A estas alturas, todo el mundo sabe que China está poniendo en jaque a la industria del automóvil europea. Las marcas chinas vienen pisando tan fuerte que Europa ha decidido pararles los pies (o al menos intentarlo) con aranceles más fuertes, siguiendo de una forma más suave la estrategia de Estados Unidos.
Sin embargo, una de las personas con más peso dentro de la industria del automóvil europea (y mundial), Luca de Meo, el CEO de Renault, considera que lo que debemos hacer en Europa para plantar cara a China y salvar nuestra industria es copiar a China.
La solución es fijarse en China y aprovechar las ventas de la industria europea
Cada día que pasa, las marcas de coches chinos se convierten en una pesadilla más grande para casi todos los fabricantes de automóviles tradicionales. Tanto en Estados Unidos como en Europa hemos decidido afrontar el problema con una guerra: mientras China produce cada vez más coches, de mayor calidad y con precios más ajustados que los occidentales, nosotros tratamos de frenar su expansión con políticas proteccionistas en forma de aranceles.
No va a servir de mucho porque los fabricantes chinos tienen margen de sobra para seguir sacando beneficios. Algunos de los pesos pesados de la industria del automóvil europea lo tienen claro, como el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, y el CEO de Renault, Luca de Meo.
Este último acaba de señalar que la solución para garantizar el futuro de la industria europea es copiar a China. Lo ha dicho en una entrevista concedida al medio británico Autocar, que ha premiado al ejecutivo con el Trofeo Issigonis 2024.
En esa entrevista, de Meo deja claro que en Europa nos hemos dormido en los laureles y que parte de la situación actual se explica por nuestro excesivo conformismo y por la falta de nuevas ideas, como las que tuvimos hace décadas y como las que tiene China ahora mismo, que no tiene miedo a la innovación y arriesga mucho más.
“En China premian a los virtuosos y castigan a los viciosos”, comenta de Meo. “Nosotros no hacemos eso. Castigamos a todos. Quienes no cumplen son multados; aquellos que lo hacen no obtienen ninguna recompensa”.
“Si eres un entusiasta de los automóviles y observas el progreso del automóvil europeo, pronto verás que a partir de la década de 1930 hubo muchas sorpresas en el diseño de automóviles: muchos diseños inusuales y chispas de genialidad”, señala de Meo. “Últimamente nos hemos vuelto más predecibles, sin mucho margen para la genialidad. Nuestros coches se construyen principalmente para tranquilizar a los clientes. En China existe el genio creativo. Algunos coches son inútiles, pero otros son asombrosos”.
Al máximo responsable de Renault no se le escapa que, más allá de la creatividad, las marcas chinas cuentan con ventajas, gracias al gobierno chino, que los fabricantes occidentales no tienen, pero reconoce que en China también existe otra cultura empresarial. Allí, la competencia entre empresas es más feroz y solo sobreviven las más fuertes, por lo que todas se esfuerzan en progresar.
Luca de Meo asegura que lo que tenemos que hacer en Europa es aprender cómo trabajan en China y hacer lo mismo aquí, pero combinándolo con las ventajas de nuestra industria. Aclara que el estilo europeo gusta en Europa y fuera de nuestro mercado, “pero tenemos que seguir progresando”. También dice que la gestión de marca es otra ventaja europea.
En este sentido, pone como ejemplo el futuro Renault Twingo, un pequeño utilitario que se convertirá en el coche eléctrico más barato de Renault, puesto que se posicionará por debajo del Renault 5 con un precio de partida de unos 20.000 euros. La marca del rombo lo está desarrollando mucho más rápido de lo habitual y en parte es gracias a la colaboración consultiva con una compañía china de la que no se ha desvelado el nombre.
Por otro lado, de Meo habla del papel que tiene la Administración en la situación actual de la industria del automóvil, independientemente de lo que hacen los fabricantes. Señala que el famoso “Dieselgate” hizo mucho daño a nuestra industria y que Europa ha querido poner tierra de por medio con políticas medioambientales demasiado exigentes, sin tener en cuenta los plazos.
“Los reguladores europeos de hoy piensan que todo lo que tienen que hacer es establecer un objetivo, digamos que todos vendamos el 100% de vehículos eléctricos para 2035. Aquí está el objetivo, dicen, y si no lo logramos, te vamos a multar con miles de millones. Adiós y buena suerte”, comenta de Meo y puntualiza que “Su trabajo debería consistir en respaldar a quienes asumen riesgos hasta que alcancemos sus objetivos. En China lo hacen así”.