Tras conocer la intención de la Comisión Europea de incluir por primera vez a camiones y vehículos pesados en el plan para reducir emisiones de CO₂ enmarcado en el Acuerdo de París, ya se han desvelado los objetivos que deberán cumplir este tipo de vehículos que representan un 5% del total del parque móvil europeo y cuyas emisiones integran a su vez el 22% del cómputo global en en Viejo Continente.
Los camiones deberán recortar las emisiones de dióxido de carbono en un 15% con 2025 en el horizonte, para llegar al doble, un 30%, ya en 2030. En primera instancia la medida sólo afectará a camiones de gran tonelaje, pero a partir de 2022 se extenderá a autobuses, remolques y camiones más ligeros. El sector ha tachado de demasiado exigente la medida, mientras que los ambientalistas la consideran insuficiente. Nunca llueve a gusto de todos, claro.
Mientras que Estados Unidos, China, Japón o Canadá ya habían interpuesto objetivos de reducción de emisiones para los vehículos pesados, la Unión Europea aún no había hecho lo propio. Tras estar en conversaciones con la industria del motor y las asociaciones ecologistas durante cuatro meses, Bruselas ha revelado por fin las cifras para este nuevo escenario legislativo, fijando hasta un 30% de reducción de CO₂ en 2030 y tomando como referencia los niveles de 2019.
Las exigencias medioambientales van por delante de la industria
Tal y como y como publica El País, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóvil (ACEA), en la que se aglutinan los siete principales fabricantes de camiones de la UE, ha tachado la propuesta de "demasiado agresiva" y defiende que Bruselas no está teniendo en cuenta que el sector del camión encuentra más trabas a la hora de adaptarse a nuevas tecnologías en comparación con el automóvil. Recordemos que el porcentaje de reducciones fijadas por Europa para los turismos de cara a 2030 es exactamente el mismo: un 30%.
Según ha defendido ACEA en un comunicado, los camiones que se venderán en 2025 se están fabricando ahora, por lo que los límites se antojan demasiado rigurosos para un periodo de tiempo tan corto. En otras palabras, la tecnología en este tipo de vehículos aún no ha avanzado lo suficiente como para cumplir estos objetivos.
Por ello, la patronal había propuesto unos recortes algo más permisivos, con un 7% para 2025 y un 16% para 2030. Pero con las obligaciones del Acuerdo de París, a la Comisión Europea se le antojaban escasas, por lo que ha optado por reducciones más estrictas. “Todos los sectores deben contribuir a la consecución de nuestros compromisos climáticos”, ha recordado Miguel Arias Cañete, comisario de Energía.
Se hace camino al andar, pero queda mucho por recorrer
Bruselas ha hecho hincapié en el ahorro económico que supondrán a las empresas de transporte los nuevos límites impuestos, aunque este recorte de gastos hace relación al consumo de combustible y no a la inversión que deberán hacer para mejorar sus flotas a fin de cumplir la normativa. La UE estima que estas entidades disfrutarán de hasta 5.000 euros anuales de ahorro en repostaje debido al menor consumo de camiones más eficientes.
Para llegar a la reducción fijada, la Comisión Europea instará a las compañías a introducir cambios en la aerodinámica de los camiones, así como a utilizar neumáticos de baja resistencia a la rodadura. ¿Será suficiente con estos ajustes o habrá que renovar las flotas?
Si bien las mecánicas alternativas están llegando al sector del camión, las de cero o mínimas emisiones aún están en desarrollo. Es el caso del Tesla Semi, cuya producción comenzará en 2019, o de los camiones también eléctricos de Volvo, cuya llegada al mercado se estima también para el año que viene. Otra alternativa la encontramos en los camiones alimentados por gas natural, donde Iveco se postula como uno de los principales exponentes, que cuenta con una variante de gas en cada uno de los modelos de su gama.