Al fundador de la compañía de transportes más polémica del mundo no le quieren ver ni en pintura. El ex presidente de Uber, Travis Kalanick, se ha visto envuelto en todo tipo de polémicas que han forzado a su dimisión. En junio Kalanick renunciaba a su puesto tras la presión de los accionistas, pero permanecía en la junta directiva.
Ahora, tal y como informa Reuters, una firma de capital de riesgo con poderes en Uber ha demandado al ex CEO para obligarle a retirarse del directorio de la compañía por "ocultar una gama de fechorías del consejo y de intrigas para conservar el poder en la empresa", incluso tras dimitir. Le quieren fuera, pero bien fuera.
De película
Uber, que está a la búsqueda de un nuevo CEO y otros altos ejecutivos, ha visto como poco a poco se han ido yendo sus cabecillas ante una crisis que ha incluido todo tipo de controversias: desde denuncias por acoso sexual, discriminación, sexismo, la polémica campaña #DeleteUber, su guerra con Waymo, hasta la sonada y acalorada discusión de Travis Kalanick con un conductor de su servicio.
Jeff Jones, el que fue presidente durante seis meses, presentó su dimisión en mayo por no ver futuro en la empresa.
Por su parte, uno de los empleados más antiguos de Uber, antiguo aliado de Kalanick y jefe de operaciones, Ryan Graves, anunció ayer su renuncia para centrarse en su papel como director de la junta directiva.
La marcha de Kalanick vino tras una montaña de problemas personales y presiones, que incluso tras su marcha parecen no acabar. Y es que la firma de capital de riesgo Benchmark Capital, inversor en Uber, quiere que se retire de la junta directiva y renuncie a los puestos que tiene en el directorio. Que renuncie a todo, básicamente.
Ansia de poder, malversación, malas conductas... ¿Es el final de Travis Kalanick?
La demanda, que puedes ver aquí, acusa a Kalanick de ocultar "una gama de fechorías del consejo y de intrigas" para conservar el poder en la empresa incluso después de verse obligado a dimitir como director ejecutivo de Uber. En la demanda también se describen una serie de malas conductas, malversación y movimientos para "incrementar su poder en beneficio propio".
Según Benchmark Capital, Kalanick se auto-adjudicó uno de los tres asientos de la junta directiva después de su salida de la empresa e incumplió el contrato y sus obligaciones fiduciarias. Todo esto para allanar, supuestamente el camino de vuelta a la empresa. Pero todo apunta a que esto no sucederá.
El inversionista demandante busca una orden judicial para bloquear el derecho de Kalanick a nombrar nuevos directores, afirmando que había acordado renunciar a esos derechos cuando dejó su cargo en la empresa. Ha solicitado además que se prohíba cualquier actividad dentro del consejo por parte del antiguo CEO.
El inversor de Silicon Valley que ha emitido la demanda fue uno de los primeros inversionistas de Uber, y según la demanda posee el 13 % de Uber y controla el 20 % del poder de voto.
Kalanick ha declarado que la demanda está plagada de mentiras y falsas acusaciones; un intento de despojarle de sus derechos como fundador y accionista.
De momento el antiguo CEO de Uber tiene trabajo este verano, tratando de recuperar lo que quieren quitarle y asesorando junto a Elon Musk al presidente de los Estados Unidos, Doland Trump. ¿El objetivo? Mejorar el clima de negocios en la primera potencia, compartir experiencias, conocimientos, y hacer recomendaciones para que Estados Unidos sea atractivo para las compañías.
¿Será este el fin de Kalanick en Uber o dará para más el culebrón?