De anunciar su retiro en el plazo de un año a una abrupta renuncia: Carlos Tavares ha presentado su dimisión y deja de ser inmediatamente el CEO de Stellantis. En octubre el gigante automovilístico había fijado su adiós para principios de 2026, cuando terminaba su contrato, pero su despedida se ha precipitado.
Stellantis señala "diferencias con el Consejo de Administración" como motivo, pero los resultados nefastos de este 2024 bajo su gestión no ayudan. Su sustituto definitivo se nombrará a principios de 2025.
Crónica de una salida anunciada
El Consejo de Administración del grupo automovilístico Stellantis aceptó ayer domingo 1 de diciembre la dimisión "con carácter inmediato" de Carlos Tavares. Así lo señala Stellantis en un escueto comunicado. Mientras se escoge el nuevo CEO, estando el proceso muy avanzado según la firma, el encargado interino de tomar las riendas de la compañía será John Elkann. Stellantis asegura que el nuevo director ejecutivo se nombrará "en el primer semestre de 2025".
Desde Stellantis agradecen a Tavares "sus años de dedicación" y su papel fundamental en la creación de Stellantis tras la fusión de PSA con FCA, momento en el que Tavares tomó las riendas de la compañía en 2021. Eljann explica que garantizarán "el despliegue continuado de la estrategia de la empresa en interés a largo plazo de Stellantis y de todos sus accionistas".
Desde Motorpasión nos hemos puesto en contacto con Stellantis España y les hemos preguntado cómo valoran esta decisión y cómo afectará al futuro de la marca a corto y medio plazo, incluyendo la situación de las marca en nuestro país. Nos remiten al comunicado.
Un 2024 que pinta en bastos y diferencias con el Consejo. Stellantis argumenta un único motivo de esta dimisión anticipada y claramente pactada: las discrepancias de Tavares con el Consejo de Administración. "El éxito de Stellantis desde su creación se ha basado en una alineación perfecta entre los accionistas de referencia, el Consejo de Administración y el CEO. Sin embargo, en las últimas semanas han surgido opiniones diferentes que han llevado al Consejo de Administración y al CEO a tomar la decisión de hoy."
Pero lo cierto es que Stellantis está firmando un 2024 de malos números, tras hacer récord de beneficios en los últimos tres años. Y eso apunta directamente a la gestión del directivo portugués. La cotización de Stellantis se ha desplomado un 40 % en lo que va de este año, con una capitalización de 36.700 millones de euros.
Las ventas no están acompañando en los principales mercados de las firmas de Stellantis. "No estamos cumpliendo las expectativas de 2024", dijo ya en julio Tavares.
En Europa, sus ventas se han desplomado un 27,1 % entre enero y octubre. Principalmente marcas de mucho peso para el grupo como Citroën (-45,6 %) y Fiat (-45,2 %). Esto ha llevado a Fiat ha realizar ajustes de producción, deteniendo la fabricación en tres de sus plantas en Italia, lo que afecta esencialmente al Fiat Panda, un coche que era uno de los más rentables de la firma en Italia. Aunque el primero en recortar su producción fue el Fiat 500 eléctrico, que dejó de salir del horno en septiembre. De momento seguirá parado hasta principios de enero.
Pero también en EEUU, un mercado también vital para Stellantis: las ventas de sus firmas han retrocedido un 18 %. Eso ha llevado a la empresa a asumir elevados costes por no poder dar salida a un ingente stock: reducción de inventario e igualmente ajustes de fabricación han sido la medicina. Para las marcas, nunca es rentable tener sus fábricas a menor rendimiento de su capacidad productiva. Además, Stellantis se está deshaciendo de enclaves clave en EEUU, como su enorme circuito de desarrollo.
La delicada situación ha llevado a Stellantis a reajustar los objetivos para 2024 a finales de septiembre: el fabricante rebajaba sus previsiones de margen de beneficios para 2024 del 14,4% a entre un 5,5% y 7%. Menos de la mitad del logrado en 2023. Según lo señalado por Stellantis en el comunicado, esas previsiones se seguirán manteniendo.
De batalla en batalla y un sueldo millonario. Carlos Tavares ha centrado su estrategia en los últimos y complicados meses en la reducción de costes. Eso incluye medidas polémicas, como la posibilidad de dejar caer aquellas firmas de Stellantis que no fueran rentables.
También despidos, a lo que el propio Tavares aludió que habían sido criticados por tomar decisiones que "no siempre fueron bien entendidas". Representantes de trabajadores han acusado a la empresa de no reinvertir lo suficiente en la transición eléctrica: "han repartido beneficios entre los accionistas, nunca entre los trabajadores". Cuando nació Stellantis, casi 20.000 personas en Europa fueron despedidas, aunque en su mayoría fueron bajas voluntarias.
Además, Tavares se ha mantenido firme en alinearse con la reducción de emisiones exigida desde Europa, objetivos que desde las propias marcas y sus canales de distribución ven imposibles de cumplir.
Otro importante melón son las continuas disputas de Stellantis con Italia. El Gobierno de Giorgia Meloni no está contento con las decisiones que está tomando el grupo a lo largo de los últimos meses. La situación ha llevado al país a quitar a la industria del automóvil una inversión de 4.600 millones de euros que destinará a Defensa. Eso afecta directamente a Stellantis, con las factorías de Fiat, Alfa Romeo, Lancia, Abarth o Maserati a la cabeza.
Y en general para Tavares, la culpa de la delicada situación que viven los fabricantes en Europa, marcada por la caída de ventas de coches eléctricos en los que las marcas han invertido mucho en los últimos años, es de los gobiernos. En su opinión no han apoyado como debieran el despliegue del coche eléctrico.
El propio ahora ex CEO de Stellantis habría podido sufrir su propia política de reducción de gastos. En abril, la asamblea general de accionistas de Stellantis aprobó el sueldo millonario de Tavares, fijado en 36,5 millones de euros. Esto supone unos 100.000 euros al día entre el sueldo fijo y los bonus variables.
Sea como fuere, Tavares ya es historia para Stellantis y su sustituto se enfrenta a una tarea mayúscula, dada la mala situación que atraviesa la compañía como ocurre con otras firmas de calado como el Grupo Volkswagen.
En lo que toca a España, la marcha de Tavares deja en el aire la asignación de una nueva familia de coches eléctricos para las plantas de Figueruelas (Zaragoza) y Vigo. Así como la hipotética fábrica de baterías, para lo que se había aliado con CATL. Hay que recordar que China ha pedido a sus empresas paralizar las inversiones en aquellos países europeos que votaron a favor de los nuevos aranceles a las importaciones de los coches eléctricos de la República Popular. España, se abstuvo, pero esta gigafactoría está aún pendiente de aprobación por parte del ejecutivo chino.