El hidrógeno es una manera de lograr la ansiada y necesaria neutralidad climática, siempre y cuando su generación sea de tipo sostenible y la industria pesada adopte el hidrógeno verde como fuente de energía. Así lo cree la Comisión Europea que tiene como objetivo conseguir la neutralidad climática en 2050.
Francesc Díaz, vicerrector de Planificación Científica de la Universitat Rovira i Virgili (URV), explica en una entrevista de forma muy didáctica el por qué de ese interés por el hidrógeno y lo que hace falta para que sea realmente ecológico.
Por qué el hidrógeno verde tiene futuro
El interés por el hidrógeno procede de su abundancia. “No contamina y tiene un gran poder generador de energía. Es el tercer átomo más abundante de la Tierra después del oxígeno y el carbono”.
Toda la problemática del hidrógeno radica en el método empleado para su obtención. En España se consigue ya mucho hidrógeno, pero se obtiene extrayéndolo de hidrocarburos, como el metano. Es un proceso que genera muchos gases de efecto invernadero.
Una manera de conseguir hidrógeno de forma más ecológica es mediante la electrólisis del agua. Un proceso que separa los elementos de un compuesto por medio de la electricidad. Pero claro, ese proceso es tan verde como lo sea la producción de electricidad.
Si la electricidad proviene de una central térmica, solo habremos desplazado el problema. Para que sea realmente ecológico la electricidad debe proceder de fuentes renovables, como centrales eólicas, fotovoltaícas o de un central hidroeléctrica o incluso de una central nuclear.
“Al aplicar electricidad al agua en este proceso llamado electrólisis, el hidrógeno se separaría del agua, generando energía que se podría almacenar en unas pilas llamadas células de combustible. Así generamos energía sin emitir ningún tipo de contaminación”, explica Francesc Díaz.
Otro de los aspectos del hidrógeno que interesa a nivel europeo es la capacidad de almacenarlo para poder dar energía en otro momento. Es una solución para el almacenamiento de energía a gran escala, más verde y versátil que el uso de enormes baterías.
La problemática de las insfraestructuras y de la industria en su uso en automoción
Almacenar el hidrógeno es una manera de conservar la energía que contiene. Sin embargo implica una infraestructura que todavía está en pañales. Se precisan “pipelines” europeos, sitios de almacenamiento, redes de distribución y transporte (es preciso licuarlo a -253º para poder transportarlo) y distribuirlo.
A nivel del coche eléctrico, se evitaría el coste de las baterías y de su futuro reciclaje, además de poder reducir los tiempos de recarga. Repostar en hidrógeno se tarda más o menos lo mismo que repostando actualmente con gasolina. Frente a los largos tiempos de recarga de una batería, el hidrógeno tiene ahí su ventaja.
Algunas marcas, como Hyundai seguida de Toyota y Honda, llevan años apostando también por el hidrógeno. Y es que si hay una cosa que tiene claro es que a medio plazo no habrá una única fuente de energía para mover los coches y los camiones. Los vehículos eléctricos de batería convivirán con los híbridos enchufables y con los eléctricos de pila de hidrógeno. No quieren cerrarse ninguna puerta.
Sin embargo, en la Unión Europea tienen claro que si la industria pesada no adopta primero el hidrógeno es poco probable que éste consiga hacerse un hueco en la automoción. El problema, como siempre, es el coste.
Convertir una fábrica de acero para que funcione con hidrógeno costaría unos 200 millones de euros. De ahí que la UE ponga dinero sobre la mesa, sino pocas industrias darán el paso. Y es que un cambio tan drástico en el modelo energético costaría 470.000 millones de euros de aquí a 2050, según los cálculos de la Comisión Europea.
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