El Grupo Volkswagen ya ha presentado su proyecto para la gigafactoría de baterías de Sagunto (Valencia), que empezará a construirse el año que viene para ponerse a funcionar a más tardar en 2026, con el sello de SEAT y bajo la marca paraguas Power Co. Para ello, la inversión prevista es de tres mil millones de euros (ayudas del PERTE mediante).
Esta es una gran noticia para el sector, pues además de que se prevé que la planta vaya a crear más de 3.000 empleos directos de forma escalonada y hasta 12.000 de forma indirecta en los próximos ocho años, suministrará baterías a las fábricas de SEAT en Martorell y a la de Volkswagen en Pamplona.
También la fábrica de Ford en Almussafes -Valencia- se vería beneficiada si la marca del óvalo finalmente hace efectiva la adjudicación de dos coches eléctricos para su fabricación a partir de 2025 el próximo mes de junio, en lugar de elegir la opción de la factoría de Saarlorius (Alemania).
La gigafactoría de Sagunto en cifras
La futura gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos del Grupo Volkswagen, que finalmente se ubicará en Valencia desbancando las propuestas de Extremadura, Cataluña y Aragón, va a mover unas cifras estratosféricas, y no solo por la inversión necesaria de más de 3.000 millones de euros para su construcción y puesta en marcha.
La planta será la primera factoría de este tipo de la multinacional alemana en España y la tercera de las seis planeadas por el Grupo VAG para Europa. Podrá generar hasta 40 GWh al año y ocupará una extensión de 200 hectáreas.
En cuanto a la energía que alimentará a la gigafactoría de baterías, entre el 20 % y el 30 % procederá de una nueva planta solar que Iberdrola va a instalar en las inmediaciones, con una superficie inicial de 240 hectáreas (podría ampliarse a 400) y un coste cercano a los 500 millones de euros.
El proyecto no solo va a cambiar el mapa o la economía de la ciudad valenciana en los próximos años, sino que también busca dar un gran paso en materia de electrificación para la industria de la automoción en España.
En este sentido, en el acto oficial de la presentación del proyecto el presidente del Grupo Volkswagen, Herbert Diess, ha dicho que la multinacional y sus socios “están preparados para realizar la mayor inversión de la historia industrial de España”.
Y es que en total el Grupo Volkswagen prevé la movilización de 10.000 millones de euros junto a sus socios, 62 empresas (más del 60% pymes) con las que se ha aliado en el proyecto denominado “Future: Fast Forward” para presentar su candidatura la semana pasada al PERTE-Vec (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación económica del Vehículo Eléctrico y Conectado).
Según declaró el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, en el acto de presentación del Proyecto este irá “mucho más allá de la automoción”, pues “involucrará también a los institutos de investigación universitarios, por ejemplo, para que puedan avanzar en sus investigaciones en materia de almacenamiento de energía”.
La apuesta del Grupo Volkswagen y sus socios, con una inversión público-privada para la factoría de Sagunto y a la espera de recibir o no las ayudas de Europa, podría marcar el camino a seguir para el resto de fabricantes en plena transición hacia su electrificación.
En las próximas dos semanas, y hasta que el 17 de mayo finalice el plazo para presentar los proyectos del PERTE, podrán llegar más proyectos a futuro de la mano de otros fabricantes potentes como Mercedes-Benz o Ford, pero no se sabe por el momento si serán tan ambiciosos como los del Grupo Volkswagen.
En este sentido, las mayores incógnitas apuntan a qué harán dos gigantes como el Grupo Stellantis y Renault, dos de los fabricantes de vehículos más potentes en nuestro país en cuanto a producción (y por tanto en cuanto a puestos de trabajo en la industria) en la actualidad.
Que en España se instalen fábricas de baterías para coches eléctricos a la larga se traduce no sólo en más puestos de trabajo en un sector tocado y herido desde la pandemia, sino que podría traer de la mano costes más bajos para las baterías y, por tanto, menos margen necesario para producir vehículos eléctricos y un precio final más ajustado de cara al comprador.