software ilegal que les permite pasar las pruebas de emisiones en Estados Unidos.
Las informaciones, que tienen su origen en supuestas fuentes confidenciales, hablan de dos tipos de dispositivos que tratarían de falsear datos durante los controles en los bancos de pruebas. Tanto el funcionamiento de "Slipguard" como de "Bit 15" se han descrito en diversos medios de forma confusa, sin dejar claro por qué tal dispositivo desconectaría la "limpieza de emisiones después de 26 km de conducción".
Hace unos días, la misma cabecera alemana también informaba de que los funcionarios de Daimler retirarán las furgonetas Mercedes-Benz Vito próximamente por estar supuestamente equipadas con un dispositivo que puede controlar la cantidad de AdBlue utilizada en los motores.
Por su parte, Daimler se ha defendido afirmando que el consorcio está cooperando con las autoridades estadounidenses en una caza de brujas que se destapó con el Dieselgate en 2015, y que ha apuntado inquisitivamente a cada miembro de la industria de la automoción.
Según recoge Automotive News, un portavoz de Daimler ha afirmado que los documentos del diario alemán Bild am Sonntag "obviamente se han lanzado selectivamente para dañar a Daimler y sus 290.000 empleados". Lo cierto es que el consorcio alemán se enfrenta a investigaciones por parte de las autoridades europeas y estadounidenses, y hace siete meses Mercedes-Benz llamó a revisión voluntaria nada menos que tres millones de coches diésel en Europa.
En concreto, se trata de aquellos que montan motor OM607 de 1.5 litros turbodiésel utilizados en los Mercedes Clase A y Clase B. Un acción que se costó al gigante alemán 220 millones de euros y cuyo objetivo es añadir una tecnología más efectiva para la descontaminación de los motores existentes que cumplen con las normas Euro5 y Euro6.
Recordemos que BMW y Renault fueron acusados de replicar su propio Dieselgate. BMW en 2015 por permitir, supuestamente, que el X3 XDrive20d emitiera 11 veces más emisiones NOx de las permitidas por la Unión Europa; una acusación que tuvo que ser retirada al no poderse demostrar que manipularan el software.
En 2017, Opel también estuvo en el punto de mira por la Fiscalía francesa por una supuesta anulación temporal del sistema de recirculación de gases del escape (conocido comúnmente como válvula EGR) de su modelo Zafira, pero se concluyó que no contravino la reglamentación en materia de emisiones de gases contaminantes en sus vehículos. Por su parte, PSA también ha sido acusado de manipular casi dos millones de vehículos diésel.
Es el efecto dominó de Volkswagen, que está convirtiendo la palabra escándalo en inseparable cuando hablamos de una industria que camina por terrenos pantanosos.