Carlos Ghosn lo ha dejado claro: las tecnologías de conducción autónoma, de las que venimos hablando largo y tendido en los últimos tiempos y lo que nos queda, están pensadas para mejorar la seguridad vial mediante la automatización de las tareas más habituales de cuantas realizan los conductores en el día a día. Y se separa así de la concepción que tienen otras empresas, que miran hacia un futuro de conducción sin conductores.
La apuesta de Ghosn no pasa por arrancarnos el volante de las manos a los conductores. Al revés, se centra en unas fases que culminarán en 2020 con la comercialización de todo tipo de sistemas de ayuda que serán eso: ayudas a la conducción, pero no conducción por sí misma.
El segundo, el de la circulación en vías congestionadas, queda algo más cerca de los clásicos proyectos de conducción autónoma, y presenta además los clásicos problemas que se asocian a este campo de la conducción autónoma, que se resumen en una pregunta esencial: ¿qué grado de adaptación al medio tendrá el sistema?
De momento no hay respuestas, ya veremos lo que ocurre en 2016. En 2018 llegará el control de líneas múltiples, que permitirá a los vehículos "negociar de forma autónoma la esquiva y los cambios de carril". Y como colofón, en 2020 los vehículos podrán avanzar en las intersecciones de las ciudades sin necesitar la intervención del conductor.
Sí, parece arriesgado, pero en todo caso el papel del conductor seguirá siendo dominante.
Los cambios que impulsarán la conducción autónoma
Según Ghosn, habrá cuatro grandes cambios que harán más apetecible, desde un punto de vista comercial, la introducción de la conducción autónoma, también los vehículos de cero emisiones y una mayor conectividad a bordo del vehículo:
- Aumentarán las megaciudades en todo el mundo, con concentraciones poblacionales superiores a los 10 millones de habitantes, y esto hará necesario reducir la congestión de tráfico y las emisiones contaminantes.
- Existirá una mayor demanda de sistemas de comunicación a bordo del vehículo para dar cabida a las necesidades de la generación digital.
- Con una población creciente de personas mayores, ganarán apoyo las ayudas a la conducción que les permita conducir de forma segura por más tiempo.
- Se hará necesario responder a la diversidad de género, tomando en cuenta el papel de la mujer como consumidora y como compradora de coches.
El primer punto que destaca el directivo de Nissan es una tendencia de la demografía que, ligado con el tercer argumento, nos llevan a un escenario complejo en el que, realmente, la ayuda de la tecnología puede convertirse en crucial si fallan otras políticas y estrategias que no necesariamente van asociadas al uso del vehículo privado.
En cuanto a los puntos segundo y cuarto, es cierto que hay un relevo generacional, y que este apuesta por un automóvil que poco o nada tendrá que ver con los automóviles que conocimos a lo largo del siglo XX. El siglo XXI ha venido para quedarse, al menos hasta que pasen 87 años más, de manera que quizá sea cuestión de ir haciéndose a la idea.
Esta problemática, a la que se enfrenta no sólo Nissan sino todos los fabricantes, tiene que ver con una evolución que no es sólo puramente demográfica sino sobre todo cultural. El ya abordado tema de la separación entre jóvenes y vehículos no se queda en una simple desafección pasajera, sino que presenta todo un problema generacional al que los fabricantes buscan una salida.
En esta búsqueda de la salida, hay varias opciones: desde dar alas a la tecnología y relevar al conductor en el papel que le confiere tal denominación, hasta dejar las cosas como estaban hace cuatro décadas y pensar que cualquier pasado fue mejor. Seguramente lo único inamovible en esta gran época de cambios sea que en el equilibrio está la virtud.
¿Es esta la vía que explora Nissan? Habrá que verlo. De momento su discurso parece más sólido que el de quienes pronostican un futuro guiado por aplicaciones infalibles programadas de forma infalible para que tomen datos infalibles a partir de bases de datos infalibles a las que acceden de manera infalible mediante sistemas de comunicación inalámbricos que, cómo no, resultan infalibles.
Queda mucho mar por navegar todavía hasta que sea posible ese escenario, si es que es ese el escenario en el que nos queremos mover. Poco a poco se va descubriendo cada tendencia en lo que respecta al futuro más inmediato de la conducción autónoma, y esto no ha hecho más que empezar.
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