Han pillado a BYD construyendo una fábrica de coches eléctricos en Brasil con 163 esclavos. No es la primera vez que los chinos tienen problemas con los derechos humanos y laborales fuera de sus fronteras

China se vanagloria de fabricar coches eléctricos baratos, bien equipados y dotados de alta tecnología. Lo consigue controlando toda la cadena de valor, incluyendo la fabricación de baterías, y gracias a la inversión estatal. Pero también teniendo poco respeto por los derechos laborables. O incluso los derechos humanos en general. Así lo han denunciado varios informes.

En Brasil acaban de sacar a BYD los colores por este motivo. El fabricante más grande de coches eléctricos de China está construyendo una fábrica en este gigante latinoamericano y las autoridades del país han denunciado que más de 150 empleados trabajan en "condiciones similares a la esclavitud".

Duermen junto a la fábrica hacinados y sin colchones, trabajando muchas más horas de lo permitido

Para salvar los nuevos aranceles que se están imponiendo en Europa o EEUU, BYD está construyendo fábricas en otros países. Tiene planificadas plantas en Turquía, Hungría y una ya operativa en Tailandia. Asimismo está haciendo lo propio en Brasil, donde los aranceles pasarán del 18 % actual al 35 % en 2026.

BYD está reacondicionando una antigua fábrica de Ford en Camaçari, ubicada en el estado de Bahía. Allí pretende dar salida a 150.000 coches eléctricos al año y se espera que esté lista en 2025. Pero es posible que se retrase: acaba de romper el contrato con una de las subcontratas encargadas de esta tarea, Jinjiang Construction, tras toparse con las autoridades laborales brasileñas.

Condiciones "extremadamente degradantes" y "posibles trabajos forzados". La factoría ha sido investigada por el gobierno de Brasil. Y lo descubierto allí no deja en buen lugar ni a BYD ni a la constructora china Jinjiang Construction Group. Primeramente denuncian que los 163 operarios contratados por esta compañía trabajan más horas de lo permitido por la normativa laboral brasileña y a veces sin días de descanso, los siete días de la semana. Pero no es lo más grave.

Se denuncia que lo hacen en condiciones "extremadamente degradantes". Los trabajadores contratados son chinos y se han tenido que habilitar residencias junto a la factoría. Se señala que están hacinados en dormitorios con camas sin colchones y que no se han provisto suficientes baños y sanitarios. Además, tampoco se aplican las medidas de seguridad adecuadas, lo que sumado a las largas y extenuantes jornadas, ha provocado accidentes laborales.

Además, desde el Ejecutivo brasileño aseguran haber encontrado pruebas de posibles trabajos forzados: señalan que los operarios tuvieron que solicitar permiso para salir del complejo donde se alojan y que al menos 107 tenían el pasaporte retenido por Jinjiang Construction.

Y podrían destaparse más prácticas similares con el resto de empresas que están trabajando en esta futura fábrica de BYD: "Como hemos descubierto una situación muy grave, seguimos investigando a los demás contratistas", señala Liane Durão, inspectora de trabajo, según recoge a Financial Times.

Despido inmediato, pero "difamar a las marcas chinas". Tras hacerse pública esta situación, BYD ha optado por cortar lazos con esta constructora. Desde BYD Brasil aseguran que la firma tiene "tolerancia cero ante cualquier falta de respeto a la ley brasileña y a la dignidad humana". Así que: "Por consiguiente, la empresa ha decidido rescindir de inmediato el contrato con el contratista para una parte de las obras".

Mientras, Jinjiang niega que sea así. Según recoge Reuters, la cuenta oficial de la empresa ha publicado en la red social Weibo que lo descrito por las autoridades brasileñas, señalando a los empleados como "esclavizados", no se ajustaba a la realidad ni a "hechos consistentes". También que se ha exagerado por un error de traducción.

"El hecho de que se les haya etiquetado injustamente como 'esclavizados' ha hecho que nuestros empleados sientan que su dignidad ha sido insultada y sus derechos humanos violados, lo que daña gravemente la dignidad del pueblo chino. Hemos firmado una carta conjunta para expresar nuestros verdaderos sentimientos", añade en Weibo.

Además defienden que en realidad no han retenido los pasaportes, sino que los 107 empleados habían entregado voluntariamente este documento para que la empresa gestionara las solicitudes del certificado de trabajo temporal. Y publican un vídeo con uno de los trabajadores leyendo la mencionada carta, que firmaron todos los empleados de Jinjiang Construction en esta fábrica. "Estamos muy contentos de venir a Camaçari a trabajar".

Pese a que BYD ha anunciado formalmente el fin de contrato con esta constructora, Li Yunfei, director general de marca y relaciones públicas de la firma china, igualmente acusó en esta red social a "fuerzas extranjeras", y algunos medios de comunicación chinos, de "difamar deliberadamente a las marcas chinas y al país y de socavar la relación entre China y Brasil".

Galería de una mina de cobalto en la República Democrática del Congo (RDC).

Fabricar coches eléctricos baratos atentando contra derechos laborales y fundamentales

No es la primera vez que BYD se ve señalada por no respetar los derechos humanos y de trabajo. En un reciente informe de Amnistía Internacional fue la marca que peor calificación obtuvo en transparencia en sus cadenas suministros. En especial con las baterías.

BYD no hace públicas las fundiciones, refinerías o minas a las que recurre para obtener las materias primas para las baterías de sus coches eléctricos, mientras que otras como Geely lo hacen veladamente. Según este organismo esta falta de transparencia eleva la probabilidad de que la extracción de componentes críticos como el cobalto o el niquel se estuviera realizando en condiciones que atentan contra los derechos esenciales.

La propia Amnistía Internacional ha publicado numerosos informes de como se está explotando a pueblos indígenas para extraer el cobalto, incluyendo a niños, que trabajan en condiciones inseguras. Y una investigación de Bloomerg sacó a la luz un accidente en una mina de niquel en Indonesia, tras morir más de 20 operarios en un incendio: estaban limpiando un horno de arco sumergido con las condiciones de seguridad brillando por su ausencia.

Si bien no es algo exclusivo de BYD, igualmente se aplica a trabajadores de sus fábricas en China: jornadas eternas y sueldos extremadamente bajos son en general el modus operandi de las marcas chinas para conseguir la máxima rentabilidad. Por ejemplo, según un reportaje de Reuters, BYD anunciaba el pasado verano un puesto en una de sus factorías por un sueldo muy por debajo del salario mínimo: 2.360 yuanes mensuales (unos 300 euros), cuando la mensualidad mínima en China se fija en casi 1.500 euros al cambio.

Para controlar toda la cadena de valor del coche eléctrico, las marcas chinas se valen muchísimos proveedores y subcontratas. Y el afán de reducir costes para mantener sus competitivos precios supone recortes en salarios y seguridad de los millones de empleados que lo hacen posible.

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