Como en la época de Trump, China y la UE están inmersos en una guerra fría para demostrar quién tiene la sartén por el mango en el comercio internacional. China quiere carta blanca para inundar el mercado europeo con sus coches eléctricos a precio de saldo y la UE ha dicho que basta. Pero a diferencia de EEUU (que ha impuesto aranceles del 100%), el bloque comunitario aún no se ha atrevido a dar el paso.
Debía comunicar su decisión en estos días, pero se ha pospuesto para después de las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebran el 9 de junio. También se especula con un problema técnico de último momento con el documento.
A la UE le toca mover ficha si quiere proteger a su industria
El pasado 4 de octubre Bruselas inició una investigación acerca de la entrada de vehículos chinos al mercado europeo, con el objetivo de esclarecer si reciben demasiadas subvenciones públicas que hacen que sus coches sean anormalmente baratos, afectando a la competencia. Actualmente, los aranceles para los vehículos que llegan a la UE desde China son del 10 % y, si Bruselas toma medidas, podrían subir al 15 % o 20 %, encareciéndose su precio final. BYD, Geely y MG están en el punto de mira de la investigación.
En este escenario, Beiging se ha defendido asegurando que "no es transparente y viola las normas del comercio mundial", y está intensificando las amenazas de represalias a medida que se acerca la fecha límite para que la UE anuncie los resultados de su investigación: el país amenaza con aumentar temporalmente los aranceles al 25 % a los motores de más de 2,5 litros. Además del golpe al comercio de automóviles, China ha insinuado recientemente que podría imponer impuestos de represalia sobre el vino y los productos lácteos europeos y ha iniciado una investigación sobre las exportaciones europeas de brandy.
En medio de esta guerra comercial, las marcas se aferran a teoría de que la competencia es sana y que esta avalancha de coches eléctricos chinos -China exportó 1,55 millones de vehículos eléctricos el año pasado, alrededor del 40 % de ellos a Europa- será beneficiosa para que los fabricantes europeos se pongan las pilas: los aranceles no son la solución, defienden, sino la reducción de costes que no consiguen.
No piensa lo mismo EEUU: Joe Biden mantendrá los aranceles establecidos por su predecesor republicano Donald Trump y aumentará otros, incluida la cuadriplicación de los aranceles sobre los vehículos eléctricos a más del 100 % y la duplicación de los aranceles sobre los semiconductores al 50 %. Un movimiento que desde Italia se ve con buenos ojos.
Según el ministro de Industria italiano, Adolfo Urso, la UE debería seguir el ejemplo: "Es inevitable aplicar aranceles mucho más altos a los productos chinos si no queremos que la industria europea sea eliminada", ha dicho recientemente. Ahora le toca a Bruselas mover ficha.
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