La salida de Reino Unido de la Unión Europea, más conocida como Brexit, tuvo lugar hace más de tres años. Desde entonces no han cesado las consecuencias en absolutamente todos los ámbitos y el sector del automóvil no es una excepción.
La última de ellas tiene que ver con Stellantis y las dos fábricas que tiene en Reino Unido (Ellesmere Port y Luton). El gigante automovilístico dirigido por Carlos Tavares ha instado al gobierno británico a renegociar el acuerdo del Brexit para garantizar la rentabilidad de su producción en Inglaterra; de lo contrario, podría dejar de fabricar coches eléctricos allí.
Stellantis podría arrastrar a otros fabricantes
El Brexit fue un duro revés para la industria del motor británica. Desde antes de que Reino Unido saliese de la Unión Europea, esta decisión tomada por la mayoría de británicos en referéndum tiene consecuencias para el sector del automóvil.
El cierre de la fábrica de Honda en Swindon y de la planta de Ford en Bridgend son dos ejemplos de ello, de hecho, la producción de coches cayó un 14% en Reino Unido en el año 2019. Pero el Acuerdo de Comercio y Cooperación al que llegaron la Unión Europea y Reino Unido por el Brexit consiguió estabilizar las cosas.
En este acuerdo se establece la exención de aranceles y contingentes para todas las mercancías que cumplan las normas de origen adecuadas. Es la denominada regla de origen y favoreció, sobre todo, al coche eléctrico.
Si el Brexit hubiera sido más duro, todavía más fabricantes habrían cesado su producción en Reino Unido y Stellantis lo dejó claro en su momento. Sin embargo, la regla de origen eximía de aranceles a los coches que estuviesen fabricados con al menos el 40% de sus materiales de origen local.
Ese porcentaje subirá al 45% el año que viene y hasta el 55% en 2027. En su momento, fabricantes como Stellantis aceptaron esta regla de origen y este último decidió mantener parte de su producción de coches eléctricos en Reino Unido.
El problema es que las cosas han cambiado mucho desde entonces y el coste de las materias primas se ha disparado en todo el mundo. Por otro lado, con la electrificación del sector del automóvil, Europa y Reino Unido están tratando de tener sus propias fábricas de baterías paras coches eléctricos, pero hace falta tiempo y, mientras tanto, los fabricantes locales dependen de las baterías asiáticas.
Y eso es un inconveniente a la hora de cumplir con la regla de origen del citado Acuerdo de Comercio y Cooperación. Por no hablar de que el incremento del precio de las materias primas, motivado en gran parte por la guerra de Ucrania, ha hecho que el precio de estas baterías se dispare.
Como consecuencia, fabricar vehículos eléctricos, en general, es menos rentable que hace dos años, cuando Stellantis anunció una inversión de 100 millones de libras en la fábrica de Ellesmere para la producción de coches de cero emisiones.
A esto hay que añadir que en Reino Unido siguen sufriendo problemas de abastecimiento y falta de trabajadores, especialmente de camioneros, lo que se traduce en un encarecimiento del transporte. En definitiva, todo se ha puesto en contra desde que se firmó el acuerdo del Brexit.
Y si el transporte y las materias primas son más caras, utilizar materiales de origen local pasa a ser más complicado, hasta el punto de que podría ser complicado cumplir con los porcentajes que exige la regla de origen. Si los fabricantes se saltan esta regla, pasan a pagar un 10% el valor del vehículo que producen en forma de aranceles.
Con este escenario, Stellantis ya no tiene tan claro que sea rentable fabricar algunos de sus vehículos eléctricos allí, tanto de Vauxhall, que es su marca local, como de otras firmas del grupo, entre las que figuran Peugeot y Fiat.
Y eso ha llevado al grupo a replantearse su futuro como productor en Reino Unido. Stellantis se lo ha dejado claro al gobierno británico a través de un escrito dirigido a la comisión parlamentaria de empresa británica.
“Si el coste de la fabricación de vehículos eléctricos en Reino Unido se vuelve no competitivo e insostenible, las fábricas se cerrarán”, señala Stellantis en el escrito presentado a la Cámara de los Comunes.
Cerrar sus fábricas británicas implica dejar a 1.000 personas sin trabajo en la planta de Ellesmere y a otras 1.200 en la de Luton, además de todas las que dependen indirectamente de estas fábricas, en total, unas 5.000 personas.
Pero Stellantis todavía no ha tomado ninguna decisión y en el mismo escrito plantea una solución a este problema que también podría implicar decisiones similares por parte de otros fabricantes que producen vehículos allí.
“El Reino Unido debe considerar sus acuerdos comerciales con Europa”, señala Stellantis en su comunicado, que pide renegociar las reglas del juego para que la producción de coches eléctricos siga siendo rentable allí.