A 'la quinta' va la vencida. Tras meses de infructuosas negociaciones, los representantes de los gobiernos de la Unión Europea y el Parlamento Europeo han establecido los límites de emisiones de CO₂ que los fabricantes tendrán que cumplir: una reducción del 37,5 % para 2030; una cifra más ambiciosa que la que pedía la Comisión del 30 %, que ha alertado del daño que podría hacer un objetivo muy alto a la industria automotriz.
Mientras tanto, se han conseguido poner en marcha, durante la Cumbre del Clima celebrada en Polonia, las reglas de aplicación del Acuerdo de París. Una hoja de ruta totalmente abstracta en la que se queda fuera el principal objetivo: la reducción a corto plazo de las emisiones de efecto invernadero.
La industria, en desacuerdo
Los grupos que forman parte de la industria automotriz han estado advirtiendo durante el tira y afloja del acuerdo sobre emisiones que establecer límites demasiado exigentes amenazará los empleos y la competitividad del sector, así que se ha solucionado con un 'ni para ti ni para mi'.
El debate ha girado en torno al 40 % que han pedido en el Parlamento países como Suecia, Luxemburgo, Irlanda, Eslovenia y Francia frente al 30 % que ha sugerido la Comisión, respaldada por Alemania, Polonia y los países del Este.
Finalmente, se ha establecido un límite de reducción 37,5 % para los vehículos y del 31 % para furgonetas en 2030. El objetivo se calculará en función de los niveles de emisión de 2021, con un paso intermedio de un recorte de CO₂ del 15% para los automóviles y furgonetas en 2025.
Mientras que Alemania ha advertido que una transición rápida hacia la electrificación y la hibridación podría dañar su industria automotriz de 423.000 millones de euros y generar pérdidas en los empleos, naciones más progresistas como los Países Bajos y Francia han luchado por establecer límites más estrictos.
El grupo de presión verde Transport & Environment ha recibido bien el acuerdo, pero ha advertido que aún no es suficiente para cumplir con los objetivos climáticos actuales del bloque para 2030, por no mencionar los objetivos del Acuerdo de París.
Por otro lado, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA, por sus siglas en inglés), principal grupo de presión de la industria en las negociaciones, ha tomado "nota" del acuerdo, volviendo a destacar que es un objetivo "totalmente surrealista".
El acuerdo aún necesita la aprobación de los gobiernos del bloque y del Parlamento, pero llegados a este punto se trata de una mera formalidad. Más les vale, porque en mayo de 2019 hay elecciones europeas y la Cámara deberá haberse disuelto dos meses antes, por lo que las negociaciones se quedarían colgadas.
Por otro lado, se están llevando a cabo conversaciones sobre el primer intento de la UE para regular las emisiones de CO₂ de los vehículos pesados, aunque todavía existen dudas de que haya un acuerdo final antes de las elecciones europeas. Y es que la ACEA ya propuso a Bruselas sus propios límites.
En este contexto se ha celebrado la Cumbre del Clima (COP24) de Katowice, y han conseguido 'poner en marcha' las reglas de aplicación del Acuerdo de París. Un sistema común de seguimiento totalmente abstracto, que puedes consultar aquí, y que se presentará en un "informe bienal de transparencia".
Fuera se queda avanzar en los mecanismos de los mercados de carbono sobre la base de un sistema común de las Naciones Unidas y lograr establecer objetivos más ambiciosos que eviten el aumento medio de la temperatura global en más de 2 grados sobre el nivel preindustrial. Es decir, lo esencial.
El primer balance global se hará en el año 2023, y a partir de esa fecha, se llevará a cabo cada cinco años.